martes, 26 de abril de 2011

Cuando la vida continúa siendo un sueño.



Nota preliminar:  El siguiente texto corresponde a una de las dos críticas de cine que hice para mi fugaz paso por una revista de nombre Lambda (nada que ver con los protagonistas del clásico de los ochenta de La Venganza de los Nerds en todo caso).  Hice unos pocos arreglos de estilo al texto original, pero sigue siendo practicamente el mismo, pues no quise profundizar tampoco más en las ideas que expongo, para mantener su "sabor original".   Este trabajo lo hice durante el 2000 y no tengo copia del primer artículo que hice para la dichosa revista (Quizás mi amiga María Elena Francovich guarde algún ejemplar).

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    Fue en 1635 que el poeta y dramaturgo español Calderón de la Barca escribió una de las obras cumbre de la dramaturgia; dicha obra fue titulada con el nombre de La Vida es Sueño, la que trata la increíble historia de Segismundo, príncipe heredero del trono de Polonia que apenas al nacer fue engañado para quitarle sus derechos reales; entonces se le dio una vida miserable hasta que luego le son devueltos sus poderes, creyendo éste que toda su vida anterior había sido un sueño.  El protagonista entra en dramáticos conflictos y con todo ello se instaura el tópico de la ilusión que hace creer a los hombres que llevan una vida que en realidad no lo es.   Este dilema ya fue tema de discusión entre los filósofos realistas (Aristóteles, Hume y Marx) que se oponían a los doctrinarios al Idealismo (Descartes, Kant, Hegel); consideraban los primeros que las "cosas" eran independientes a los seres humanos (o sea, que existían aparte de los hombres), mientras que los segundos defendían su concepción de que las mismas "cosas" sólo existían mientras hubieran sujetos pensantes (para aclarar aún más este tema, recomiendo leer las Meditaciones Metafísicas de René Descartes y La Alegoría de la Caverna  de Platón, perteneciente a capítulo X de La República).
    Entre 1997 y 1999 se estrenaron tres películas de ciencia ficción que muy bien trataban este tópico  ya mencionado.  La primera de ellas, Ciudad en Tinieblas (Dark City) es un oscuro film con estética de los años cuarenta.  Este film versa sobre un grupo de seres humanos, toda una ciudad completa, que sin saberlo está siendo utilizada por unos alienígenas solo conocidos como "los Extraños"; estos, una antigua raza moribunda, están buscando la manera de escapar a su inminente fin y por ello tratan de conocer lo que hace que los humanos sean lo que son, lo cual puede ser la respuesta a sus problemas.  El proyecto de "los Extraños" empieza a fracasar cuando uno de los habitantes de esta ciudad despierta durante uno de los experimentos, lo cual le permite darse cuenta poco a poco cómo él y los suyos están siendo manipulados hasta que descubre que todos sus recuerdos son falsos.
    La segunda película es El Show de Truman (The Truman Show).  La historia nos muestra la alegre y perfecta vida de su protagonista, Truman, quien poco a poco comienza a dudar acerca de la realidad que lo circunda, la que no es otra cosa que un impresionante programa de televisión donde él es el personaje principal y todo (s) lo (s) demás es (son) una ficción.
    Matrix al igual que la primera película mencionada, nos muestra un mundo engañado, en este caso, por inteligencias artificiales que han tomado conciencia propia y que mientras se alimentan de la energía vital de los seres humanos, los mantienen en un sueño donde les simulan otra vida.  Sin embargo un grupo de personas ha despertado de este engaño y ha formado una nueva sociedad, la que lucha contra las máquinas con la intención de devolverle la libertad al resto de la humanidad.  Es durante esta confrontación que los humanos libres descubren a Neo, un joven cuyas extraordinarias habilidades les podría ayudar a acelerar y conseguir por fin la victoria...
    Ahora bien, las tres películas presentan diversos simbolismos religiosos, los cuales son importantes a la hora de apreciar tales obras.  Primero que nada es considerable detenerse en la condición mesiánica de sus protagonistas: John de Ciudad en Tinieblas y Neo de Matrix.  Ambos tienen la misión de conducir a los suyos hacia la verdad y de salvarlos.  Incluso sus nombres son significativos: "John" es es el nombre en inglés de uno de los cuatro evangelistas del Nuevo Testamento y, por ende, el de un hombre santo.  "Neo"  en lengua griega significa "nuevo", así que este personaje lleva más significativamente su destino de innovar la vida de quienes lo rodean.
    Otros nombres que poseen relevancia por su carga semántica son los de "Morfeo", quien al igual que el dios grecoromano homónimo "dirige" el sueño de los hombres, siendo en Matrix la persona que elige a quiénes despertar para volverlos a la verdadera realidad.  Simbólico es también el nombre de "Trinity", quien representa en la misma película a la unidad, al equilibrio propio de la Trinidad cristiana (Padre, Hijo y Espíritu Santo), siendo por ello una mujer íntegra y de aspecto andrógeno.  El otro nombre de este tipo es el de la ciudad donde viven los hombres libres del film, llamada Sión, o sea, la ciudad de los elegidos como sucede en la Biblia y los judíos.
    Por último, El Show de Truman posee su propio nombre alegórico.  Resulta que el hombre responsable de la ilusión en la que vive Truman, el "dios" de ese extraño mundo se llama Cristof...
    ¡Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia!
   

lunes, 25 de abril de 2011

¿Quién es Dios para mí?



Nota preliminar:  El siguiente texto lo escribí cuando tenía 19 años, recién había entrado a la universidad, a una carrera que dejé luego de un año completamente cursado (filosofía)  y cuando participaba activamente en mi comunidad religiosa en la Capilla San Lucas.  Era una época distinta, la que llamo con cariño mi "Edad de Oro" y en la que todo era más fácil y mi única preocupación verdadera era estudiar y sacarme buenas notas (admito que estudiaba sólo para las pruebas, pero me iba aún así bastante bien).  Sigo feliz con la vida que tengo, pero extraño esos días de mis mejores años.  
    Este texto que comparto con ustedes forma parte de algunas de mis contribuciones para una pequeña publicación semanal que dirigía en la Capilla y recibía el nombre de El Cometa; me acabo de leer, luego de tanto tiempo, todos los textos que escribí entonces y ahora que tengo la oportunidad quiero recordar con ustedes esa etapa de mi vida y me habría gustado que la gente que para mí es importante hubiese estado entonces.  
    Hace un día los cristianos celebramos la Pascua de Nuestro Señor y era Él quien mayormente inspiraba todos mis escritos durante esa etapa de mi existencia.  Quiero creer que sigo siendo la misma persona.  He cambiado como el curso natural de la vida lo dispone, pero en esencia sigo siendo el mismo (quizás más viejo, menos ingenuo ¿O no?  y seguro le he tomado más gustos a los apetitos de la sensualidad, no obstante no dejo de valorar todo aquello que para mí sigue siendo tan valioso).  Tengo una deuda con Dios y sé que debo pagársela.
    Bueno, aquí va.

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    A Dios lo conozco hace bastante tiempo, incluso Él me conoce mucho antes que yo le conociera.  Ya son 19 años de una amistad rica en experiencias donde siempre estamos juntos y en la que no hay malos entendidos.  Pero cuando me comporto de manera tonta, Él me llama la atención y yo Le escucho.  A veces me quedo pensando, meditando lo que me ha dicho, mientras Él tiene la amabilidad de esperar mi entendimiento sin apurarme, porque a veces soy torpe y me cuesta aceptar que muchas veces puedo ser débil y hacer "diabluras".  Por mi parte no tengo nada que reprocharle, pues Él es más viejo y sabio que yo, así que constantemente me da consejos que llegan a mi alma, tocando sus partes más sensibles, haciéndome incluso llorar, pero con un llanto sano de purificación.
    Él tiene muchas maneras de presentarse.  En cada puesta de sol, en el canto de los pajaritos y en los gestos de afecto de un ser querido.  He aprendido a descubrir en todas estas cosas (y en muchas otras más) a Dios.  Cuando se llega a esto, te encuentras en tal estado que te produce ricas gratificaciones, porque saber que aunque estás dolido por algo que te haya pasado, habrán esperanzas de encontrar la solución de tus problemas.  Pues los caminos de Dios son misteriosos.  No hay receta para esto, sólo debes descubrirlo, pero para ello antes hay que saber desentrañar nuestro propio interior, conocerte a ti mismo, llegar hasta tu castillo y conquistarlo, tal como decía Santa Teresa de Ávila, porque allí encontrarás a Dios.
    Muchos no escuchan Su voz, porque están cegados por lo material y no conocen el rico mundo espiritual que los rodea, pero que no los toca.  Sucede que a veces miramos a nuestro alrededor y vemos miseria, dolor y hambre...de amor.  Entonces llega la duda y preguntamos el por qué de todo ello; e incluso al no encontrar una respuesta satisfactoria, le negamos nuestra amistad (a Dios).  Yo por mi parte debo decirles algo, no sé si me crean, pero no me importa, pues yo sé que es así.  Nunca he hecho esto, es decir, siempre he obtenido aquella respuesta, incluso sin formular aquella pregunta, que a veces resulta enferma y maliciosa.  Es así porque el Dios que yo conozco no castiga, si no que enseña y hoy (ayer y mañana) si el mundo está así, es porque el hombre ha construido un mundo tal que está carente de magia, donde muchas veces las flores no quieren crecer y prefieren quedarse en los sueños de los artistas y de los niños.  Pero mi Dios es justo y nos ha dado suficiente libertad para crear nuestra propia vida.  Eso sí, siempre está para guiarnos y nunca se enoja, pues sabe que mientras existan buenos sentimientos entre sus hijos, aún habrá salvación.
   Ése es mi Dios.  Podría llenar páginas sobre Él, pero ésa no es la idea, sólo quería hablarte un poco sobre nosotros e invitarte a conocerlo.  Si quieres también puedes ser Su amigo, o quizás ya lo eres.

   

domingo, 24 de abril de 2011

Errante.

Nota:  Este microcuento lo escribí junto a otros dos (que no los encuentro entre mis archivos) para el concurso Santiago en Cien Palabras hace un montón de años.  Si no ganó ninguno de ellos, fue pura envidia de los jueces (¡La gente es muy mala!)

   Perdido durante el viaje con su familia, apenas sabía como llegar a su destino, a su hogar en Maipú.  La fatiga comenzaba a debilitarlo y el hambre hacía que sus tripas sonaran con mayor insistencia.  Tenía miedo.
   Cruzó calles y avenidas, algunas solitarias, otras atestadas de gente y tráfico; incluso  casi lo atropellaron.  Sólo se valía a sí mismo para llegar a salvo.
   Algo recordaba del camino exacto y cómo pudo se orientó, hasta llegar a encontrar el parque y por último, tras su árbol favorito, ver la casa de su amo que de seguro estaría preocupado por su perro perdido.

El Fin del Milenio según San Chris Carter.


    Actualmente para hablar de Millenium hay que especificar a qué Millenium nos estamos refiriendo.  Existe una entretenida película de principios de los noventa de ciencia ficción, sobre viajes en el tiempo; también nos encontramos con la famosa saga de cómics DC que comparte dicho título y tampoco podemos olvidar la trilogía literaria del autor sueco Stieg Larsson que hoy en día es tan popular.  Sin embargo el motivo de este texto es el de la hoy serie de culto que Chris Carter, el mismo autor de los X-Files, creó y produjo para el canal Fox en 1997 y que terminó en 1999.
    Millenium es una serie de televisión que pertenece al mismo universo de las aventuras de Fox Mulder y Dana Scully, en la ya mencionada X-Files, pero que bien corresponde a su lado más oscuro y místico.   De hecho compartieron personajes y cuando la serie fue cancelada antes de su esperada cuarta temporada, en la que el tema del fin de milenio debía ya darse de forma más tangible con la llegada del 2000, le dieron un nuevo final a su protagonista Frank Black en uno de los capítulos de la séptima temporada de X-Files.
   ¿De qué trata Millenium? Pues versa sobre el ex agente del FBI Frank Black, quien junto a sus adorables esposa e hija se va a vivir a la ciudad de Seattle.   Su viaje es una forma de escapar de sus traumantes experiencias cuando ejerció su profesión; sin embargo poco a poco se ve involucrado en nuevos y aún más tortuosos casos de asesinatos, conspiraciones y hasta eventos de origen sobrenatural que en su mayoría se encuentran ligados entre sí y más encima tienen relación con el supuesto fin del mundo (más todavía si se considera que para la fecha en que se origina y remonta la serie, se está a pocos años del nuevo milenio, época en la que era muy fuerte la idea de que con la llegada de este milenio se avecinaba el fin del mundo).  La serie entonces abunda en temas apocalípticos e historias que tengan que ver con profecías, teología y demonología.
    Frank Black es un hombre sensible y devoto de su familia, quien posee la habilidad de percibir el mal de una forma mucho más fuerte que el resto de los mortales.  Esto quiere decir que es capaz de adentrarse en la mente de psicópatas y otros criminales, de modo que puede captar la forma de cómo estos perciben la realidad y por ende, puede ver sus alucinaciones y comprender sus acciones y emociones.  Sin embargo esta capacidad para entrar en la mente de asesinos, locos y similares, lo hace además sensible a la presencia de un mal mucho más siniestro: el de carácter sobrenatural, o sea, los demonios; a su vez estas criaturas tienen conocimiento de quién es Frank Black y ello le resulta otra fuente de peligros y preocupaciones.
    Al comenzar la serie, el protagonista entra en conocimiento de la existencia de un grupo secreto llamado Milenio, del cual luego nos enteramos que tiene siglos de existencia y que a su vez se encuentra en medio de una “guerra civil”, puesto que se encuentra dividido en dos facciones debido a sus ideas contrarias de cómo enfrentar los tiempos venideros.  Es así como Frank Black se encuentra envuelto en este grupo, por el cual al principio siente afinidad.  El grupo Milenio busca controlar toda señal ligada a los tiempos venideros, lo que tendría supuestamente relación con el fin del mundo y para ello cuenta con numerosos medios y algunas de las mejores mentes para trabajar en sus propósitos; por esta razón invitan a Black a formar parte de sus filas.  Ya en el piloto conoce a Peter Watts, su contacto con el grupo Milenio y quien será su gran amigo hasta que las circunstancias luego lo alejan de su compañía.
   A diferencia de los protagonistas de X-Files, Frank Black es un hombre de familia, puesto que su esposa y su hija serán a lo largo de la serie su cable a tierra en medio de tanto horror, sangre, violencia y sufrimientos.  No es un hombre solitario, si bien posee una personalidad mucho más introvertida que Mulder, pero también menos cerebral que Scully (podríamos decir que es un individuo con un carácter más equilibrado que los dos protagonistas de X-Files). Catherine, su esposa, y Jordan, su hija, serán entonces para Frank Black su salvavidas y el mayor motivo suyo para luchar contra el mal y por mantener su felicidad, pero también serán su debilidad a la que sus enemigos usarán sin duda para controlarlo y dañarlo.
    Otro aspecto a considerar a la hora de hablar de esta serie, es que si bien existe una trama unificadora a lo largo de sus tres temporadas, la mayoría de los episodios son de carácter unitario.  Esto puede ser un relajo si se considera la moda  actual de producir series con capítulos con tramas de continuación, lo que a la larga puede cansar e impide que alguien se haga seguidor de una serie sin saber qué pasó antes.
    Millenium cuenta con una banda sonora hecha por Marx Snow, el mismo responsable de la música de X-Files (con su famoso tema electrónico) y de las primeras temporadas de Smalville.  El tema central que hizo para la serie es bastante hermoso y melancólico, donde destaca el sonido del violín.   A su vez este tema se puede oír acompañado por unos créditos iniciales memorables en su presentación y donde destacan ciertas frases que se sobreponen a las imágenes, teniendo relación con su temática apocalíptica.  Como dato adicional, se puede agregar que existe una edición de dos discos que trae suites con música de las tres temporadas y que realmente vale la pena escuchar.
    Por cierto, la serie completa se encuentra en DVD tanto en zona 1 como en zona 4 (la edición USA posee algunas de las portadas más hermosas y artísticas que he visto en DVD).  A su vez el material adicional resulta bastante interesante y en ello destacan las entrevistas a los realizadores que dan muchas pistas para comprender mejor su evolución.  Además en ambas zonas viene con el doblaje en español neutro, que a mi parecer es bastante bueno y no hace extrañar el idioma original, si bien también existe esa opción subtitulada o no.
    Cuando se trata de analizar y apreciar esta serie, se debe tener en cuenta cada una de sus temporadas; todas estas poseen su propia cualidad y por ello se logra comprender el conjunto de la serie, al  tener en cuenta sus características individuales.  A continuación daré los comentarios de rigor por cada una de sus tres temporadas y por el ya mencionado capítulo Millenium de los X-Files.

Primera temporada:

    La serie parte con uno de los pilotos más impactantes que se hayan hecho jamás, el que recuerda en su factura y ambientación a la película Seven (Chris Carter admite públicamente ser fanático del filme y que deseaba hacer algo parecido y que la homenajeara, lo que lo afirma en una de las entrevistas que vienen en el material adicional de esta temporada en la edición en DVD),   La calidad de este episodio inicial fue tal, como también la expectación y publicidad con la que fue lanzado, que se estrenó en algunos cines en USA para darle mayor realce al evento.  Tanto el piloto como toda la temporada, destacará por su crudeza e iluminación donde priman las sombras.  Las escenas de violencia y particularmente gore abundan explícitamente.   Contrastando con la fotografía penumbrosa, está la iluminación de tonos claros y tonos pasteles que se aprecian en las escenas donde el protagonista se encuentra con su familia, en su casa amarilla que recalca en su aspecto la idea de un núcleo de calor, comodidad y protección; de este modo las escenas de día, en especial las que ocurren en casa de los Black, parecen salidas de una postal a lo Norman Rockwell para ilustrar este aspecto idealizado.
    Al comienzo de cada episodio, se muestra una cita textual sacada de algún texto bíblico, poema o de otro origen, y que tiene relación con los eventos del capítulo.
    En un principio la serie puede parecer una historia sobre psicópatas, puesto que la mayoría de los casos que le toca resolver a Frank son de este carácter; sin embargo el protagonista logra captar su tono escatológico y poco a poco la trama se va ligando hasta el tema del fin del milenio.   Toda la temporada es de gran calidad, pero hay episodios que merecen especial atención.   En esto se pueden destacar episodios tales como Vénganos tu Reino en el cual el tema de la fe religiosa toma un papel destacable debido a la crisis de uno de los personajes, lo que permite hacer más de una reflexión sobre el papel que cumple en nuestras vidas la fe; Fuerza Mayor, es quizás uno de los capítulos más esotéricos de la temporada y con la increíble actuación del actor invitado Brad Dourif (Grima Lengua de Serpiente en las pelis de El Señor de los Anillos) y que aborda el tema del diluvio universal; tampoco se puede olvidar Poderes, Principados, Tronos y Dominios que cuenta con una introducción genial en el cual se hace evidente muy bien la capacidad de Frank Black de ver la verdad tal y cómo es, al presenciar en un estacionamiento un asesinato que en realidad no lo es y que resulta ser un ajustamiento divino (con ello se hace notar que el destino de Frank Black está ligado a un plan que sobrepasa los límites humanos); Maranatá será otro capítulo inolvidable en el que se introducen las leyendas rusas y la figura del Anticristo sobresale.

Segunda temporada:

    Para mucho, entre los que me incluyo, ésta resulta ser la mejor de las tres temporadas de Millenium y esto es debido a que a lo largo de este año de producción, la serie estuvo a cargo de los guionistas Glen Morgan y James Wong. 
    Durante ese año, 1998, Chris Carter dejó la serie a manos de Glen Morgan y James Wong, para dedicarse de lleno a la quinta temporada de X-Files y al estreno de la esperada primera película para el cine de esta serie.  Carter les dio carta blanca a ambos guionistas a la hora de orientar la serie, luego de que el dúo de guionistas y directores fuesen responsables de muchos de los mejores episodios de X-Files y crear a los famosos personajes de los Pistoleros Solitarios en el show de Mulder y Scully, a tal punto que llegaron a estar entre los personajes recurrentes más populares de la serie.  También habían contribuido con guiones para la primera temporada de Millenium.  Era evidente que dejaban en buenas manos la serie.  No obstante Carter no quedó contento con el trabajo de Morgan y Wong (¿Celos tal vez?) y en la tercera temporada retomó la producción.  La relación entre Carter y estos dos terminó mal, a tal punto que Morgan y Wong desistieron de seguir trabajando con él e incluso se negaron a participar en el material adicional de las ediciones en DVD de la serie.  Tampoco contribuyeron con episodios para la tercera temporada.
    Lo que hicieron Wong y Morgan fue orientar la serie hacia su lado más místico, siendo los autores de la mayoría de los guiones y dándole una identidad que llegó a superar a la de su temporada predecesora.  De este modo, aumentó el elemento sobrenatural, demonológico y esotérico, por lo que la mayoría de los capítulos se dejan ver con gran entusiasmo.  
   La temporada continúa con la historia del capítulo final de la temporada anterior, concluyendo el episodio con un impactante suceso que provocará un quiebre en la relación entre Frank y su esposa, lo que implicará que ambos se separen.  Por lo tanto a lo largo del resto de la temporada, Black vivirá en otra casa, si bien su relación con Catherine y Jordan se mantendrá en muy buenas relaciones pese a todo.
   Para esta temporada, además Frank se encontrará mucho más ligado al grupo Milenio, hasta que una nueva crisis en su vida lo haga querer alejarse para siempre de ellos y de quien hasta el momento era su  gran amigo en el grupo: Peter Watts. 
   En la segunda temporada se introduce el personaje de Lara Means, una psicóloga que como Frank es postulante al grupo Milenio y que también posee habilidades extraordinarias: ve ángeles.  Lara resulta ser una excelente adición a la serie, pero lamentablemente no continúan con el personaje en la temporada siguiente.
   Como ya dije con anterioridad, la calidad de los episodios de esta temporada es magnífica, pero igual destacan varios capítulos entre tanta “joyita”.   Aparte de El Principio del Fin, que corresponde al inicio de temporada, no se puede dejar de lado el episodio siguiente: Cuidado con el Perro, un capítulo en el cual Frank Black llega a uno de esos típicos pueblitos gringos aislados donde ocurren hechos extraños y en este caso resulta ser una serie de muertes provocadas por estos canes; las muertes a su vez tienen un origen mucho más ominoso de lo que a simple vista parece.  El Mikado es otra historia memorable, de gran violencia y suspenso, pero quizás el capítulo más aterrador de toda la serie, resulte ser Una Habitación sin Vistas y en el cual la presencia de un mal sobrenatural es tan fuerte, que logran convertir un hermoso tema instrumental popular en un elemento de horror y tortura (todavía me acuerdo de ese episodio y me provoca pavor los hechos a los que ese encuentran sometidos sus protagonistas; también me hace recordar esa idea tenebrosa de que “El Infierno es la repetición”).   Hay otro episodio llamado El Día del Juicio de José Chung, quizás uno de los pocos capítulos de Millenium que poseen humor y cuyo guión lo hizo Darin Morgan, hermano de Glen Morgan, quien aportará con otro episodio de antología en esta temporada; este primer capítulo muestra por primera vez que los eventos de la serie ocurren en el mismo universo ficticio de X-Files, puesto que José Chung es un personaje que Darin había creado para uno de los capítulos más famosos de la otra serie de Chris Carter.  Por último, no hay que dejar de lado el  otro aporte de Darin, Satanás está detrás de mí, donde cuatro aparentes apacibles ancianos conversan amablemente en un restorán, pero que en realidad resultan ser cuatro demonios quienes hablan entres sí de Frank Black, a quien cada uno de ellos tuvo la oportunidad de conocerlo; entonces a lo largo del capítulo conocemos la historia de estos y su enfrentamiento con Black.

Tercera temporada:

    Luego de los dramáticos sucesos del final de temporada, que significaron la muerte de uno de los personajes principales, Frank Black abandona Seattle.  Entonces decide volver al FBI, bajo las órdenes de un antiguo amigo suyo, donde conoce a la agente Ema Hollis, con quien llega a establecer una relación profesional y fraternal; juntos deben resolver varios casos y entre medio, sortear las triquiñuelas del grupo Milenio, que ahora ya se sabe posee más de una intención inculta.
    Esta última temporada incorpora varios personajes recurrentes que resultan ser un muy buen aporte a la trama.   También se podría decir que es una síntesis de los elementos de las dos temporadas pasadas, en cuanto a manejar las temáticas que las caracterizaban.  En suma es una temporada mejor que la primera, pero no llega a los niveles de genialidad de la segunda.  Pero se disfruta bastante ahora que los personajes y la trama central se encuentran más delineados.
    Dentro de los capítulos destacados, se puede mencionar un “especial de Navidad” (hecho insólito en una serie como esta) llamado Omerta, con bastante humor y una atmósfera positiva que viene a ser un respiro en medio de tanta tensión en la serie.   También es durante esta temporada que Frank vuelve a encontrarse por tercera vez con el siniestro demonio femenino de Lucy Butler en Antipas.  Es en esta temporada cuando Jordan, la hija de Frank, comienza a desarrollar sus propias habilidades extrasensoriales; es entonces cuando ocurre el aterrador episodio Saturno sueña con Mercurio y en el que el tema demonológico vuelve a aparecer.  La temporada, y la serie, termina con un episodio doble bastante pesimista:  Frank debe escapar de nuevo, dejando atrás amigos y cierta estabilidad que a duras penas había logrado conseguir, luego de nuevas traiciones y ante un sentimiento fatalista frente a lo que vendrá en el futuro cercano.


Episodio Millenium de X-Files:

    Como Millenium había terminado antes de lo previsto, justo para cuando se avecinaba el año 2000 y todo lo correspondiente a él, FOX (el canal que producía y emitía los shows de Chris Carter), decidió darle un último vistazo a Frank Black.   Para esto durante la séptima temporada de X-Files se emitió el episodio de nombre Millenium y en el cual los agentes del FBI Scully y Mulder deben pedirle ayuda a Frank Black a resolver un caso ligado al grupo Milenio, el fin del siglo y el fin del mundo.  Este episodio se deseaba como un final más “digno” para la extinta serie y que fuese más acorde a lo que se esperaba de ella, pero fue incapaz de mantener la mística de Millenium, siendo demasiado forzado y tan fantástico que llega a ser inverosímil (si bien no deja de ser entretenido).  Por otro lado, Frank Black no deja de ser el personaje invitado y como final de la serie, resultan mejor ser los dos capítulos con que concluyó en 1999.


   


Niños, Maestros y Escritores.

    A la memoria de mi padre, Eleuterio Álvarez Ardabán, quien nunca entendió mi pasión por la literatura, pero que de todas maneras sabía alegrarse por cualquiera de las rarezas de su hijo.

 
    Todo artista tiene sus propias obsesiones, características propias y temas favoritos, elementos identificadores a los que nadie escapa, pues no sólo son parte de su obra, sino también de su misma vida e individualidad. Es así como nuestro Stephen King (SK) también responde a estos patrones, los cuales son variados, aunque en esta ocasión quisiera detenerme tan sólo en uno de ellos: la constante aparición en sus obras de personajes infantiles, como también otros dedicados a la profesión de enseñar y escribir. Lo anterior no es algo gratuito. El que en sus obras haya un gran número de personajes que tengan estas cualidades, responde a un motivo en concreto, a un porqué; de este modo el presente trabajo quiere desentrañar, en lo posible, todo esto.

I - Los Niños.

    Muchos de nosotros, asiduos lectores de la literatura de terror, durante nuestra infancia sentíamos cierto interés morboso hacia todo lo macabro, lo extraño e incluso lo maligno. Todo esta "inocente perversión" se daba pese a que ya solos en la oscuridad de la noche y de nuestros cuartos, temiéramos que los monstruos de nuestras lecturas, de las películas vistas en compañía de los adultos (para de algún modo sentirnos protegidos), como de las horrendas leyendas urbanas contadas alrededor de nuestro grupo de amigos, tomaran forma y nos sometieran a cada uno de los suplicios más temidos por nosotros. De este modo el infante, al igual que el hombre primitivo y pretecnológico, que ideó toda una serie de cosmologías y mitologías para explicarse lo que no entendía e identificar a lo que temía, posee una gran carga de irracionalidad que es la que le permite asustarse con cuanta cosa sea posible. Es este ancestral instinto (el miedo) el que une al adulto con el niño y al hombre de las cavernas, puesto que cuando algo nos asusta, bajamos la barrera protectora de nuestra civilización y nos convertimos en una criatura meramente creyente, ignorante de la razón.
    Los escritores de literatura de terror saben muy bien esta premisa, puesto que muchos de sus lectores comenzaron desde niños a leer este tipo de historias, ya que incluso la literatura infantil posee un lado oscuro que trata sobre el mal, el peligro y lo desconocido. Luego, el niño será un excelente recurso literario para mostrar la fragilidad de nuestra humanidad (¿acaso no se nos dice en todo momento que hay que proteger a los más indefensos y desvalidos? O sea, los niños). Tomemos por ejemplo, por el momento, el caso de una entidad tal como IT (también conocido como Pennywise), quizás el monstruo por excelencia de SK: el horrible monstruo de Derry se alimentaba generalmente de niños, usando sus miedos para tomar forma, atemorizarlos y tenerlos a su merced; si la base primordial de la alimentación de alguien (o de algo) es el miedo, qué otra cosa mejor que los niños para ello, puesto que a la hora de temer a algo, su "productividad" es ilimitada.
    Existen otros ejemplos en la ficción de SK que reflejan esta conexión entre la infancia y los temores de nuestro subconsciente. La mayoría de las taras emocionales, fobias y miedos inexplicados tienen su raíz en unos cuantos hechos aislados de nuestros primeros años de existencia, sucesos provocadores de verdaderos traumas que nos ocurrieron por simple azar o por la acción inmoral de algunas personas. Cuando me refiero a esto, no puedo olvidar escenas tan aterradoras como las que describe SK en libros tales como Cementerio de Animales, al conocer la génesis del miedo patológico a la muerte que siente Rachel Creed y que radica en el recuerdo de su hermana mayor, física y mentalmente insana debido a la meningitis espinal, a la que por cierto la obligaron a cuidar; también puedo nombrar el enfrentamiento final entre Ralph Roberts y el Rey Carmesí en Insomnia, cuando el famoso "futuro" enemigo de Roland y su Ka -Tet, y ahora rival de Roberts, hace uso de un recuerdo de éste (su infantil miedo a unos peces llamados bagres que él cazaba con su hermano de pequeños) para atemorizarlo al tomar la imagen de una de las cosas a las que más temía.
    Los niños tienen más imaginación que ninguna otra persona, por ello son más propensos a creer cualquier cosa (¿recuerdan a la interesante lista que nos nombra SK en el prólogo de su colección de cuentos Pesadillas y Alucinaciones, sobre sus miedos infantiles y las leyendas urbanas en las que fielmente creía?) y por ende están más expuestos al miedo y a ser dañados. A esto puedo citar la personal odisea que deben sufrir personajes tales como Trisha McFarland, cuando se pierde sola en un bosque en La Chica Que Amaba a Tom Gordon, o las increíbles y espeluznantes aventuras de Jack Sawyer en El Talismán y Peter de Delain en Los Ojos del Dragón.
    Las numerosas fantasías del cerebro humano son la base de todo lo que construimos, ya sea herramientas o ideologías, y los vampiros de la mente muy bien pueden usar esto para subsistir, siendo los niños el primer y mejor recurso para acceder a esta ilimitada fuente de energía. Dentro de este grupo de monstruosidades podemos recordar al Tak de Los Reguladores (absurdamente titulada en español como Posesión) y que usa y abusa de la increíble mente del niño Seth para causar el caos y la destrucción; o al seudónimo que cobra vida en La Mitad Siniestra que ya desde la infancia atormenta a Ted Beaumont al mantener rastros de su extinto cuerpo dentro de la cabeza de su "hermano gemelo" y sabe que su creatividad puede darle una nueva existencia para luego reemplazarlo.
    Cuando se es niño, por lo general, se es inocente y es esta condición la que se constituye en una de las maravillas de la infancia. Los niños miran el mundo a través de otros ojos, pues su particular existencia está basada en un constante aprendizaje de nuevas experiencias que los mantienen a la expectativa de todo lo que los rodea, así como de una inmensa capacidad de asombro que los llena de vitalidad y de ganas de vivir.
    La literatura, ya desde los llamados cuentos de hadas, recoge este rico mundo interior de la infancia, el que justamente se constituye en una de sus virtudes primordiales. Se dice que "La fe mueve montañas" y esta virtud es algo que abunda entre los niños. La sabiduría popular afirma que "Los niños son la esperanza del mundo" y es así como muchos de los héroes de SK son niños y poseen la habilidad de superar cualquier adversidad. Ya he nombrado arriba a algunos, como Trisha McFarland, Jack Sawyer y Peter de Delain, pero tampoco podemos dejar de lado a figuras tan destacadas como el propio Seth o David de Desesperación (siendo además el nombre de este último personaje una clara alusión bíblica con el rey y héroe israelí, lo que acentúa su integridad como figura redentora); también están Danny Torrance (otro nombre con connotaciones bíblicas) de El Resplandor, poseedor de un gran poder capaz de superar una maldad tan impresionante como la del Hotel Overlook y Mark, el aliado cazador de vampiros de Ben Mears en Salem´s Lot.
    Por otro lado, tampoco nos podemos olvidar de Jake, uno de los protagonistas de la épica saga de La Torre Oscura, quien incluso llega a sacrificarse para permitir a Rolando que continúe su viaje hacia la salvación de su mundo.

    Mención aparte merecen los protagonistas de dos obras clásicas del señor SK. Primeramente me refiero a los protagonistas de El Cuerpo, quienes realizan un iniciático viaje a la madurez en esta novela (recurso posteriormente también utilizado en Corazones en la Atlántida, aunque de un modo más simbólico). Por otro lado, también tenemos al recordado "Club de los Perdedores", los únicos capaces de enfrentar y derrotar a It, usando todo su ingenio y "magia"; a ambos medios, una vez ya adultos, deben nuevamente recurrir para acabar por completo con su enemigo. A esto podemos recordar las palabras de Jesucristo sobre que "Para entrar al Reino de los Cielos hay que ser como niños". La anterior cita es algo que al parecer un autor tan cristiano como SK tiene muy presente, puesto que los únicos personajes que en sus obras logran alcanzar cierto grado de redención, mantener la cordura y salir airosos de sus vicisitudes son quienes se mantienen en un estado de nobleza cuasi infantil. Dentro de esto podemos considerar a Tom, el retardado mental de The Stand, conocida en español como Apocalipsis, quien siendo físicamente un adulto, mental y espiritualmente es un niño, transformándose en uno de los personajes más carismáticos y heroicos de la novela.
    Pero si bien los niños poseen una inocencia que los mantiene por sobre los adultos, este especial estado de sus personas muy bien puede constituirse en un peligro.
    Un sujeto tan inexperto como un niño puede ignorar el mal y con ello llegar a un estado de convivencia con éste, que lo podría corromper al desconocer sus verdaderas intenciones. Se dice que el niño es "una tábula rasa", que las experiencias se van escribiendo en él de modo que van formando en su ser una personalidad; luego se va desarrollando un patrón de valores morales que responde a la educación al que ha sido expuesto el infante. Al tomar lo anterior, podemos considerar la tesis expuesta por SK en El Alumno Aventajado, donde vemos como el mal llega a pervertir al joven protagonista de esa historia, en la cual se detalla la enfermiza y simbióticamente vampirírica relación entre Todd Bowden y un viejo nazi. También el mal contagia los infantiles espíritus en el clásico cuento Los Chicos del Maíz, y se posesiona de los cuerpos como en el caso del otrora tierno Gage Creed, ahora convertido en un cruel zombi caníbal en el ya nombrado Cementerio de Animales. El mal desea la pureza, para mancharla con su mácula y hacer posesión de sus cuerpos, tal como si fuera un recipiente, como sucede en el cuento Abuela. Pero no hay mayor maldad que la de confundir a los inocentes y convertirles al pecado (sino recuerden el mito de la expulsión del Paraíso y la Caída del hombre); o sea, la maldad quiere descendencia, algo que SK describe muy bien en su guión original para La Tormenta del Siglo, con la búsqueda que tiene Linoge de alguien, en este caso un niño, que sea su heredero.
   Por último, para finalizar este apartado, se ha postulado acerca de la existencia del mal puro, tema muy recurrente en la literatura de terror. De este modo qué no puede ser más horrendo que conectar lo de la "tábula rasa" a un mal originario: quiero decir, a una maldad con forma de niño como en Hay Que Aguantar a los Niños, donde una maestra se enfrenta a tal abominación (cruel ironía, pues más de un profesor ha tildado a sus pequeños alumnos como monstruos y es así, como en este caso la profecía se autocumple).

II - Los Maestros.

    Cualquier lector que se jacte de ser un verdadero admirador del llamado "Rey del Terror", sabe que nuestro querido SK, aparte de ser escritor, ostenta el título de Profesor de Literatura y Lengua Inglesa (este título que pongo aquí es una aproximación al que realmente tiene).

    Debido a esta razón durante unos cuantos años gran parte del dinero que ganaba era gracias al arte de enseñar, algo que en todo caso ha seguido haciendo a través de sus escritos y conferencias. Yo mismo soy profesor (con un título similar al descrito arriba) y sé muy bien que si se es profesor, se es siempre, en todo momento y en la cosa más insignificante puede aflorar esta faceta de uno mismo. Bueno, lo mismo sucede con SK.
   Un escritor debe tener dominio sobre sus historias, sobre lo que nos cuenta, y si sabe poco o apenas domina una materia que va abordar, es necesario que investigue al respecto, de modo de no quedar mal frente a ojos de quienes sí tienen conocimiento acerca de ello. La primera herramienta que tiene un artista para crear su obra (o "recrear" el mundo) es su propia vida como individuo, o sea, cada una de sus vivencias personales.
    De este modo, un escritor escribe sobre lo que conoce y qué no conoce tan bien SK que el mundo de los profesores (y claro, por supuesto, igualmente el de los escritores).
    La primera parte de este ensayo la terminé refiriéndome a un cuento titulado Hay Que Aguantar a los Niños, que retrata la horrible experiencia de una maestra con sus especiales alumnos. Si consideramos otras obras de SK, y tomamos en cuenta lo que sabemos de los profesores (que debido a su profesión están expuestos a trabajar con personas de todo calibre, puesto que lo que hacen es una labor social y en sí la sociedad es bastante heterogénea; además de que no todo el mundo trabaja tan íntimamente con individuos inmaduros como lo son los niños y adolescentes), podemos darnos cuenta del giro dramático que toman las situaciones "kingnianas" al ser vividas por un profesional de la educación. Sin embargo, uno también podría decir que la experiencia de los maestros de por sí les ayuda de antemano a enfrentarse a esos horribles escenarios en los que SK los ubica, puesto que en todo momento el profesor sabe que está propenso a vivir hechos inesperados y que debe tomar rápidamente decisiones cuyas repercusiones pueden ser variadas.
   Tomemos como un primer caso, y quizás el mejor de todos, el de uno de los héroes clásicos de SK: me estoy refiriendo al de John Smith, atribulado protagonista de La Zona Muerta. John Smith es un maestro que debido a su facultad precognitiva (al contacto con las personas y objetos puede saber el pasado y/o futuro de las personas), se ve involucrado en la difícil tarea de cambiar el destino de los individuos, siempre y cuando se decida a actuar una vez entrado en conocimiento al respecto. Es así como el personaje se encuentra con el conocimiento de quién es el "Asesino Escurridizo" que está asolando el malogrado pueblo de Castle Rock, y luego para rematar se encuentra en al encrucijada de evitar solitariamente un holocausto mundial.
    El protagonista de esta novela, al igual que otros profesores de la obra de King, es un sujeto sensible, obligado a llegar al límite de sus fuerzas para defenderse, pese a que necesariamente no alcanza a disfrutar totalmente del fruto de sus sacrificios (por lo que a la larga sus triunfos, son triunfos morales, puesto que al menos todos los profesores de SK que recuerdo, mueren al final de sus máximas proezas). Tanto John Smith, como Andy McGee de Ojos de fuego y el maestro protagonista del relato A Veces Vuelven, responden al estereotipo del héroe solitario, melancólico y trágico; son personajes perseguidos por su pasado, a quienes se les ha negado toda posibilidad de tener una vida normal. Debido a lo anterior, pueden llegar a ser algunos de los personajes más patéticos de SK, como igualmente algunos de los más humanizados.

III - Los Escritores.

    Desde su ya lejana tercera novela publicada, El Resplandor, SK usó a un escritor como protagonista (Jack Torrance, en todo caso un escritor frustrado); es así, como hasta nuestros días SK ha hecho pulular entre gran parte de sus obras a gente como él, dedicada al fino arte de escribir. Por supuesto, no todos los personajes kingnianos que son escritores son iguales, aunque sí mantienen elementos comunes unificadores, debido a las cualidades que poseen, así como en la intención de su creador para hacerlos protagonistas de sus novelas y cuentos.
    Un artista, y en especial un escritor, es por lo general una persona que tiene una percepción distinta de la vida, al igual que una mente amplia que le permite no caer en convencionalismos y prejuicios; es un demiurgo capaz de transformar lo que tiene a su disposición, me estoy refiriendo a su experiencia, capaz de crear gracias al gran poder de su imaginación. Por todos estos motivos, el escritor está ligado al mundo de la fantasía, por lo que es otro sujeto que tiene mayores probabilidades de salir airoso frente a cualquier situación que requiera no sólo valor para ello, sino también una fuerza de espíritu que sólo tienen quienes ven más allá de lo aparente (si no lo creen así, basta que recuerden a alguien como Bill Denbrouhg, de It, quien es uno de los mejores ejemplos a la hora de identificar las virtudes morales y espirituales de un escritor).
    Es entonces que nuestro autor favorito hace uso de sus colegas ficticios para reflejar muchas veces lo mejor del mundo adulto. Con esto, no quiero decir que estos personajes sean seres perfectos (no, SK nunca cae en el llamado mal del maniqueísmo, donde los buenos son verdaderos santos y los malos son tan viles que llegan a ser verdaderas caricaturas del mal), sino que dentro de su fragilidad humana poseen tal predisposición hacia la virtud, que son capaces de superar cualquier debilidad, tentación o mal de turno. Consideremos para ilustrar esto al John Marinville de las "novelas gemelas" de Desesperación y Los Reguladores; especialmente la versión de la primera novela es un individuo que pasó durante su pasado por un camino de tribulaciones; alguien que "pisó a fondo" y que muy bien "ya viene de vuelta", puesto que pasó por su propio proceso de decadencia, hasta que los sucesos que le toca vivir en el desértico pueblo de Desesperación le otorgan su oportunidad de purgar y expiar sus culpas: en otras palabras, de redimirse, una vez realizado el sacrificio final.
    Tomemos ahora el caso de personajes como Paul Sheldon, de Misery, Ben Mears de Salem´s Lot y Jim Gardener de Tommyknockers; estos tres escritores sufren sus propios calvarios y al final logran salir adelante, venciendo, el primero de ellos sus impedimentos físicos, el segundo, sus propios terrores infantiles y en cuanto al poeta, su adicción al alcohol. Deben ayudarse a sí mismos para enfrentarse luego a los propios monstruos que se han cruzado en sus vidas.
    Cada uno de los distintos tipos de personajes de los que hace uso SK le sirve de vehículo para reflejar según su caracterización un tema en específico, un arquetipo de persona o conducta en especial (bueno, en realidad esto lo hacen todo los escritores, pero en SK es algo que se nota mucho más que en otros autores). Pero en cuanto a los personajes escritores, de vez en cuando SK se permite utilizarlos para mostrar en ellos y en las tramas en las que se desenvuelven, aspectos propios del mundo editorial y artístico. Si comenzamos a enumerar ejemplos de estos "espejos" de esa particular realidad, podemos volver a nombrar a Paul Sheldon, quien lleva sobre sus "ficticias" espaldas la entendible preocupación de las personalidades públicas, en especial de los artistas, de ser víctimas de su fama, la que se ha materializado tristemente bajo la figura de su "admiradora número uno": la enfermera psicópata Annie Wilkes (una persona "anónima" está menos expuesta al peligro que alguien conocido y reconocido). También podríamos traer a la memoria al escritor protagonista del cuento La Balada del Proyectil Flexible, personaje ligado a la locura, algo tan propio de los artistas, puesto que en muchas ocasiones la genialidad está relacionada con la locura y a todo tipo de trastornos emocionales.

    También merece ser nombrado Peter Jefferies, el detestable pero exitoso escritor del cuento La Dedicatoria. Tal como nos cuenta SK en las notas a su volumen de cuentos Pesadillas y Alucinaciones, él ya había tenido la mala suerte de conocer a otros autores cuya virtud literaria no iba de la mano con su virtud moral. Es así como en este cuento, SK desmitifica la idea de que todo artista es una persona honorable, y es que si comenzamos a rastrear la vida de algunos de ellos, podemos darnos cuenta de que grandes personalidades dejan que desear bastante desde el punto de vista humano. Sin embargo, el otro escritor que aparece en esta historia, el humilde Peter Rosewall, resulta ser su opuesto, siendo además un afro americano, y no el típico "gringo", con lo que el carácter simbólico de este último se acentúa a la hora de resaltar lo mejor de la humanidad.
    Para finalizar, otro temor de los escritores, es el que tienen al famoso "Síndrome de la página en blanco", consistente en un verdadero bloqueo para inspirarse y escribir. Resulta interesante considerar lo que sucede con Mike Noonan de Un Saco de Huesos, quien luego del trauma que le produce la muerte de su esposa, sufre de este mal. SK supo retratar muy bien este problema y pocos años después de escribir y publicar este libro vivió en carne propia (¡gracias a Dios fue sólo un impase!) este trastorno; me estoy refiriendo al triste episodio que lo llevó al borde de la muerte, luego de ser atropellado durante 1999. No obstante SK, con esa voluntad que bien sabe dar a los héroes y heroínas de sus libros, logró superarse y salir adelante.

La Cultura Popular en Stephen King.


    Mucha gente se preguntará sobre el verdadero motivo acerca del enorme éxito que ha tenido mi escritor favorito durante su carrera literaria, poniendo énfasis seguramente en ninguna otra cosa más que una inteligente operación de marketing (olvidando de seguro las dotes artísticas del señor King, que muy bien son un gran motivo como para mantener un público fiel durante tantos años). Sin embargo, no es mentira que tanto Stephen King como sus representantes y editores han sabido manejar de manera adecuada todo esto, pero ello es no más un aspecto de un todo mucho más complejo y al que no le corresponde a este texto profundizar.
    Si nos detenemos a pensar en el artista como un individuo capaz de reflejar en su obra su propio mundo interior, podemos ver que esta propia subjetividad es capaz de hacerse universal, de tal modo que el espectador llega a apreciar en ese arte sus particulares vivencias e inquietudes. Esto es porque una obra de arte lo es tal en la medida que va más allá de la novedad de su creación y logra producir una identificación del público con ella misma. Es por esta razón que los llamados clásicos perduran en el tiempo y le sobreviven a su autor. Lo anterior, poniendo nuestra atención tan sólo en el terreno literario, para no extendernos demasiado en los ejemplos, puede contemplarse muy bien en lo que sucede con figuras como Shakespeare, Cervantes, Alejandro Dumas, Lovecraft y Asimov (la lista es más que numerosa, así que pido disculpas por no incluir a algún otro autor que bien merece estar nombrado). De este modo quien realmente conoce el trabajo de Stephen King (de ahora en adelante me referiré a él como "S.K." para hacer más rápida la escritura y lectura de este texto), con justa razón puede admitir y declarar a los cuatro vientos que S.K. se ha transformado hoy en día en un clásico contemporáneo; puesto que también es referente obligado a la hora de hablar sobre el desarrollo de la literatura de terror, o la literatura en general, durante las tres últimas décadas.
    Al seguir la idea de arriba de que el artista logra producir con su trabajo una identificación con el espectador, podemos darnos cuenta de que las vivencias personales de cada autor, así como sus propias creencias, encuentran en el receptor a alguien que puede llegar a compartir aspectos vitales importantes. Esto sucede en el mejor de los casos cuando artista y público, por ejemplo, tienen la misma concepción religiosa, vivieron el mismo hecho histórico o sufrieron una similar repercusión en sus vidas por este hecho (la Guerra de Vietnam para cierta generación de gringos, o algunos conflictos de la niñez, para nombrar sólo algunos casos).
    Bueno, esto mismo sucede con la magna obra de S.K., quien con todos sus relatos se ha transformado en un "fotógrafo" y testigo viviente de nuestra actualidad. Es así como nuestro escritor favorito constantemente reseña en sus cuentos, relatos y novelas a estas "vivencias compartidas", incluso en detalles tan mínimos como las constantes referencias a la música rock, a películas, a la literatura popular, etc.
    Debido a todo esto, el lector de S.K. contempla desde "fuera" su personal realidad y se da cuenta de que no está solo, que hay otros que han disfrutado con similares vivencias (por ej:. el gusto por la lectura a temprana edad como sucede con los protagonistas de It), que comparten algunas de sus opiniones (las reflexiones y discusiones de los personajes de Insomnia acerca de la vida misma y la vejez) o han sufrido algo parecido (el trauma por la muerte de un ser querido y el mismo miedo a la muerte en Cementerio de Animales). También aquí es fácil encontrar ejemplos, pues vasta con tan sólo ponernos a recordar nuestras lecturas y detenernos en aspectos como estos.
    No recuerdo muy bien si fue en la revista Fangoria (popular edición dedicada al terror en todas sus expresiones, de origen norteamericano y con traducción española ya en dos ocasiones), o en otra parte, que durante mi adolescencia leí que la literatura de S.K. se caracterizaba por ser de la temática "Terror-en-el-patio-de-tu-casa" ¿Y qué quiere decir esto? Significa nada menos que sus escritos tratan sobre personajes comunes y corrientes (profesores, niños, vendedores ambulantes, escritores y otros) que, tan sólo cruzando un delgado margen de su vidas cotidianas y normales, se encuentran enfrentados a situaciones límites que hacen peligrar tanto su cordura como sus vidas (el caso de Roland de la saga de La Torre Oscura es algo aparte, pues a diferencia de la mayoría de los personajes kingnianos, él es un héroe, y no un antihéroe, que tiene muy clara su propia misión).
    Si bien, por lo general, la literatura de terror consiste en ubicar a sus protagonistas en situaciones límites, donde la credibilidad de las situaciones es reemplazada por el desborde de la imaginación, se beneficia la materialización de los temores que subyacen en el alma humana. El propio S.K. hace esto, pero él acentúa lo anterior haciendo que sus personajes se crean en la comodidad de sus monótonas vidas, hasta que de golpe la frágil normalidad se rompe e irrumpe lo siniestro (como cuando el protagonista principal de La Niebla va de compras al supermercado y se queda encerrado con todos los que están allí rodeados por una peligrosa niebla llena de monstruos; o como sucede con los diversos viajeros de sus páginas que durante sus trayectos llegan a pueblos tal como en Los Chicos del Maíz, La Estación de las Lluvias y ¿Sabes? Tienen Un Grupo De la Leche).
    Sucede entonces que los protagonistas de las obras de S.K. son seres comunes y corrientes, que sólo quieren vivir lo más cómodamente posible, y que hasta que no se ven obligados a sacar fuerzas de flaqueza y lo mejor de ellos mismos, no tienen nada de particular. De esta forma los libros de S.K. están llenos de referencias a la llamada cultura pop, puesto que sus personajes participan de ella como el típico ciudadano de clase media o baja estadounidense actual. Si quisiéramos encontrar un registro sobre las costumbres de una determinada época o cultura, y no contáramos con ningún testigo viviente o archivo audiovisual, nos bastaría con revisar la literatura correspondiente para encontrar la información que necesitamos: algo que muy bien la literatura de S.K es un ejemplo a la hora de reflejar nuestra realidad. Debido a todo esto, encontramos constantes alusiones sobre MacDonalds, Star Wars y Star Trek, películas como Fui Un Hombre Lobo Adolescente, El Monstruo de la Laguna Negra y Frankenstein, cantantes y grupos como Freddy Mercury, Bob Marley y Elvis Presley, escritores como H.G. Wells y sus tubos de morlocs en su novela La Máquina del Tiempo, automóviles como Cadillac y Plymouth, figuras de la televisión de su país y el cine como el Payaso Bozo y Arnold Schwarzenegger, así como muchos otros más ejemplos.
    Hace poco más de una década atrás, el Ministerio de Educación del Gobierno de Chile publicó un texto para tercer año de enseñanza media, donde los autores de dicho libro hacían una distinción bastante peyorativa ente "Literatura Culta" y "Literatura de Masas". En el primer grupo consideraban a todos aquellos autores de reconocida intelectualidad (más bien políticamente correctos), y comprometidos con ciertas ideologías. El texto en cuestión, dirigido a un público adolescente, a quienes se suponía se debía motivar a la lectura quitando todo prejuicio de por medio, consideraba que sólo estos escritores "cultos" valían realmente la pena desde el punto de vista más artístico y trascendente. En cambio el segundo grupo era sólo literatura desechable, considerándose que el sólo objetivo de entretener era algo banal y digno de reproche; es así como la ciencia-ficción, la fantasía, el terror, la novela negra y policial eran mal mirados por estos supuestos literatos. Como autores de "masas" se nombraban a escritores de la talla de Philip K. Dick, Arthur Conan Doyle, Patricia Highsmith, Anne Rice y nuestro Stephen King. Por otro lado se decía sobre los autores de "Literatura de Masas" que estos se apropiaban de los gustos de un público determinado para entregarles productos prefabricados con el sólo objetivo de vender, entre otras estupideces capaces de sacar de sus casillas a cualquier lector o estudioso que realmente sabe del tema. Resulta interesante contrastar la opinión de gente así (que apenas es conocida en un reducido círculo de intelectuales o intelectualoides) con la de personajes como Jorge Luis Borges o Cortázar (quienes en este libro están señalados como escritores "cultos"), los cuales siempre supieron valorar la literatura fantástica y policial, escribiendo incluso ellos mismos relatos de este tipo o, en el caso de Borges, desarrollando tratados y publicando recopilaciones al respecto.
    Todo esto nos lleva de nuevo al campo de la cultura popular, la literatura de terror y el propio S.K., puesto que no es que el artista se apropie de los gustos de un público determinado, pues es al revés, ya que es el público quien elige un determinado tipo de arte según sus propios intereses. Además, si se encuentra a un autor que tenga más de una conexión vital con uno mismo, mejor para uno.
    Si bien durante la primer mitad del siglo XX Howard Phillips Lovecraft revitalizó la literatura de terror, transformando el ya añejo cuento sobre fantasmas y aparecidos en una oscura historia con todo un trasfondo mitológico y metafísico de por medio, S.K. hizo su propio aporte a partir de las cuatro últimas décadas de este tiempo, al introducir al hombre común como uno de los temas principales de su obra y en general en la literatura de terror, y poniendo a la cultura de masas como herramienta para resaltar esta misma condición de su simplicidad.
    Por último, y resumiendo lo antes expuesto en este ensayo, sería bueno recordar estos aspectos del trabajo de S.K., que se transforman no sólo en un medio para el entretenimiento y el ejercicio de la imaginación; y es que cada una de las ficciones de nuestro autor favorito (sea de terror, ciencia-ficción, fantasía o "realista") es un muestrario, entre otras cosas, de lo que es el pueblo norteamericano de finales del siglo XX, así como de principios del XXI. Stephen King nos cuenta cómo son sus congéneres, cómo piensan y viven, cuáles son sus sueños y miedos. Luego, al ubicar al pueblo estadounidense dentro del género humano, por extensión, nos encontramos con un registro de lo que somos como especie, independientemente de la profundización de nuestras similitudes y semejanzas con quienes nos rodean.
    Por ende, no hay mejor medio para conocer quiénes somos que a través del arte, y no hay forma tan entretenida como leyendo un buen libro, mejor si ese es del propio S.K.
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