viernes, 20 de septiembre de 2013

La Otra Fantasía: “El Imperio Final” de Brandon Sanderson.




      Desde la Antigüedad, se han contado innumerables historias donde un personaje debe realizar un viaje de corte iniciático (entiéndase esto como una aventura que implica una extensa odisea, durante la cual el héroe de turno mientras lleva a cabo su desplazamiento físico, va creciendo como persona, madurando y convirtiéndose en un mejor sujeto de lo que era al salir de la protección de su hogar; por último, gracias a las distintas pruebas que debe superar para conseguir su objetivo, logra obtener un preciado beneficio y el cual por lo general corresponde también a la obtención de la sabiduría).  A su vez esta ancestral tradición narrativa, propia de la mitología y de las leyendas medievales y textos que se nutrieron de su tradición, fue acogida por la moderna literatura a través de la creación de tantos relatos y novelas, que hoy en día resulta una pesada tarea hacer un catastro de todos los títulos disponibles.
     No obstante durante estos últimos años un autor quiso darle un aire fresco a lo que él bien considera El Síndrome de Campbell, debido a su idea de que los escritores del género no se permiten escapar a las normas preestablecidas por este tipo de literatura y que bien tiene como fuente de inspiración los pasos decretados por Joseph Campbell en su famoso ensayo El Héroe de las Mil Caras (donde el estudioso se permite analizar comparativamente numerosas narraciones clásicas de este tipo).  De este modo fue el mormón practicante estadounidense, claramente discípulo de otro miembro de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días, Orson Scott Card, llamado Brandon Sanderson, quien se dispuso a la tarea de renovar el género.  6 libros ya había escrito sin ser aceptado por alguna editorial, cuando casi de forma mágica por fin logró que le publicaran el séptimo, Elantris, novela con la cual de forma rápida logró la fama y la aprobación de la crítica especializada como la de los lectores.   El reconocimiento de su talento fue tal, que la viuda de otro importante autor de fantasía recientemente fallecido, Robert Jordan, le pidió personalmente que acabara la última novela de su extensa y premiada saga La Rueda del Tiempo; así fue como Sanderson tuvo dicho honor y cumplió con el reto, prometiendo además continuar con las ficciones de su predecesor.
El autor de esta preciosa novela.
     En el transcurso del 2006, un año después de ser editado Elantris, sale a la luz  El Imperio Final, primera parte de la tetralogía titulada como Nacidos de la Bruma.  La trama sucede en un lugar llamado justamente El Imperio Final, el cual se haya marcado por la ceniza que día a día despiden sus numerosos volcanes, de modo que este mundo resulta ser un sitio agreste y en el cual solo las especies más fuertes han logrado sobrevivir, razón por la cual las flores apenas son un recuerdo y de fenómenos naturales como la lluvia, la nieve y el cielo azul apenas se sabe.  A su vez esta tierra se haya bajo una cruel dictadura de tipo religioso, centrada en la figura de su único mandatario y dios, el Lord Legislador, quien durante mil años ha dominado con dureza a su gente, manteniendo además una sociedad en la cual existen tres clases sociales claramente diferenciadas: Los nobles, quienes poseen todo tipo de privilegios económicos y llevan una vida monótona, puesto que pese a todo su poder son de igual manera controlados por el Lord Legislador; los skaa, los cuales viven en la miseria, siendo esclavos para los anteriores, además de que los nobles en su mayoría realizan todo tipo de abusos contra ellos; y por último, los terrisanos, una raza ancestral de la que quedan muy pocos y que trabajan como sirvientes para los nobles, debido a sus numerosas habilidades, aunque son tratados con deferencia por estos.  Entre estos tres, siendo los representantes de la autoridad, se encuentran los Obligadores y los Inquisidores, quienes no se llevan bien entre sí; los primeros administran y mantienen la burocracia del Reino Final, mientras que los otros manejan con puño de hierro la justicia (que siempre es punitiva) y poseen una gran fuerza, además de una imagen aterradora debido a sendos clavos que atraviesan sus ojos hasta salir por detrás de sus cráneos.
     Los protagonistas son un grupo de skaa que desean provocar la rebelión definitiva contra el Lord Legislador y su infame gobierno, deshaciéndose además de los crueles nobles y por supuesto, de los Obligadores y los Inquisidores.   Entre estos personajes hay unos cuantos brumosos, individuos que poseen distintos tipos de poderes según el metal que sean capaces de metabolizar, al ingerirlo en pequeñas cantidades.  A su vez existen unos pocos llamados nacidos de la bruma, quienes pueden metabolizar todos los metales, razón por la cual cuando los consumen, adquieren todas las extraordinarias capacidades que en el caso de los brumosos solo corresponden a un tipo por cada persona.  Esta habilidad de adquirir poderes de dicha forma, recibe el nombre de alomancia; en contraposición a este tipo de magia se encuentra la feruquimia, basada también en el uso de los metales, pero utilizándolos como recipientes de energía y luego pudiendo acceder a gusto a otro tipo de poderes gracias a ello.
     Como este libro parte con el principio de Sanderson de alejarse del llamado Síndrome de Campbell, la mayor parte de la acción ocurre en el mismo sitio, es decir, el Imperio Final y precisamente en su capital Luthadel.  Por ende el viaje físico no es el elemento que lleva a los personajes a la aventura, si no que lo es el estado político y religioso en el cual se encuentra inmerso este reino, de modo que son las motivaciones sociales de estos las que permiten que se desarrollen los acontecimientos.  Como ya se ha afirmado aquí, no hay viaje físico o más bien a éste no se le otorga mayor relevancia; en cambio sí toma un rol fundamental el viaje interior o espiritual, por cuanto los dos personajes centrales del libro a lo largo de él pasan por una serie de eventos que los marcan lo suficiente como para crecer en su fuero interno.
    Otro elemento que bien llama la atención dentro de esta obra de fantasía, es que se aleja a su vez de la ambientación de corte medieval, tan cara a las narraciones del género; de este modo el mundo descrito en esta novela pareciera más bien ubicarse en un periodo posterior a la Edad Media, puesto que su constante mención a las plantaciones de las que los nobles son los dueños (algo tan propio de un sistema económico y administrativo de una sociedad esclavista como la estadounidense de los siglos XVII y XVIII), las fiestas a las que acostumbran organizar estos mismos y hasta la inesperada mención de un reloj de muñeca, nos hacen la idea de un mundo mucho más cercano temporalmente a nosotros, que el visto en otros trabajos de este tipo de literatura.

Tal como su “maestro”, Orson Scott Card, Brandon Sanderson demuestra en este libro un hondo sentido religioso al otorgarle a la teología un papel destacado dentro de la vida de sus personajes.  En primer lugar se encuentra la figura del Lord Legislador, un  hombre que se ha convertido en un dios y a partir de entonces, domina con autoritarismo a su pueblo; a este ser no se le ama, ni se le respeta, si no que se le teme, al igual que a muchas divinidades de teologías del mundo real y de características similares.  No obstante a lo largo del desarrollo del libro, se entra en conocimiento de la existencia de muchas otras religiones, todas estas en cambio benignas, pero que fueron extinguidas por el propio Lord Legislador tras su ascensión.  La novela deja bien claro que una fe religiosa solo vale si posee creyentes de verdad, quienes abracen sus dogmas por elección propia y no por obligación; a su vez cada una de las ideologías presentadas en el texto, se muestran como algo que vela por el crecimiento espiritual y la felicidad de sus devotos, a diferencia de lo que proclama el Lord Legislador, quien solo se preocupa de imponer cierto orden y la obediencia ciega.  Por último, se expone en el libro la concepción de que un individuo de carácter excepcional se puede transformar para los demás en una fuente inspiradora de connotaciones divinas, a tal punto de nacer una nueva religión que logre darle sentido a la vida de las personas; de este modo los procesos sociales bien son los gestores de la aparición de las religiones dentro de una comunidad (tal cual se puede evidenciar a lo largo de la historia real). 
    Considerando la loable tarea de los protagonistas del libro, consistente en liberar a su pueblo de la opresión de un dictador, la novela aborda también el tema del liderazgo; esto al darle preponderancia al proceso por el que debe pasar uno de los dos personajes principales, todo para transformarse en el cabecilla correcto de la rebelión que se está gestando.  Así es cómo a lo largo de sus varias páginas, este personaje que en un principio estaba movido más por el rencor, el deseo de venganza y la vanagloria, descubre con el paso del tiempo el placer de servir desinteresadamente a otros con su labor de líder.  Por ende, considerando estos antecedentes y otros ya comentados arriba, con El Imperio Final  estamos frente a una ficción que va más allá de la lectura de sana entretención, ya que se trata de una obra compleja con más de una lectura.  Derivado de esto, se encuentra además la relevancia que le otorga el libro al trabajo en equipo para poder conseguir un bien común, algo propio de los individuos ejemplares que se espera estén en el poder; de este modo, la labor en conjunto entre individuos con distintas características, pero con los mismo valores morales e intenciones, bien permite que se puedan conseguir los objetivos y con ello alcanzar lo mejor para la comunidad (de este modo tal como se verá en la novela, un buen gobierno funciona solamente si está bien organizado atendiendo a las virtudes y potencialidades de cada uno para sacar provecho de ello).
    Otro valor destacable en el libro resulta ser la amistad, que acá se ve como la relación que permite que la coprotagonista logre superar sus propias taras y dejar de lado su soledad; todo esto gracias a que las circunstancias la llevan a aprender a confiar en los demás, como también a valorarse a sí misma, una vez que ve en los ojos de los otros la importancia que le otorgan como persona.  A su vez es en la tolerancia y la aceptación de que no estamos solos, que necesitamos a los demás, que la misma empresa de la rebelión es posible.  Cabe decir que este patrón cultural desde tiempos inmemoriales ha sido fuente de numerosas historias y en El Imperio Final no falta la fraternidad como la inspiración para heroizar a los personajes, gracias al ejemplo que los demás se dan entre sí, como también por el simple hecho de querer proteger a quienes se ama.
    Al leer la trama central del libro, el narrador nos regala al comienzo de cada capítulo, el fragmento de otro texto escrito en primera persona y que por lo que se va dejando claro a medida que avanzan las páginas, tiene clara relación con la novela.  Luego nos enteramos de la procedencia de dichos fragmentos, quién es su autor y la importancia que puede tener tal documento (bastante antiguo, por cierto) para el desarrollo de los sucesos posteriores.
    A diferencia de muchas obras de fantasía épica, en el libro no hay dragones, hechiceros convencionales, elfos, trasgos, trolls y otros seres similares que tanto abundan por ahí.  Si hay unos cuantos espectros de la bruma, criaturas bastante extrañas, que en circunstancias extraordinarias pueden superar su propia naturaleza (y que bien en esta saga tendrán un destacado papel de forma inesperada).  Ya se ha comentado arriba que muchos de los personajes poseen extraños poderes; estos corresponden a las habilidades de atraer y repeler metales, lo cual bien permite dar saltos increíbles y/o volar; también están las destrezas de fuerza y resistencia aumentadas, influir en las emociones de los demás, entre otras.  Las batallas entre individuos con estas capacidades, se describen a lo largo de este tomo, con una vitalidad tal que pareciera estar viendo un filme de artes marciales o de superhéroes o bien estar frente a personajes de animé; los momentos en los que se narran dichos enfrentamientos, resultan estar llenos de emoción adrenalínica.   A continuación un fragmento que ejemplifica muy bien lo recién afirmado.

    “El lanzamonedas gritó cuando se acercó. Vin disparó una moneda contra él. El hombre, naturalmente, la devolvió de un empujón, pero Vin se ancló contra el tejado de bronce y avivó acero, empujando a su vez con firmeza.
     El empujón de acero del hombre, transmitido de la moneda a Vin y al tejado, lo lanzó por el aire. Dejó escapar un grito mientras se perdía en la oscuridad. Era sólo un brumoso, no podía tirar de sí mismo para volver al tejado.
     El otro lanzamonedas trató de rociarla de monedas, pero Vin las esquivó con facilidad. Por desgracia, no era tan necio como su compañero y soltó las monedas poco después de empujarlas. Sin embargo, estaba claro que no podía golpearla. ¿Por qué entonces...?
    ¡El otro nacido de la bruma!, pensó Vin, y rodó mientras la figura saltaba de la oscuridad con los cuchillos de cristal destellando en el aire.
    Vin apenas logró apartarse. Tuvo que avivar peltre para recuperar el equilibrio. Se incorporó junto al violento herido, que intentaba levantarse, debilitado. Avivando de nuevo peltre, Vin le hundió el hombro en el pecho al hombre, apartándolo de un empujón. Éste se tambaleó, todavía sujetándose el costado sangrante. Luego resbaló y cayó por la claraboya. El fino cristal tintado se hizo añicos y los oídos de Vin amplificados por el estaño oyeron gritos de sorpresa abajo, seguidos de un golpe cuando el violento llegó al suelo.
    Vin alzó la cabeza, sonriendo con malicia a la aturdida Shan. Tras ella, el segundo nacido de la bruma maldijo en silencio.
    —Tú... Tú... —farfulló Shan, los ojos ardiendo peligrosamente de furia en la noche.
    Acepta la advertencia, Elend, pensó Vin, y escapa. Es hora de que me marche.
    No podía enfrentarse a dos nacidos de la bruma a la vez: ni siquiera podía derrotar a Kelsier la mayoría de las noches. Avivando acero, Vin se lanzó hacia atrás. Shan dio un paso adelante y, con decisión, se impulsó tras ella. El segundo nacido de la bruma la imitó.
    ¡Demonios!, pensó Vin, girando en el aire y tirando de sí hacia el borde del tejado, cerca de donde había roto la vidriera. Debajo corrían figuras y sus linternas iluminaban las brumas. Lord Venture probablemente pensaba que la confusión significaba que su hijo había muerto. Le esperaba una sorpresa.
     Vin se lanzó de nuevo al aire, saltando al neblinoso vacío. Oyó a los dos nacidos de la bruma aterrizar tras ella, luego se impulsó otra vez.
     Esto no va bien, pensó nerviosa mientras recorría las corrientes de aire. No le quedaban monedas, ni tenía dagas..., y se enfrentaba a dos nacidos de la bruma bien entrenados.
    Quemó hierro, buscando frenéticamente un anclaje en la noche. Una línea azul, moviéndose despacio, apareció bajo ella a la derecha.
    Vin tiró de la línea, cambiando su trayectoria. Se lanzó hacia abajo: la muralla de la fortaleza Venture apareció como una sombra oscura. Su anclaje era el peto de un desafortunado guardia de la muralla que se agarraba frenético a una de las almenas para no ser arrastrado hacia Vin.
     Vin chocó contra el hombre con los pies, luego giró en el aire brumoso, volviéndose para aterrizar en la fría piedra. El guardia se desplomó, luego gimió, agarrándose desesperado a su asidero de piedra mientras otra fuerza alomántica tiraba de él.
     Lo siento, amigo, pensó Vin, soltando de una patada la mano del hombre de la almena. El guardia salió inmediatamente despedido hacia arriba, como impulsado por un poderoso cable”.

    La novela se encuentra escrita desde el punto de vista de los dos personajes principales, los nacidos de la bruma Kelsier y Vin, si bien unos pocos capítulos centran su protagonismo en el noble Elend; a su vez la primera parte del intenso Prólogo y un breve capítulo de bien avanzada esta obra, se encuentran centrados en otros personajes que no volverán a salir dentro del libro, aunque sus puntos de vista permiten dejar claro como nunca el impacto de los eventos que se están desarrollando.
    A lo largo de esta extensa novela, se presentan numerosos momentos de gran carga dramática, emotivos y narrados con una delicadeza que le otorga cierta poesía a la prosa de su autor; aún no llega a la sublimidad narrativa del maestro de Sanderson, Orson Scott Card, pero sí promete varios episodios inolvidables y el desarrollo de personajes en verdad entrañables.
    Por último, cabe destacar los siguientes personajes en el libro.

  • Kelsier: Único sobreviviente de las minas de un preciado mineral y de las cuales solo el Lord Legislador es el dueño.  Su experiencia en dicho lugar lo llevó a convertirse en uno de los nacidos de la bruma más poderosos.  En su deseo de vengarse de su opresor, decide liderar el grupo de resistencia definitivo contra el dictador para derrocarlo de una vez.  En el proceso este sujeto atractivo de personalidad carismática y extrovertido, cambia a tal punto que su propósito toma ribetes mucho más heroicos de lo que él mismo pensaba en un principio, cuando decide cobrarse contra el Lord Legislador. 
  • Vin: Adolescente que vivió toda su vida como ladrona en situaciones bastante deplorables, hasta que es descubierta por Kelsier e invitada a formar parte de su grupo de resistencia.  Acostumbrada a desconfiar de la gente y a ser autosuficiente, durante su nueva vida junto a quien seria su maestro y a los que llegarían a ser sus primeros amigos, la chica descubre valores como el compañerismo, la lealtad y el autosacrificio en pos de un bien en común.   Su proceso de crecimiento espiritual resulta ser en la novela uno de los ejes más importantes dentro de esta compleja obra.
  • Sased: Terrisano que participa de la rebelión de Kelsier, quien llega a convertirse en una especie de figura paterna para Vin.  Como el resto de su raza, es alguien de trato afable; a su vez guarda varios secretos que tienen relación con el propósito de su gente de conservar el legado de todas las culturas, que fueron suprimidas por el Lord Legislador cuando éste tomó el poder.  Sased en más de una ocasión tiene una participación increíble e inesperada en este libro.
  • Marsh: El hermano mayor de Kelsier, a diferencia suya es alguien introvertido y de apariencia grave, no obstante también es un individuo honorable y valeroso que accede a ayudar a su hermano y a su grupo a derrotar al Lord Legislador.  En el clímax de la novela, su papel llega a superar cualquier expectativa que se pueda llegar a tener sobre su compromiso con la misión que se le encomienda.
  • Elend: Joven noble miembro de la Casa más poderosa en todo el Imperio Final, quien resulta ser para su padre, una verdadera vergüenza debido su actitud lejana a los propósitos que se supone debería tener alguien de su alcurnia; es así como contra su voluntad, Elend es un individuo estudioso, para nada gustoso de la opulencia de la que acostumbran sus congéneres y que realmente se interesa por los skaa.  Su encuentro con Vin lo marcará para siempre, lo mismo que a la joven nacida de la bruma.


2 comentarios:

  1. Tienen un aspecto muy atractivo, y el arte de las portadas es impresionante, muy bien escogido. Voy a cuidarme de no añadirlos a la cola de pendientes por ahora, hasta que termine un montón de lecturas atrasadas, pero la verdad es que parecen merecer la pena. Saludos amigo Elwin.

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  2. Pues yo tengo muchas ganas de leerme los libros siguientes y no sé si me aguantaré que a el matrimonio amigo que me obsequió este libro para mi cumple me regale el año que viene el siguiente o me compraré yo para Navidad al menos el segundo volumen. Gracias por detenerte otra vez por acá.

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