miércoles, 19 de febrero de 2014

La Patogallina y el teatro chileno actual.


    La Patogallina es una compañía de teatro chilena contemporánea, compuesta por jóvenes profesionales de diferentes áreas artísticas escénicas, quienes desde 1996 han ganado ya prestigio tanto a nivel nacional, como internacional.  De este modo a la fecha han montado 7 obras, presentadas en numerosos festivales de teatro, como en representaciones varias y ganando además varios premios.  Su trabajo se caracteriza por incorporar elementos del teatro callejero popular, humor, música en vivo y el desarrollo de historias basadas en la historia e identidad patrióticas (tema recurrente en nuestro teatro), si bien no por ello sus realizaciones carecen de carácter universal. Otro interesante aspecto de sus realizaciones que no pasa desapercibido, es su preocupación por el cuidado diseño de sus escenografías, lo que se agradece cuando hoy en día la norma (al menos en el teatro chileno) es contar con un escenario más bien pobre y por no decir, espartano; de este modo quien va a ver sus trabajos, se encuentra con un bello trabajo, donde además resalta lo lúdico e ingenioso y que permite transportar al público sin problemas a otra realidad.
     En abril de este año La Patogallina realizará una retrospectiva de todos sus montajes, en Matucana 100, oportunidad que no puede perderse el amante del buen teatro en general, como aquellos que ya han visto obras de esta compañía y desean apreciar aquellas que se perdieron (a su vez es posible repetirse uno que otro título de su repertorio).
     Por cierto, la compañía cuenta con una banda de música popular, La Patogallina Saunmachin, la cual por lo general se presenta en eventos culturales, si bien apenas cuenta con una discografía editada.  No obstante posee varios seguidores, ya que su música es de carácter alegre y mezcla de folclor con rock, ska y ritmos tropicales, lo que la hace del gusto de un amplio grupo de personas.
      Extranjero, el último Hain corresponde a su séptima y última producción a la fecha.  Estrenada en octubre de 2011, aborda uno de los tantos episodios tristes de nuestro pasado: la captura y rapto de aborígenes patagónicos (de las tierras más australes y/o lejanas del territorio chileno), para ser exhibidos en Europa como bestias en los llamados “zoológicos humanos” durante el siglo XIX.   Lo más vergonzoso de todo ello, fue que los inescrupulosos sujetos que se dedicaron a esto, contaban con el beneplácito del gobierno de aquel entonces, puesto que obtenían ganancias económicas con tal acuerdo, ya que no consideraban a las víctimas ciudadanos chilenos, ni mucho menos personas.  Es así cómo esta obra gira en torno a un adolescente, de quien nunca llegamos a saber su nombre, quien justo cuando se encuentra realizando el rito religioso para entrar a la vida adulta, es violentado por los verdaderos extranjeros, quiénes se lo llevan para iniciar un auténtico viaje a los infiernos y donde el muchacho será sometido a varios vejámenes junto a otros expatriados.  Pero no todo es maldad pura entre los supuestos hombres civilizados, puesto que en el intertanto, el joven protagonista conoce a una cuantas personas que sí reconocen en él a un sujeto con derechos y digno de ser respetado, de modo que harán lo posible para salvarlo de su desgracia.

     La obra comienza con una imagen (o escena mejor dicho), en la cual de inmediato se nos trasporta al increíble mundo de los Selk´nam, el pueblo al que pertenece el personaje principal: una tierra fría, pero llena de magia y de naturaleza virgen.  Es así que vemos a un grupo de esta gente marchar a duras penas, batallando contra el viento y la nieve, para luego rendirle tributo a sus dioses y espíritus protectores. El espectador no deja de verse inmerso en medio de esta realidad, la que luego contrastará con cada una de las etapas del periplo forzado del joven Selk´nam.  Ambos mundos se ven opuestos entre sí: cuando el sur profundo se ve cálido, pese a todo, en la llamada “civilización” abunda el horror y falta de belleza de la naturaleza.  Por cierto, todos los personajes llevan máscaras o antifaces, elementos propios del tradicional teatro popular y callejero, por no decir carnavalesco (de lo que se ha apropiado orgullosamente este colectivo artístico).  De este modo, a la hora de crear el ambiente adecuado para “hacernos creer” en la verosimilitud de lo representado, cumplen un papel fundamental dos elementos en concreto:

  • Primero la voz en off que se escucha al principio de la obra y luego al final de ésta (no recuerdo bien si aparece en otros momentos).  Ella es tanto el pensamiento, como la voz misma del protagonista y cumple con la labor de determinar el sentido de lo sucesos mostrados.  Todo a través de un discurso lírico, que no deja de sensibilizar al receptor ante las vicisitudes de quien se expresa.  Su voz incita a la ternura, puesto que prácticamente es la voz de un niño, quien pese a todo se mantiene ingenuo y puro.  Al respecto es importante mencionar que a lo largo de la exhibición los indígenas no hablan, sólo los europeos lo hacen; así es posible escucharlos hablar para legitimar sus atrocidades, como también cuando el pequeño indígena es defendido por quienes lo han llegado a amar
  • Segundo, una impresionante estructura giratoria, armable y desmontable, que se ubica al medio del escenario para usarse como barco, circo, coche a caballos y otros distintos objetos, como sitios; de este modo es posible darles paso a los acontecimientos del drama.  El armatoste, bastante creativo por cierto, en cuestión de segundos nos ubica en espacios diferentes, dando la ilusión de que el tiempo ha pasado y las distancias geométricas se han ensanchado.

    Varios son los temas tratados en este recomendable título, sin olvidar su función de ilustrar un drama que ocurrió en verdad (no sólo en Chile) y del cual apenas se mantiene documentación al respecto, razón por la cual apenas hay conocimiento público de ello.  Por ende es fundamental a la hora de apreciar este drama, identificar  el tópico del “otro” y ello en cuánto al impacto del choque entre dos culturas tan diferentes; a esto se suma la aniquilación de una de ellas de forma violenta, por parte de la que actúa de manera invasora y dominante (y que además se considera a sí misma como superior).  No está demás decir, que este conflicto se ha visto repetido en la historia del mundo desde la noche de los tiempos.  Así es cuando gracias a la voz del protagonista, nos enteramos de que los verdaderos otros, los que actúan de forma irracional, son los “hombres blancos”, quiénes para el Selk´nam y los suyos primero resultan extraños y luego provocan pesar; el muchacho no los entiende y también apenas comprende la razón de sus infortunios.  Es entonces que los verdaderamente irracionales resultan ser quienes se jactan de su poder, mientras que los más humildes demuestran mayor humanidad.  No obstante cada grupo al que pertenecen los personajes, ve al resto como si se estuviera tratando de una especie rara y completamente distinta (sin embargo cuando existe la amplitud de miras y la verdadera comunión, gracias a la presencia de la empatía, es posible el reconocimiento de la calidad humana de quien está frente a uno).  En pocas palabras, lo que nos muestra esta obra, es el choque cultural entre el llamado Viejo Mundo (Europa) y el Nuevo Mundo (América).  En este sentido el título en sí mismo, Extranjero, el último Hain, corresponde tanto a la naturaleza de “transplantado” del protagonista y que ya no se haya entre los suyos, como a su papel de ser el último de su raza y cultura (destinada inevitablemente a la extinción); a su vez el muchacho es un “otro” para el resto de la gente, quienes por su lado son “otros” para él
Uno de los espíritus se presenta ante el personaje principal.
     Otro tema destacable viene a ser la presencia de la religiosidad dentro de la trama, ya que a lo largo de la obra, es posible apreciar la importancia que toma la fe en el pueblo de los indígenas; ello partiendo desde el rito con el que comienza todo, apareciendo además los espíritus en varios momentos significativos del desarrollo dramático (no se puede olvidar que algunos de los instantes más emotivos del guión, muestran a estos seres en plena acción, otorgándole una atmósfera tanto onírica, como mítica).  En cambio los antagonistas se ven como sujetos sin Dios, ni ley.  Los espíritus de la obra son el nexo con la tierra y el pueblo de los raptados; además cumplen la labor de ser los guías, frente a cada una de las pruebas por las que pasan estos mismos.  En cambio los bandoleros son a lo más demonios crueles, carentes de toda comunión con los demás.
    Frente al conflicto en el que se ve inmerso el joven patagón, es posible reconocer además los temas de la soledad y la miseria humana.  El primero de ellos ante la desgracia de ser sacado de su mundo, lejos de su propio pueblo (sentimiento compartido por la mujer con quien le toca vivir la misma desventura) y verse incapacitado de regresar a su tierra. En cuanto a la segunda problemática, ésta se encuentra proyectada tanto en el propio sufrimiento de los nativos expatriados, como en la naturaleza maligna de quiénes comercian con la libertad ajena.
     En cuanto a la música usada para representar este drama humano, resalta en ella su connotación étnica, mezclando los sonidos vocales e instrumentales que representan tanto el mundo indígena, como las fuerzas de la naturaleza que conviven con éste.  La banda sonora ejecutada en plena acción, tal como ya se dijo acostumbra la compañía, no deja de ilustrar la existencia de la realidad Selk´nam, aún cuando ella se haya en sus últimos momentos (por cierto, es posible comprar este soundtrack en un CD con muy bella presentación, en el lugar donde es montada la obra).
    Por último, el poético desenlace no deja de sorprender ante su originalidad, heredero de la literatura y el cine más artísticos, haciendo además que el público termine por hacerse parte del viaje, en el que se ha visto involucrado nuestro desgraciado protagonista.

Nótese la expresividad de las máscaras y el lenguaje corporal
tan presentes en las obras de La Patogallina (y en concreto en esta obra).

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