sábado, 6 de septiembre de 2014

Después de la victoria vienen las verdaderas pruebas.


    El Pozo de la Ascensión es el título de la segunda novela de la saga Nacidos de la Bruma del escritor estadounidense Brandon Sanderson.  Publicada en el año de 2007, corresponde a la continuación “casi directa” de El Imperio Final (puesto que entre un título y otro ha pasado más de un año su desenlace).  En esta secuela es posible saber qué pasó una vez que los valerosos protagonistas de la revuelta contra el terrible Lord Legislador lograron derrocarlo y derrotarlo, consiguiendo por fin dar término a mil años de su rígido control; a su vez pudiendo acabar gracias a ello con el avasallamiento de parte de los nobles, como también de los llamados obligadores y los inquisidores, al humilde pueblo de los skaa.  De este modo, a los héroes en cuestión, o sea, a sus líderes mismos, les toca ahora aprender a gobernarse a sí mismos, de manera tal que cada uno de los estamentos que formam parte de la gran ciudad de Luthadel, logren vivir en armonía en este nuevo estado de las cosas…  Muchas historias épicas de este tipo, algunas medianamente realistas y otras más fantasiosas, llegaban hasta el punto de retratar la esperada victoria de quienes alguna vez fueron oprimidos ¿Pero qué venía después de todo esto? ¿Iba a ser todo tan fácil ahora o acaso se trataba del comienzo de otro tipo de empresa, que requería que se siguiera luchando ahora en un escenario distinto? Sobre todo esto trata esta igualmente entretenida, compleja, emotiva y recomendable novela, que hace que el lector de su predecesora la mire como a un trabajo lejos superior a esa joyita que es El Imperio Final.
     Si el primer tomo de la serie poseía un fuerte cariz político, en esta segunda entrega el tema del papel que cumplen las figuras de autoridad (políticas y religiosas) en una comunidad, en especial en los inicios de una nueva era y de verdaderos cambios sociales, toma un papel relevante y en especial al verse a través de la figura de varios de sus personajes.  Es así que esta mirada crítica mayoritariamente recae en gente como Elend y Vin, quienes vienen a ser los líderes políticos y religiosos respectivamente, ya que gran parte de la narración se detiene en ilustrar cómo cada uno de ellos va asumiendo su cargo, ya no como sujetos que deben encontrarse a sí mismos, si no que como individuos que para el resto vienen a ser la inspiración que los llevará a todos a conseguir el bien común; asimismo su sola presencia y ejemplo como sujetos extraordinarios, llega a convertirse en el punto clave que permite que muchos otros tomen las riendas de su vida y den su propia contribución para que el siguiente nivel en la revolución se dé.  Sin personas como estas, cabecillas y seguidores, como a su vez gente que propague entre el resto las nuevas tendencias, resulta imposible superar la desigualdad social (y más todavía si ello significa acabar con siglos de rígida tradición y un sistema rayano en la inmovilidad social).   Cabe recordar que al desarrollarse estos acontecimientos, los recordados Lord Legislador y Kelsier ya no se encuentran entre los suyos.  No obstante la carga del papel que cumplieron ambos en su mundo, no deja de hacerse presente, razón por la cual todavía siguen siendo importantes como dictador/dios y mesías; por lo tanto cada uno de estos serán las sombras, bajo las que se comparará a los más recientes líderes.
    El libro comienza cuando el reciente gobierno, mezcla entre democracia y monarquía, ve con horror que nuevos enemigos están al acecho; por esta misma razón es que todo se complica aún más cuando luego de que un ejército hostil se ubica fuera de las murallas de Luthadel, no sólo uno más, si no que dos nuevos se suman al asedio y con la intención de conseguir los supuestos tesoros de la ciudad.  Hace rato que ya no hay rebelión, puesto que el pueblo ya consiguió acabar con la antigua opresión, pero sí ahora se presenta una triple amenaza que llevará a las personas a encontrarse en un nuevo estado de intranquilidad y que hará cuestionarse a más de uno acerca de la validez real de haber acabado con el antiguo gobierno… ¿Habrán saltado de la sartén para caer en el fuego? Esa es una interrogante válida para muchos que a lo largo de casi 800 páginas intentarán responder (se) y además buscar la mejor solución para superar sus más recientes tribulaciones.
    Esta obra cobra a diferencia de su predecesora un tono coral, al centrarse los acontecimientos ahora en al menos cinco personajes (siendo no todos de un mismo bando, si no que de grupos contrarios), por lo que es posible conocer mejor lo que está sucediendo en lo que otrora fue conocido como el Imperio Final.  Es así que tanto estos personajes principales, como los secundarios, se encuentran tan bien desarrollados, que logran convertirse en entes entrañables y que aún en sus mismas flaquezas, no pierden sus humanidad que los lleva a ser, quizás, algunos de los mejores héroes y/o villanos de la literatura actual del género de fantasía (en otras palabras, son seres de ficción sin dudas llenos de aristas y tan llamativos, que bien el lector quisiera verlos personificados por grandes actores en una posible versión audiovisual).
    La novela nos regala a su vez dos especies fantásticas y maravillosas propias de este género, dedicándoles varios de los mejores momentos de la narración misma: por un lado se encuentran los monstruosos y grotescos koloss, seres a los que el narrador describe con premura y cuyas intervenciones se convierten en la delicia de los lectores ávidos de criaturas fabulosas (y de pesadilla); su especial naturaleza y anatomía los hace en verdad aterradores, si bien no dejan de causar curiosidad para quien desee saber más acerca de estos.  Con un papel mucho más neutral (o tal vez ambiguo desde el punto de vista moral) se encuentran los kandra, seres de casi desconocida configuración original y con la capacidad de tomar la forma de los seres humanos de quienes se comen sus cadáveres (y de otros seres vivos como se demostrará en el texto); estos cumplen un papel aún mucho más relevante en la trama, en especial porque uno de ellos se convierte en uno de sus personajes secundarios de mayor significancia; por otro lado, su misma sociedad se encuentra mejor detallada en sus páginas y posee aspectos que resultan más que interesantes y les otorga una sublimidad de la que carecen los mismos koloss.  A continuación un fragmento dedicado a estos últimos:

    “En la punta del árbol, Sazed decantó su mentestaño. Los bordes de su campo visual se nublaron, como siempre, pero con la visión aumentada pudo distinguir detalles del gran grupo.
      Tenía razón: era un ejército. Pero no de hombres.
      —Por los dioses olvidados... —susurró Sazed, tan sorprendido que casi perdió el equilibrio. El ejército estaba organizado de la manera más simple y primitiva. No había tiendas, ni vehículos, ni caballos. Sólo cientos de grandes hogueras para cocinar, cada una rodeada de figuras.
      Y esas figuras eran de color azul. Variaban en tamaño: algunas apenas medían un metro treinta, otras eran gigantescas masas de tres metros o más. Pero pertenecían a la misma especie, Sazed lo sabía. Eran koloss. Las criaturas, similares a los hombres en lo básico, nunca dejaban de crecer. Continuaban haciéndose más grandes a medida que envejecían, creciendo hasta que su corazón ya no podía soportarlo: morían debido al exagerado crecimiento de su cuerpo.
      Antes de morir, sin embargo, se hacían muy grandes. Y muy peligrosos.
      Sazed se bajó del árbol, haciendo su cuerpo lo suficientemente liviano para caer al suelo con suavidad. Buscó rápidamente en sus mentecobres. Cuando encontró la que quería, se la colocó en el antebrazo izquierdo y volvió a subir al árbol.
      Buscó un índice. En alguna parte había tomado notas de un libro sobre los koloss... Lo había estudiado intentando decidir si las criaturas tenían alguna religión. Había hecho que alguien le repitiera las notas, para poder almacenarlas en la mentecobre. Había memorizado también el libro, por supuesto, pero pasar tanta información en su mente hubiese deteriorado...
     Aquí están, pensó, recuperando las notas. Las decantó de la mentecobre, llenando su mente de conocimiento.
     La mayoría de los cuerpos koloss cedían antes de cumplir los veinte años de edad. Las criaturas más «ancianas» solían medir seis metros y eran fuertes y rechonchas. Sin embargo, pocos koloss vivían tanto, y no sólo porque les fallara el corazón. Su sociedad, si podía llamarse así, era extremadamente violenta.
     Más emocionado de pronto que aprensivo, Sazed decantó de nuevo estaño para poder ver, buscando entre los miles de humanoides azules, tratando de encontrar pruebas visuales de lo que había leído. No fue difícil detectar peleas. Los encontronazos alrededor de las hogueras eran habituales y, lo más interesante, siempre se producían entre koloss de casi el mismo tamaño. Sazed amplió su visión aún más, agarrándose con fuerza al árbol para vencer la náusea, y echó su primer buen vistazo a un koloss.
      Era una criatura de las pequeñas, quizá de metro ochenta. Tenía forma de hombre, con dos brazos y dos piernas, aunque su cuello era difícil de distinguir. Era completamente calva. El rasgo más extraño, de todas formas, era su piel azul, que colgaba en pliegues. La criatura parecía un hombre gordo al que hubieran quitado toda la grasa sin tensarle luego la piel.
      Y esa piel no parecía demasiado... sujeta. Caía bajo los ojos rojos e inyectados en sangre de la criatura, revelando los músculos faciales. Lo mismo sucedía alrededor de la boca: la piel caía unos centímetros por debajo de la barbilla, dejándole los dientes inferiores y la mandíbula completamente al descubierto.
      Era una visión repulsiva, sobre todo para un hombre que ya estaba mareado. Las orejas de la criatura colgaban, doblándose junto a la línea de su mandíbula. Su nariz era informe y suelta, sin cartílago que la sujetara. La piel le colgaba en bolsas en los brazos y las piernas, y su única ropa era un burdo taparrabos.
      Sazed se volvió y escogió para estudiarla a una criatura mayor, del unos dos metros y medio. La piel de aquella bestia no estaba tan suelta, pero seguía sobrándole. Tenía la nariz torcida en un ángulo extraño, aplanada contra el rostro, en una cabeza alargada que se apoyaba en un grueso cuello. La criatura se volvió para enseñar los dientes a un compañero, y una vez más la piel alrededor de su boca pareció no encajar del todo: los labios no se cerraban por completo, y los agujeros alrededor de los ojos eran demasiado grandes, así que revelaban los músculos de debajo.
     Como... una persona que llevara una máscara de piel, pensó Sazed, tratando de dominar su repulsión. Así que... ¿el cuerpo continúa creciendo pero la piel no?
     Su idea quedó confirmada cuando una bestia koloss enorme de tres metros de altura se acercó al grupo. Las criaturas más pequeñas se dispersaron y el recién llegado se acercó a la hoguera, donde estaban asando varios caballos.
     La piel de la criatura más grande estaba tan tensa que empezaba a rasgarse. La piel azul sin pelo se había roto alrededor de los ojos, en las comisuras de la boca y alrededor de los enormes músculos del pecho. Sazed vio hilillos de sangre roja manando de las costillas. Incluso donde la piel no estaba rasgada estaba tensa: la nariz y las orejas eran tan planas que casi no se distinguían de la carne que las rodeaba”.

Un koloss según un brillante artista.
     En El Pozo de la Ascensión vuelve a mencionarse la llamada Profundidad, entidad de la que apenas se sabe en El Imperio Final, si bien se adelanta que ésta es más bien maligna y que una vez que desaparezca el Lord Legislador, ella podrá hacer de las suyas una vez ya nadie pueda controlarla.  Pues bien, en esta segunda entrega del ciclo de Nacidos de la Bruma, se realiza toda una investigación para saber más acerca de lo que en realidad es y ello además, porque una serie de hechos fatales se han ido dando en lo que parece que tal entidad es la responsable.  No obstante de seguro esta fuerza de la naturaleza y/o nuevo contrincante de los protagonistas, tendrá recién un rol preponderante en el tercer libro de la saga.
      Si en la primera novela de la colección Brandon Sanderson sorprendió a su público con la muerte de un personaje principal, incluso antes de su sorprendente clímax, en su secuela hace lo mismo.  El efecto dramático de tal evento le otorga a la serie un cariz adulto aún cuando la saga no llega a los niveles subidos de tono en violencia y sexo, como sucede con la famosa saga de George R. R. Martin de Canción de Hielo y Fuego; de este modo hasta cierto punto Nacidos de la Bruma comparte uno que otro elemento con la famosa obra de Martin, lo que va más allá del hecho de pertenecer ambas al mismo tipo de literatura, entre ello en ciertos acontecimientos y en las relaciones entre los personajes (esto específicamente en lo que concierne al complicado parentesco entre Elend  Venture y su retorcido padre Straff, familiaridad que recuerda a Tyrion Lannister y a su progenitor Tywin)
      Siguiendo la línea del primer tomo de la saga, en éste es posible la lectura de los fragmentos de otro viejo códice, cuyo contenido posee gran significancia para los sucesos que se están desarrollando en la novela.  Siendo un texto algo anterior al manuscrito incorporado en el libro uno, guarda un estrecho parentesco con este otro y a su vez se traduce en un elemento clave para los nuevos misterios que acaparan la atención de varios de los protagonistas.  Un detalle curioso de este documento, es que se encuentra escrito nada menos que en metal, sustancia tan importante para alománticos y ferruquímicos y la cual en cada una de sus tipos moldea de forma especial el universo ficcional de esta serie.
      Relacionado a lo anterior, es que el papel de las artes de la alomancia y la ferruquimia vuelven a ser fundamentales dentro de sus acontecimientos.  Cabe recordar que la primera consiste en la capacidad de unos pocos sujetos, de adquirir poderes especiales gracias a la ingestión de uno que otro metal, de modo que según sea el metabolizado por la persona y las virtudes de cada uno, que estos se manifestarán según su propia naturaleza; en cuanto al segundo caso, éste consiste en el conocimiento de almacenar recursos como fuerza, memoria, velocidad y otros en joyas metálicas, para usarlas cuando sea pertinente y entregándoles a sus usuarios las capacidades aumentadas según sea el metal ocupado.   Es así que a lo largo de esta obra, alomancia y ferruquimia se ocupan de las formas más diversas, destacando su aprovechamiento para las batallas más espectaculares; por otro lado, que muchos de los protagonistas del libro formen parte de estos selectos grupos de sujetos, permite hacer este título más intenso al hacerlos mucho más admirables y que en la condición de seres especiales,  sea posible además acentuar sus mismas fortalezas como debilidades.
      Considerando que durante gran parte del libro los héroes y el lector, esperan con inquietud que de una vez por todas algunos de los ejércitos que asolan Luthadel la invadan, una vez  sucede esto, el clímax de la novela se desarrolla de una manera increíble.  Sanderson se esmera en mostrar distintos campos de batalla de forma alternada, dándoles a sus distintos personajes su papel correspondiente, como para que cada uno de ellos contribuya a este hito tan importante.  La acción y el suspenso llegados a este punto se hacen trepidantes y el drama que significa luchar hasta las últimas consecuencias contra una enemigo implacable, defendiendo tanto la vida de uno mismo, como la de otros,  convierten este episodio en uno de los mejores momentos de los dos primeros libros; héroes, villanos y personajes comunes y corrientes brillan en este apartado y sin embargo todo pareciera suceder tan rápido, tal cual en la vida misma la fatuidad y muchas decisiones se dan con espontaneidad.  Las pérdidas humanas son mucho más dolorosas que en el tomo anterior y por esta misma razón es que el carácter épico de quienes sobreviven, se hace más admirable.  Tras todo esto viene un largo anticlimax o epilogo,  el cual en todo caso no se encuentra exento de grandes revelaciones, las cuales por supuesto sirven de antesala al cierre de la trilogía original que era Nacidos de la Bruma (hasta que apareció un cuarto libro a manera, tal vez, de colofón o de historia autoconclusiva, para visitar una vez más el ya querido mundo del Imperio Final).   La cita que se agrega ahora ilustra tanto parte de la fabulosa invasión a Luthadel, como la manera en que se usa la ferruquimia:

   “Sazed agarró a su oponente por la garganta y empujó hacia atrás el rostro rugiente y distorsionado. La piel de la bestia koloss estaba tan tensa que se había abierto por el centro de la cara, revelando músculos ensangrentados sobre los dientes, alrededor de los agujeros de la nariz. Respiraba con ronca rabia, escupiendo gotitas de saliva y sangre sobre Sazed en cada exhalación.
     ¡Fuerza!, pensó Sazed, decantando su mentepeltre para conseguir más poder. Su cuerpo se volvió tan enorme que temió que su propia piel fuera a desgarrarse. Por fortuna sus mentes de metal habían sido fabricadas para ceder, los brazaletes y anillos estaban abiertos. Con todo, su masa era impresionante. Probablemente no habría sido capaz de andar ni maniobrar con semejante tamaño... pero no importaba, porque el koloss ya lo había derribado al suelo. Todo lo que necesitaba era un poco de fuerza añadida en la mano. La criatura le arañó un brazo con una mano y tanteó con la otra, agarrando su espada...
     Los dedos de Sazed aplastaron por fin el grueso cuello de la bestia. La criatura trató de rugir, pero no emitió ningún sonido y se agitó frustrada. Sazed luchó por levantarse y luego lanzó a la criatura contra sus compañeros. Con tanta fuerza sobrenatural, incluso un cuerpo de más de tres metros parecía ligero. Chocó contra un montón de koloss que atacaban, derribándolos.
     Sazed esperó, jadeando. Estoy agotando mi fuerza demasiado rápido, pensó, liberando su mentepeltre, y su cuerpo se desinfló como un odre de vino. No podía continuar decantando demasiado sus reservas. Ya había agotado la mitad de sus fuerzas... fuerzas que había tardado décadas en acumular. Aún no había utilizado sus anillos, pero sólo tenía atributos para unos pocos minutos en cada uno. Sólo los usaría en caso de emergencia.
      Y a eso me enfrento ahora mismo, pensó con temor. Todavía conservaban la plaza de la Puerta de Acero. Aunque los koloss habían franqueado la puerta, sólo unos pocos podían cruzarla a la vez... y sólo los más enormes parecían capaces de saltar la muralla.
     Sin embargo, el grupito de soldados de Sazed se hallaba en una situación apurada. Había cuerpos tendidos por todo el patio. Los fieles skaa del fondo habían empezado a arrastrar a los heridos a lugar seguro. Sazed oyó sus gemidos.
     Los cadáveres de los koloss cubrían también la plaza y, a pesar de la carnicería, Sazed no pudo dejar de sentir orgullo por cuánto les estaba costando a las criaturas abrirse paso por aquella puerta. Luthadel no iba a caer fácilmente. En absoluto.
     Los koloss parecían contenidos por el momento, y aunque en el patio continuaba habiendo algunas refriegas, un nuevo grupo de monstruos se estaba congregando ante la puerta.
     Ante la puerta, pensó Sazed. Las criaturas habían conseguido abrir sólo una de las enormes puertas, la de la derecha. Había cadáveres en la plaza, docenas, tal vez centenares, pero los koloss habían despejado buena parte del camino para entrar en el patio.
Tal vez...
     No tuvo tiempo para pensar. Echó a correr, decantando de nuevo su mentepeltre, dándose la fuerza de cinco hombres. Lanzó el cadáver de un koloss pequeño por la puerta. Las criaturas de fuera rugieron, dispersándose. Seguía habiendo cientos esperando una oportunidad para entrar, pero tropezaron con los muertos en su prisa por apartarse de su proyectil.
     Sazed resbaló con la sangre mientras agarraba un segundo cadáver y lo lanzaba.
     —¡A mí! —gritó, esperando que quedaran hombres que pudieran oírlo y que pudieran responder.
     Los koloss advirtieron demasiado tarde lo que estaba haciendo. Apartó otro cadáver, se abalanzó contra la puerta abierta y decantó su mentehierro, extrayendo el peso acumulado. Inmediatamente se volvió mucho más pesado, y con todo su peso chocó contra la puerta cerrándola de golpe.
     Los koloss corrieron hacia la puerta desde el otro lado. Sazed la empujó, apartando cadáveres, obligando la enorme hoja a cerrarse. Decantó más su mentehierro, apurando su preciosa reserva a un ritmo alarmante. Se volvió tan pesado que notó que su propio peso lo aplastaba contra el suelo, y sólo su fuerza aumentada consiguió mantenerlo en pie. Los frustrados koloss golpearon la puerta, pero él aguantó. Los contuvo, con las manos y el pecho apretados contra la áspera madera, le dedos de los pies engarfiados en el irregular empedrado. Gracias a su mentelatón ni siquiera notaba el frío, aunque la nieve, la ceniza y la sangre se mezclaban a sus pies.
     Los hombres gritaban. Algunos morían. Otros lanzaron su propio peso contra la puerta, y Sazed se permitió mirar atrás. El resto de los soldados establecieron un perímetro dentro de la ciudad, protegiendo la puerta de los koloss. Los hombres luchaban con valentía, con la espalda contra la puerta, pero sólo el poder de Sazed impedía que ésta se abriera.
     Y sin embargo, luchaban. Sazed lanzó un grito de desafío. Los pies le resbalaban pero aguantaba la puerta mientras los soldados mataban a los koloss que quedaban en el patio. Entonces, un grupo de ellos llegó corriendo con un gran tablón de madera. Sazed no sabía de dónde lo habían sacado, ni le importaba, mientras lo colocaran en lugar de la barra que cerraba la puerta.
    Su peso se agotó, vacía su mentehierro. Tendría que haber almacenado más, a lo largo de los años, pensó con un suspiro de agotamiento, desplomándose ante la puerta cerrada. Le había parecido mucha cantidad hasta que se había visto obligado a usarla con demasiada frecuencia, para mantener a raya a koloss o similares.
    No solía almacenar peso más que para hacerme más liviano. Me parecía la forma más útil de usar hierro.
     Liberó peltre, y sintió que su cuerpo se desinflaba. Por fortuna, hincharlo de aquella forma no le dejaba la piel descolgada. Regresó a su aspecto habitual con una terrible sensación de cansancio y una leve incomodidad. Los koloss continuaban golpeando la puerta. Sazed abrió los ojos, cansado, tendido en la nieve y la ceniza, prácticamente desnudo. Sus soldados lo rodeaban solemnemente”.

   La figura del Héroe de las Eras toma un papel preponderante en la novela, si bien lo hace de una forma sutil, como una vieja profecía que a lo largo del texto comienza a cobrar fuerza, hasta que una vez llegados al desenlace éste pareciera por fin aparecer.  Es así que el nombre de la tercera entrega de la saga es justamente El Héroe de las Eras.  Al respecto es que la naturaleza religiosa de a quien le corresponde dicho título, tiene relación con un tema caro a la literatura teológica: las profecías.  Dicho elemento recurrente en este tipo de historias, fundamental para muchos dogmas, se encuentra ligado a la misma figura del Mesías y el Apocalipsis, conceptos que desde el inicio de la saga se encuentran presentes, si bien en el último caso (el Apocalipsis) éste tendría que ver con la ya mencionada Profundidad, que al menos hasta este segundo volumen aún no logra manifestarse por completo.  En relación a esto el título del libro, El Pozo de la Ascensión, corresponde al mítico lugar donde primero el Lord Legislador adquirió sus impresionantes poderes, el mismo sitio del cual se supone surgirá nada menos que el Héroe de las Eras; es así que esta especie de centro magnético es mencionado una y otra ves y luego buscado con insistencia por la propia Vin: puesto que el citado Pozo será esencial para el destino de todo y de todos. 

     A continuación un listado de los personajes más sobresalientes, con una breve descripción de su desempeño a lo largo de esta obra:

    Vin: Si duda el personaje más relevante de la novela, siendo además la “heredera” de su coprotagonista en el tomo que precede a éste, el ya mítico Kelsier.  La muchacha quien ahora entra a la vida adulta, se ha convertido en poco tiempo en el humano más poderoso de todos los conocidos hasta el momento, de modo que mientras para algunos es digna de reverencia y respeto, para unos es una aliada de gran valor, así como alguien muy querido, en tanto que para otros su sola existencia resulta ser un motivo de temer.  En el transcurso de esta obra, Vin comienza a cuestionarse varias cosas, entre ellas su propia relación con el hombre que ama y en especial su rol dentro de la nueva religión que ha ido gestándose a su alrededor y en la cual ella misma es una figura significativa.  Si en el libro anterior Vin aprendió a valorarse a si misma y a apreciar la compañía de los demás, en este segundo volumen de la saga continua su educación, aunque ahora en otros planos, es decir, en lo que respecta a descubrir qué idea tiene acerca de lo que es su propia felicidad (y la cual tiene que ver con lo que siente por Elend).
     Elend: Al inicio de este volumen es nada menos que el rey de Luthadel, haciendo todo lo posible por llevar a cabo todas sus ideas políticas, de cómo gobernar con rectitud un pueblo que por tanto tiempo estuvo dividido.  Cuando su cargo comienza a cuestionarse y su permanencia en él peligra, el joven noble, recién comienza a darse cuenta de la verdadera importancia que tiene su rol dentro de los sucesos que se están desarrollando en Luthadel y es entonces cuando lo mejor de Elend empieza a surgir (a su vez es cuando éste mismo llega a crecer más que nunca como sujeto y luego como figura de autoridad entre los suyos); de este modo en las sucesivas páginas dedicadas a él, el hijo del codicioso Straff Ventura se transformará en un personaje mucho más complejo que lo que fue en sus primeras apariciones, dejando de lado el prototipo de romántico idealista, para convertirse en su propia especie de héroe y verdadero líder.
      Sased: De seguro uno de los protagonistas más queridos por los lectores, debido a su carismática personalidad, el terrisano gran amigo de Vin y de muchos otros personajes, tiene en El Pozo de la Ascensión un mayor papel (de modo que además se puede decir que se transforma en el tercero más destacado del libro).  Al comienzo del libro Sazed realiza un viaje que no lo tiene muy feliz, pero que será vital para que luego pueda prestar su inmejorable ayuda a los suyos; en él Sased se entera de información que no puede ser ignorada y que implica tomar acciones de inmediato (es por esta razón que luego se dedica a la investigación para conseguir la verdad más absoluta respecto a lo que está pasando).  Mientras trabaja en lo suyo, un reencuentro con alguien de su pasado lo hace reconocer una parte de su persona que ignoraba o que al menos había relegado hasta ese momento.  Por otro lado, a través de éste es posible para el lector identificar aspectos muy interesantes sobre la cultura de los terrisanos y la técnica de la ferruquimia.
     Oreseur: Perteneciente a los kandra, estuvo de “incógnito” durante gran parte de El Imperio Final, hasta que hacia su final se supo de su existencia.  En esta secuela su participación es mucho mayor, cobrando esta vez una personalidad propia que termina por acaparar el interés del lector y haciendo sus intervenciones memorables; muchos de estos momentos corresponden a los diálogos que tiene con Vin, a quien se encuentra profundamente ligado.  En un principio la relación “obligada” entre estos dos resulta incómoda para ambos, hasta que un hecho decisivo los une como nunca y los hace valorar en verdad la compañía del otro; es así que debido a esto el kandra, quien en la novela debe llevar una muy singular apariencia para cumplir con su cargo, llega a sobrepasar lo que se espera de él, si bien en determinado momento se descubre un inesperado secreto sobre su persona.
     Tindwyl: Personaje por completo nuevo para la saga, es una terrisana de aspecto imponente y grave, quien como muchos de los demás protagonistas esconde mucho más de lo que aparenta.  Ferruquimista como Sased, el objeto de sus estudios es la historia militar y de las grandes figuras de ésta, de modo que llega hasta Luthadel para ofrecerle sus servicios al novicio rey Elend; sus enseñanzas resultan de gran ayuda y lo marcan por completo.  De triste pasado, mantiene una dignidad a prueba de fuego y demuestra en más de una ocasión ser una persona sorprendente y poseer cierta dulzura inesperada en ella.
     Zane: El otro Nacido de la Bruma de este volumen, mantiene un rol bastante ambivalente dentro de esta novela.  De un poder casi al nivel de la misma Vin, se obsesiona con ella y se le acerca tanto para ayudarla, como para atormentarla.  Supuestamente está loco, ya que oye la voz de “Dios” con quien a ratos conversa, en especial cuando éste lo instiga a matar a quienes lo rodean.  Sirve a su manera a Straff, con el cual tiene más de una deuda (algo similar le pasa con Elend, si bien éste último es por completo inocente acerca de lo que siente por él Zane).  Pese a su condición anómala, en realidad no es malvado, si no que es un alma más dañada, que anda en busca de una oportunidad para en realidad ser feliz y escapar a la condenación que es su misma vida.
     Allrianne: Hija de Lord Cett, uno de los tres nobles que intentan con sus propios ejércitos conquistar y dominar Luthadel, pues suponen que la metrópolis es rica en el escaso y valioso metal conocido como atium.  Es la hermosa y joven enamorada de Brisa, uno de los hombres de confianza de Elend y que formaba parte del grupo de la resistencia formado por Kelsier.  Aparentemente es una mujer de poco seso, ya que frente a muchos actúa de manera alocada, mas eso no es así y sus propósitos resultan ser propios de alguien de una mente privilegiada.
Preciosas ilustraciones basadas en Nacidos de la Bruma: Dos versiones diferentes de Inquisidores.

Vin contra un brumoso.

2 comentarios:

  1. Solo conocía de nombre esta saga, y la verdad es que resulta muy sugerente. Me gusta, por una parte, el planteamiento de ir más allá de la clásica fantasía heroica, con cuestiones políticas, y por otro, todo lo relativo al uso de los metales como fuente de poder mágico y la existencia de criaturas fantásticas, como los citados koloss, que son una idea muy original. La apuntaré para el futuro, pues ahora estoy en una fase en la que me apetece leer especialmente fantasía y ciencia-ficción.

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    1. Qué bueno que te entusiasme este post a leer esta gran saga (que de seguro si te pones a ello ahora, te la terminas antes que yo). El año pasado por esta fecha, escribí acerca de la primera parte y también comentaste en su ocasión. Si quieres que te recomienden varias obras del género y de la ciencia ficción, en este "humilde" blog encontrarás varios títulos que pueden llegarte a interesar. Saludos desde Chile,

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