viernes, 21 de noviembre de 2014

Los superhéroes vistos por un verdadero experto.


     En el transcurso del año 2011 se publicó un libro que bien podría considerarse como capital, a la hora de entender cabalmente el fenómeno de los cómics de superhéroes.  Su título es Supergods, Superdioses en la lengua del Quijote, y la elección de este nombre bien atiende a las cualidades superiores de dichos personajes (como sus habilidades físicas, mentales e incluso extraordinarias), en oposición a la del resto de los mortales en sus universos ficcionales.  El tomo que viene a ser un ensayo por la manera seria en la que aborda el tema, analizando este tipo de arte desde sus inicios hasta nuestros días, fue escrito por Grant Morrison y quien es considerado en la actualidad como uno de los guionistas más importantes del llamado noveno arte.   De este modo el lector puede ahondar en distintos aspectos de uno de sus pasatiempos favoritos, como también incrementar sus conocimientos al respecto, todo de la mano de uno de los principales responsables a la hora de otorgarle al cómic su importancia actual como manifestación cultural.   Es obvio que los más acérrimos seguidores de las historietas de superhéroes saben quién es este sujeto con apellido de rockero, pero bien puede ser comprensible que para los menos ñoños su identidad puede ser desconocida… ¿Entonces por qué no hacer una pequeña presentación del autor de este texto de consulta y el cual bien resulta altamente recomendable para quienes desean aprender más sobre estos sujetos en mallas, desde un punto de vista  de corte más “académico”?
    Nacido en Escocia en 1960, es uno de esos escritores que corresponden a la llamada “invasión británica” de guionistas que llegaron a USA a partir de los ochenta y siendo su pionero nada menos que el también laureado Alan Moore (responsable de una de las mejores etapas de la Cosa del Pantano, creador además del popular John Constantine en las revistas de la mencionada Cosa y también autor de Watchmen, V de Vendetta, La Liga de los Hombres Extraordinarios, Desde el Infierno y los igualmente famosos relatos Para el Hombre que lo tenía todo y ¿Qué sucedió con el Hombre del Mañana? de Superman y La Broma Asesina de Batman).  De este modo a Moore le siguieron una serie de artistas provenientes de Gran Bretaña y que cobraron rápidamente renombre como Mark Millar, Garth Ennis, Neil Gaiman, Peter Milligan y Warren Ellis, entre muchos otros; así fue como el propio Morrison se convirtió en quizás el más popular (y polémico) de entre sus compatriotas-colegas.  No resultaría vano decir que todos estos insuflaron el mercado estadounidense de las novelas gráficas, que desde el Viejo Continente como niños aprendieron a amar, con historias por completo innovadoras y/o rupturistas; a su vez sus textos los llenaron de referencias literarias y mitológicas, de modo que ayudaron a convertir el género en un arte mucho más adulto y complejo que las meras obras de aventuras, entretención y fantasía que en su mayoría eran antes de su llegada. 
Grant "Lex Luthor" Morrison.
    A la hora de hablar de las características del trabajo de Grant Morrison, se debe destacar su interés por la llamada Edad de Plata de los cómics, puesto que se crio leyendo obras de este periodo.  Dicha actividad le permitió llegar a conocer a tal punto a sus  personajes predilectos, que luego en sus propias obras fue capaz de rescatar viejas ideas de aquellos tiempos, así como personajes ya olvidados, actualizándolos bajo su mirada más intelectual y onírica.  Asimismo temas recurrentes en sus trabajos son el mundo interior, la psicología, la percepción de la realidad, las drogas y la locura (por supuesto que estos muy ligados entre sí).  Siendo sinceros, pese a su genialidad, Morrison en muchas ocasiones no es un autor fácil de digerir; de hecho para muchos (entre los que me incluyo) no se encuentra entre sus guionistas predilectos, por el mismo hecho de que algunos de sus títulos a ratos entre tanta complejidad argumental pierden algo de lógica y/o continuidad, de modo que pareciera que a veces faltan viñetas e información para entender a cabalidad sus lisérgicas tramas.    
      Como ha sucedido con algunos en los inicios de su carrera profesional, Grant Morrison, quien incluso también incursionó en el dibujo para sus propios guiones, firmó para cómics independientes de su país.  Luego acaparó la atención de los cazadores de talento de DC y de ese modo cosechó sus primeros éxitos sacando del ostracismo a un oscuro superhéroe llamado Animal Man y a quien convirtió en todo un ícono; a su vez durante esta época fue el responsable de una de las novelas gráficas más connotadas de Batman: Arkham Asylum.  Teniendo en cuenta sus intereses por los temas de tipo surrealista, contó a su cargo con una destacada etapa del grupo de superhéroes más bizarro de todo DC, La Patrulla Condenada.  Por otro lado, ha tenido en sus manos los guiones de varias colecciones de Batman y en las cuales le concedió al Caballero Oscuro verdaderos hitos en su cronología (como su supuesta muerte, sus viajes en el tiempo, la aparición de su hijo Damian con Thalia al Ghul, y quien es el actual Robin, y la creación de un grupo de Batmans internacionales).  Asimismo también es de su autoría una de las mejores etapas de la Liga de la Justicia y la que para muchos es una de las mejores novelas gráficas de Superman: Superman all Star. Su lugar en DC ha llegado a ser tan preponderante, que es uno de los pilares del formateo de su universo en 2011 a través de los llamados Nuevos 52, encargándose de renovar a Superman tal cual como en su momento en 1986 le tocó a John Byrne al comienzo de la Post Crisis.  Siguiendo con su contribución para esta compañía, pero en lo que respecta a su línea  para adultos Vértigo, célebres entre los iniciados son sus colecciones de Los Invisibles y Flex Mentallo.  Pese a su sitial en la casa de Flash, Mujer Maravilla y Acuaman, también ha realizado trabajos para Marvel (donde tuvo unas cuantas desavenencias), siendo su título más relevante Nuevos X-Men y que se extendió a numerosas entregas.
     Ahora yendo de lleno al libro que inspira esta entrada, Supergods es un grueso tomo que abarca más de siete décadas en la historia de los cómics de superhéroes, comenzando, por supuesto, con la aparición del primero de ellos, Superman en el año de 1938.   El autor realiza un recorrido por la creación de DC y Marvel (en este último caso desde antes de recibir tal nombre), con la Edad de Oro, de Plata, la Oscura, el Renacimiento (como bien le gusta llamarla) y muchos otros momentos claves en el género.  A la par que Morrison presenta, analiza y critica varios de los aspectos respectivos, aprovecha de hacer una sucinta autobiografía desde su más tierna infancia, cuando descubrió el encanto de las historietas del género.  De este modo el lector no solo llega a conocer los datos más curiosos y atractivos del rubro, sino que además logra conectarse con los aspectos más íntimos del escritor hasta su presente, pudiendo ver los nexos entre sus creaciones y las vivencias personales que lo marcaron lo suficiente como para motivar sus ideas.  De este modo el libro resulta ser tanto un ensayo como una memoria, mezclando ambos estilos de no ficción y que bien se encuentran dedicados a la ficción misma de las viñetas.  Si bien puede resultar para muchos seductora la noción de conocer qué sucede con el proceso creativo de un artista a la hora de realizar sus obras (gracias a sus propias vivencias como fuentes de inspiración), para algunos pueden llegar a aburrir sus confesiones y en especial aquellas que atienden a sus recuerdos más alucinantes (como viajes astrales gracias al uso de drogas y otros); no obstante lo que sí puede resultar mucho más interesante para la mayoría del público, es cuando cuenta aquellos detalles que uno ignora acerca de cómo funciona el mundo de las editoriales y cómo fue que se originaron muchas de las sagas y varios de los personajes más célebres de la historieta superheroica.   He aquí como muestra un botón de las confesiones  acerca de las “aventuras místicas” de Gran Morrison y que abundan entre las páginas de su libro:
    “Un viaje en tren desde Bangkok, a través de las montañas de Malasia. El Templo de las Serpientes en Penang. Un viaje en bus a Singapur vía Kuala Lumpur, sus multicolores pináculos futuristas tan fabulosos como Oz, durante la noche medio despierto.
     Había tortillas de setas mágicas en Jogjakarta, paseos en moto a las ornamentadas y húmedas ruinas de Prambanan y Borobudur, el colosal mándala platillo volador en tierra, donde la historia de la vida se proyecta en terrazas de piedra.
     En un jardín tropical en Bali, contento de estar vivo, borracho de oxígeno y de las fragancias explosivas de las flores tropicales, me imaginé a mi mismo dando vueltas y vueltas alrededor del mundo como un satélite, descansando en los jardines de los hoteles entre visita y visita a los pequeños cines locales, mandando guiones desde atolones del Pacífico y aldeas en la selva tropical. Mi amigo Emilio, de las tardes de cómics caseros en los setenta, se había trasladado a los EE.UU. para encontrarse con su distanciado padre antes de acabar en las afueras de Santa Fe, donde encontró trabajo y alojamiento con un joven y prominente artista de la cerámica zuni. Pasé un par de días que me cambiaron la vida en el Pueblo, terminando con un viaje de ácido en la sagrada mesa con vista al Río Grande, mientras fluía como un río de chocolate a través de un amanecer en el Edén. Mi mente se sintió diez mil veces más grande. Había encontrado mi ¡SHAZAM!
     De vuelta a casa, me sentí renacido, más confiado, creativo y vivo que nunca antes. Para mi sorpresa y deleite, las chicas amaban mi cabeza calva y constantemente querían tocarla. Y uno que se había preocupado todos esos años por la caída del pelo.
     Tuve también que profundizar más en los experimentos mágicos. Había leído sobre la tradición berdache del chamanismo, y decidí que podía hacer una versión resplandeciente, noventera, de la magia del caos, como una forma de sacudir mi identidad y convertirme en mi propio completo opuesto. Un par de catálogos de ropa fetichista después, y ya había ensamblado un brillante kit de disfraces que haría avergonzar al de Jimmy Olsen. Las ropas y el maquillaje me permitieron transformarme en un alter ego femenino que ahora había creado para sustituirme en las operaciones mágicas más oscuras que estaba llevando a cabo. Estaba entrando en un área muy bizarra de consciencia y encontré que la “chica” era más inteligente y valiente, y podía negociar y defenderse más fácilmente de las predadoras entidades “demoníacas”. Al menos esa era mi justificación personal para un comportamiento tan épicamente raro. Si ayuda, consideren demonios como “malos” estados mentales, paralizantes néurosis o miedos. Vestido en vinilo negro y tacones de quince centímetros, maquillaje de bailarina, y una peluca rubia, empecé a tratar libremente con fuerzas angelicales, loa del vudú africano, los Reyes y Señores enochianos, la escoria de Goetia y de los Túneles de Set, entidades lovecraftianas, y otros personajes ficticios y alienígenas. Realizaba rituales de todo tipo para ver si funcionaban, y resultaban todo el tiempo. Por loco que suene, y suena un poco loco incluso para mí en estos días, todo esto fue hecho con el rigor y la precisión de los experimentos científicos”.

Portada de la primera entrega de
Animal Man escrita por Morrison y que transformó
a su superhéroe en un referente obligado para los cultores del género.

     El tomo se encuentra dividido en varios capítulos de nombres rimbombantes y escogidos tanto para entusiasmar a los lectores, como para sintetizar los subtemas de qué tratan; por ende todos sus títulos hacen referencia en tono superheroico a varios aspectos de este tipo de cómics, como su evolución, autores y personajes destacados. Entre medio el escritor cuenta pasajes de su vida personal y profesional ligados a las historietas. 
     A la hora de repasar de forma somera cada uno de los apartados que componen este libro, no se puede olvidar su espectacular comienzo analizando nada menos que las portadas de las revistas número 1 de Superman y Batman de forma respectiva ( El Dios Solar y el Caballero Oscuro) y que evidencia la misma agudeza de Morrison por el análisis estético que realiza al respecto, descubriendo al lector importantes simbolismos que a uno mismo por mucho que sea un fanático se le escapan (en todo caso realiza el mismo ejercicio intelectual con las tapas de otros cómics clásicos). De este modo sobre la primera aparición de Superman afirma: 

     “Volviendo a la portada: Miren el hombre de cabello negro vestido con un traje ajustado azul y rojo con una capa arrastrándose detrás suyo cuando se mueve de izquierda a derecha a través de la línea ecuatorial del dibujo. El brillante diseño de escudo contiene una S (gules en un campo, como dirían en la sociedad heráldica). El hombre es capturado en movimiento, parado en el dedo gordo de su pie izquierdo, casi tomando vuelo mientras levanta, como si no pesara, un automóvil verde oliva sobre su cabeza. Usando ambas manos, martilla el vehículo hasta hacerlo añicos contra un afloramiento rocoso convenientemente colocado en lo que parece un paisaje desértico. En la esquina inferior derecha, un hombre con un traje de negocios azul corre fuera del cuadro, agarrándose la cabeza como en El Grito de Edvar Munch, su cara es una caricatura que farfulla terror existencial, como un hombre en los límites mismos de la cordura por lo que acaba de presenciar. Sobre su cabeza, otro hombre, usando un conservador traje de dos piezas café, puede verse escapando hacia el norte con respecto a lo que sería el oeste del primer hombre. Un tercer hombre, igualmente aterrorizado, gatea en sus manos y rodillas, sin chaqueta, boquiabierto a los pies del vándalo superhumano. Su postura abyecta demuestra su sumisión lastimosa hacia el macho alfa definitivo. No hay un cuarto hombre: Su lugar en la esquina inferior izquierda está ocupado por un neumático blanco, rebotando pues se ha salido de su eje. Como los chicos malos de ojos muy abiertos, también está tratando de alejarse lo mejor que puede del destructivo hombre musculoso”.

Después acerca de la imagen introductoria de Batman dice:

     “Esta imagen, aún más cruda que la de Shuster en la portada de Action Comics, muestra a dos hombres con sombrero en una azotea con vista al contorno de la ciudad, sorprendidos frente a un espeluznante espectáculo que se desarrolla en el cielo. Uno de los hombres sostiene una pistola pequeña y femenina, convirtiéndolo en alguna delicada variante de ladrón. Batman se balancea desde la derecha, donde su baticuerda desaparece en la esquina superior derecha, sujetándose a la nada. Él era una figura dramática con alas de un murciélago gigante extendidas y arqueadas. Hay un tercer hombre al que sostiene en un agarre, dejando las piernas de la desafortunada victima pateando y colgando sobre las calles de la ciudad mucho más abajo. Aunque se entiende que es de noche, el cielo es de un amarillo ácido abrasador, que quizás sugiere un intenso reflejo en las nubes bajas de la ciudad repleta que está abajo. Tiene el efecto de una pintura de Magritte, donde es día y noche, imposiblemente, al mismo tiempo.
A pesar de todo, carece de la poderosa composición del debut de Superman. Kane simplemente no era tan buen dibujante como Shuster, pero la naturaleza profundamente escalofriante de este héroe se expresó en términos inequívocos. La historia introductoria de seis páginas iniciaba con la misma llamativa y puntiaguda silueta, posando esta vez contra una luna llena que se elevaba sobre la ciudad. Lo que a Bob Kane le faltaba como dibujante —con sus gruesas líneas que parecían impresas con papas— se compensaba con atmósfera y un estilo que era de alguna forma sugestiva como el cine europeo expresionista.
     Mientras Superman rompió y estableció reglas y catapultó a sus lectores en medio de una nueva clase de acción, Batman se fue a la segura con un texto de apertura que les contaba todo lo que necesitaban saber.
    <<¡El ‘HOMBRE-MURCIÉLAGO’, UNA FIGURA MISTERIOSA Y AVENTURERA PELEANDO POR LA RECTITUD Y APREHENDIENDO A LOS MALHECHORES EN SU SOLITARIA BATALLA CONTRA LAS FUERZAS MALVADAS DE LA SOCIEDAD — SU IDENTIDAD PERMANECE DESCONOCIDA!>>”.

    
La Patrulla Condenada de Morrison es
una lectura obligada para quienes desean
historias de lo más originales.
Luego resultan igual de reveladores los episodios dedicados al Capitán Marvel, el Capitán América, la Mujer Maravilla y Flash (El Hijo del Rayo, El Superguerrero y la Princesa Amazona, Los productos químicos y el rayo), siendo que por cada uno de ellos el autor entrega datos más que curiosos sobre su génesis a la hora de crearlos sus propios autores y en el caso de Diana de Temiscyra, no puede ser más morbosamente entretenido todo lo que Morrison saca a la luz.  Luego lo que concierne a la creación de Marvel y a sus primeros años, se convierte en la lectura ideal para comprender el éxito de la Casa de las Ideas (Los 4 Fantásticos y el nacimiento de Marvel).  Muchos años pasan desde que uno inicia el recorrido por el mundo y la historia de los cómics, guiado por este verdadero chamán de los superhéroes; asimismo entre medio es posible entrar de lleno en su formación como artista desde sus primeras contribuciones para este campo, hasta varios de sus éxitos una vez conseguida la consagración definitiva (entregando por cierto datos más que fidedignos para conocer mejor su abultada producción).  Un capítulo aparte es el que le dedica a la importante (y para muchos denostada) editorial independiente Image y a la que se nota Morrison no le tiene gran simpatía, de donde viene el popular personaje de Spawn (en Imagen contra sustancia, siendo su nombre una alusión doble y directa a esta compañía que en su momento le dio millonarios encargos).  En cuanto al apartado sobre el sello Wildstorm y que antes pertenecía a Image, hace que el lector quiera como nunca conseguirse sus obras (El Respeto a la Autoridad).  A su vez dedica otro revelador capítulo para todo lo relacionado con el inicio de la línea Ultimate de Marvel (con El nuevo Marvel  y el 11-S). También puede ser muy grato para quien se adentra en la complejidad de este ensayo, la sección acerca de las adaptaciones cinematográficas de sus cómics regalones, con sus comentarios y análisis de rigor, que bien puede ser una guía para tener en cuenta la apreciación y revisión de estos títulos (Hollywood huele la sangre).
    Por último, el libro termina con una más que relevante lista de títulos y novelas gráficas recomendadas por el escritor, para poder tener un conocimiento cabal de la evolución del género a través de sus distintas etapas; cabe destacar que Morrison no teme en recomendar varias de sus propias obras.  
     En español  la editorial castiza Turner Noema tuvo la gentileza de publicar en nuestro idioma tan formidable texto, pero lamentablemente lo hizo escogiendo una portada espantosa y más que sobria como pareciera que le gustan a los españoles por considerar las ilustraciones artísticas poco serias; además las imágenes de historietas clásicas de su interior las dejaron en blanco y negro, quitándoles en gran parte su impacto a la hora de acompañar el discurso del autor. En todo caso se les agradece sin dudas la osadía de otorgarle su sitial de importancia a los cómics, en el rígido mercado hispanoparlante editando un libro como este.  

¡No juzgues un libro por su (fea) tapa!

2 comentarios:

  1. A mi "Animal Man" me parece la obra maestra de Grant Morrison junto con su posterior etapa en Batman junto a Andy Kubert y Tony Daniel. Lo que le falla a AnimalMan (creo) fue el baile de dibujantes, que por lo general eran bastante mediocres. Si Bolland se hubiese encargado del dibujo, además de las portadas, estaríamos hablando de una obra maestra, pero asi y todo es un comic que merece la pena leer y releer. ¡Saludos!

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    1. Alejandro, con este comentario y los otros 4 que me has dejado hoy, me has hecho un gran regalo, más todavía viniendo de un experto y amante de estos temas como tú. Respecto al Animal Man de Morrison, lamentablemente solo le leí sus primeros 7 números y en cuanto a su etapa con Batman, creo que a veces se le iba de las manos, si bien igual lo disfruté.

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