domingo, 28 de septiembre de 2014

Homenaje al poder de las historias, al cine…y a la Pampa.


      Desde tiempos inmemoriales las narraciones de todo tipo han acaparado la atención de la gente, maravillándola con las aventuras y desventuras de sus personas, como proyectándose en estos mismos gracias a sus propios sueños y pesadillas.  Las historias tienen la capacidad de reflejar como ninguna otra expresión cultural, el carácter de la comunidad de las que se han originado y, también, la misma esencia de su autor; de este modo han habido más de un caso en los cuales gracias a este tipo de obras, que se ha logrado reconstruir el pasado y las costumbres de un pueblo ya extinguido.  La verdad es que a la hora de buscar la razón de que dicha manifestación de nuestra humanidad sea tan popular y se mantenga con el paso del tiempo, encontrándose en cada una de las culturas conocidas, nos llevaría a confeccionar una lista demasiado larga.
    Originalmente el arte de la narración comenzó con la tradición oral.  Quien se encargaba de recopilarlas, memorizarlas y compartirlas con el resto de las personas, si no era visto como alguien de atributos religiosos para los suyos, al menos siempre era abordado con admiración y respeto, gracias a su capacidad para llevar a los oyentes a otra realidad, a otro mundo a través de su discurso.  Cuando la palabra se hizo escrita y luego nacieron diversas formas de mantener registro de ello, la piedra, el papel, el formato electrónico, el rol de quien se dedicara a esta labor se popularizó más que nunca y lo que antes fuera un oficio o un cargo sagrado, ahora se convirtió en profesión (¡y más rentable que nunca!).
     Con el correr del tiempo los descubrimientos científicos y los avances tecnológicos, se fusionaron con las formas más antiguas de hacer arte y, por consiguiente, de fabular.  El antiguo teatro dio paso a nuevas expresiones de la creatividad humana y fue entonces que hace poco más de un siglo nació el cine.   No tuvo que pasar mucho tiempo para que el llamado séptimo arte acaparara con sus virtudes la atención de millones de personas, gracias a su gran capacidad para ofrecer ilusiones y magia, popularizándose como ninguna otra expresión para fabular.
     La Pampa salitrera, esa extensa y agreste extensión de tierra desértica, pero llena de tesoros minerales, que forma parte de un importante fragmento de nuestro pasado como país…durante décadas le dio grandes dividendos económicos a Chile, hasta que con la invención del salitre sintético primero y luego con la crisis económica gringa de los años veinte, quedó mayoritariamente abandonada.  Fue entonces que los numerosos pueblos que se fundaron y que conocieron la fortuna durante su periodo de esplendor, se despoblaron y se convirtieron en zonas inhóspitas, hasta que mucho después fueron recuperados en parte como patrimonio de nuestra herencia cultural.  Solo en parte.
    Sólo una persona podía reunir en sí misma y en su labor literaria estos tres elementos: el arte de contar historias, el cine y la Pampa, para crear una obrita (lo de obrita va porque en realidad se lee en un par de horas, aunque con mucho divertimento y emoción) que luego de leerla resulta difícil que no se quede en nuestra memoria y en corazón.  Su nombre es Hernán Rivera Letelier y con orgullo puedo afirmar que también es chileno, como yo (como tú y como muchos de ustedes).
    
II

   
Hernán Rivera Letelier.
     Nacido el 11 de julio de 1950 en la ciudad de Talca, ha pasado gran parte de su vida viviendo en el Norte del país, conociendo de primera mano lo que significa la vida del minero, del obrero y del pobre.  Durante su juventud se dedicó a viajar por el Chile y otras naciones del Cono Sur.  La precariedad de su situación económica hizo que sus estudios de enseñanza básica los terminara ya de adulto y que su educación formal llegara sólo hasta eso, ya que desde muy pequeño tuvo que trabajar en un montón de actividades, puesto que la educación era un “lujo” que por aquellos años hombres y mujeres como él no podían permitirse.  Y no obstante pese a su falta de preparación académica, se convirtió en uno de los escritores chilenos de mayor trascendencia nacional e internacional en la actualidad, siguiendo la impronta de autores de prestigio; compatriotas suyos como Gabriela Mistral y Manuel Rojas, quienes se encumbraron desde sus humildes orígenes y que a base de talento nato se convirtieron en maestros de la lengua castellana literaria.
     Tal cual muchos de sus colegas, Rivera Letelier escribe sobre lo que conoce y en su caso en concreto algo de lo que sí sabe muy bien es acerca del mundo de la Pampa salitrera, a la que describe en todo su esplendor con sus maravillas y miserias, sus personajes típicos y su posterior decadencia. Es así que ya van casi 20 libros dedicados a este lugar, llevando a buena parte del mundo las historias de una zona que hasta antes de su internacionalización apenas se sabía de ella.  La fama del autor ha llegado a tales niveles, que hoy en día se encuentra entre los autores criollos vivos más leídos y famosos en buena parte del mundo, siendo traducidas sus obras a un montón de idiomas (grupo selecto de artistas nacionales en los que se encuentran gente como Isabel Allende y Roberto Ampuero).
    Su narrativa se caracteriza por la inclusión de un humor chispeante, en parte gracias a la creación de personajes de gran carisma y herederos muchos de ellos del esperpento, subgénero creado por el escritor español Ramón del Valle-Inclán y consistente en la incorporación de seres caricaturescos y grotescos (usando además la técnica del feísmo), a lo que Roberto le da su propia forma.  No obstante pese a los elementos hilarantes en sus argumentos, no deja de lado un dramatismo que le otorga a su obra un aire de sublimidad, que al final a sus lecturas las hace más realistas que cómicas.  Un tema recurrente en sus títulos es el de la búsqueda de la identidad nacional, la llamada chilenidad, tan caro a muchos otros literatos del país; de este modo muchos de sus diálogos se encuentran llenos de modismos (chilenismos) y coloquialismos, si bien el resto de la narración no deja de ser culta formal, aunque abundan en ella la adjetivización, al punto de crear adjetivos nuevos tal como el mismo Valle-Inclán gustaba hacer.
      Su primer gran éxito corresponde a su obra más famosa, La Reina Isabel cantaba Rancheras, la cual data del año 1994 y que le otorgó en esta ocasión premios de importancia (antes ya había ganado varios certámenes menores).  Éste no fue su debut literario, si no el tercero de su producción, no obstante los otros dos fueron editados de forma casi artesanal y en muy pocas tiradas.  Una obra con un nombre tan curioso se explica en su trama de la forma más simpática y original: ésta Reina Isabel no es ninguna de las soberanas de Gran Bretaña, ni de otra parte, si no que es la más celebrada y querida prostituta de la Pampa salitrera, quien tal como dice el título, gustaba de cantar rancheras…hasta que se murió.  De este modo la novela cuenta lo que ocurrió cuando sus compañeras de oficio y antiguos clientes deciden hacerle un funeral digno de ella.  El libro es sin dudas atrayente desde su primera página y sentó las bases de lo que sería el resto de la obra de Letelier.  Mucho se ha hablado de llevar al séptimo arte este título, no obstante todo se ha quedado en ascuas, como ha sucedido con gran parte de las intenciones de adaptar para la pantalla grande otras de sus obras; sin embargo sí le han hecho numerosas adaptaciones para el teatro y no en Chile solamente, las que han sido bastante aplaudidas.
    Dentro de su trayectoria cabe destacar una novela suya de carácter histórico, Santa María de las Flores Negras, en la cual veló por documentar literariamente uno de los hechos más tristemente recordados de la cronologia chilena: la matanza de miles de obreros del salitre y de sus familias en la Escuela Santa María de Iquique.  Es así como esta obra suya que data de 2002, contó el drama de esta gente que en un intento de defender sus derechos a tener un trato digno por parte de sus patrones, murió acribillada por órdenes de su mismo gobierno el 21 de diciembre de 1907.  El libro en su honda humanidad, sin caer en facilismos sentimentalistas, demostró una faceta aún más artística por parte de su autor, consolidándolo como escritor.
   Considerando el atractivo de las obras de Ampuero, su éxito de crítica y público, así como también las posibilidades cinematográficas de sus trabajos, hace rato ya que se deseaban plasmar varias de ellas al celuloide; es así que luego de varios intentos fallidos (en parte por la falta de interés y de orientación literaria de las producciones nacionales) por fin este año se estaría estrenando la primera cinta basada la trayectoria de este destacado autor: Fatamorgana de Amor con Banda de Música , la que en todo caso es una coproducción europea. A ver qué tal les sale el filme.


Oficina salitrera a comienzos de siglo pasado.
III

     Desde un principio La Contadora de Película es un engaño por partida doble.  Primero porque si no fuera por la fama y fortuna de su autor no se “vendería” al público como novela, puesto que en su extensión apenas alcanza para novela corta; de modo que si se tratara de otro autor, esta historia bien calzaría como parte de una colección de cuentos, ya sea del mismo artista o en una antología de la obra de varios autores.  No obstante como ya está comprobado que hasta la lista del supermercado de Rivera Letelier vende, los editores y éste mismo han osado con publicarla en solitario y en un tomo que aparenta mayor longitud de lo que corresponde en realidad (usando letra grande y dejando varios espacios y páginas en blanco entre un episodio y otro, los que a su vez resultan bastante breves).  No obstante este recurso mercantilista es perdonable a la luz de la reconocible calidad literaria del librito en cuestión.
     En segundo término, el embuste en el que se traduce esta obra atiende al tono liviano con el que comienza el texto y que hace que uno crea que se trata de una narración que sólo pretende divertir, si bien escrita de forma impecable; ello debido en gran parte al buen humor con el que la narradora, la misma protagonista de este libro, empieza a hablar de sí misma, de la gente que la rodea y del lugar en que vive: una oficina salitrera.  Si bien estas primeras páginas, casi la mitad de su breve extensión, poseen este ritmo que media entre los anecdótico, la nostalgia pura de un mundo que ya fue y se traducen en un verdadero tributo al encanto de los viejos cinematográficos y de las glorias del cine de antaño, en la narración se van entregado pequeños detalles que terminan dejando de lado la cuasi comedia costumbrista, para adentrarnos en un verdadero drama sobre las penumbras del corazón humano.  De tal modo, esta pequeña perla de la narrativa chilena actual se adentra en los temas de la soledad, la pobreza, la pérdida de la inocencia mancillada y el abuso de poder, temas que lamentablemente en muchas ocasiones se encuentran ligados entre sí, siendo algunas veces causas y efectos unos de los otros.  No obstante el librito mismo muestra en su parte más grata, el ingenio de los más humildes para enfrentarse a la adversidad, así como rescata a algunos personajes propios de la idiosincrasia nacional (como los mismos “contadores de películas” y la gente de los pueblos, en este caso, de las ya desaparecidas salitreras).  He aquí una muestra del cariz más alegre de la primera parte de esta obra:

     “En la familia éramos cinco hermanos. Cuatro hombres y yo. Los cinco hacíamos una escala real perfecta, en tamaño y edades. Yo era la menor. ¿Se imaginan lo que significa crecer en una casa con puros hermanos varones? Nunca jugué a las muñecas. En cambio, era campeona para las bolitas y el juego de palitroques. Y a matar lagartijas en las calicheras no me ganaba nadie. Donde ponía el ojo, paf, lagartija muerta.
     Andaba a pata pelada todo el santo día, fumaba a escondidas, llevaba una gorra de visera y hasta había aprendido a mear parada
     Se mea parada, se orina acuclillada.
     Y lo hacía en cualquier parte de la pampa, tal como mis hermanos. Incluso en las competencias de quien llegaba más lejos a veces les ganaba por más de una cuarta. Y en contra del viento.
     Cuando cumplí los siete años entré a la escuela. Aparte del sacrificio de tener que usar polleras, me costó un kilo acostumbrarme a orinar como las señoritas.
     Me costó más que aprender a leer”.

     El argumento narrado en primera persona por su propia protagonista, quien da título a la obra, trata acerca de una niña pequeña, la cual oficia de “contadora de películas” en un principio sin mayores pretensiones para su familia (padre y hermanos todos varones),  luego amigos de ésta y por último sus vecinos y buena parte de las personas del lugar.  Su labor consiste en contar las películas que ve en el único cine del pueblo en que vive, lo que hace utilizando los métodos más ingeniosos de la narración oral, a lo que se suma su gusto por el histrionismo y simpatía; pobres y no tan pobres acceden a los servicios de la muchacha, quien con su trabajo logra aportar para la economía de los suyos.  Cuando todo parece ir bien, las desgracias comienzan a acumularse, primero entre su mismo núcleo familiar y luego en la misma protagonista, de modo que al final ésta quedará marcada cual heroína trágica de muchas de las cintas que gustaba ver.  Es así cómo debido a esta misma cuota melodramática, que la narración se torna angustiante, porque Rivera Letelitier golpea fuerte a su lector, haciéndonos que en pocas páginas nos encariñemos con la pequeña y su particular familia, para luego desear sólo que todo se enderece, de modo de no sufrir más el infortunio de todos ellos (y por ende, esperar el típico final feliz del Hollywood tan presente en el texto).  En cierto sentido La Contadora de Películas es toda una tragedia clásica, ya que su protagonista es una persona extraordinaria, cual Antígona o Hamlet, un espíritu noble, que se enfrenta a un destino inexorable y por ello superior a sus propias fuerzas mortales, puesto que finalmente sucumbe al peso de éste por mucho que luche con toda su voluntad.  Asimismo la misma caída de la protagonista es la derrota de una pampa nortina orgullosa que, luego tal como la jovencita, es condenada a convertirse en una sombra de lo que fue y a ser olvidada por mucho que haya brillado aunque, tal como luciérnaga, de forma efímera.
     Dentro de las temáticas abordadas en la “novelita” destaca la idea del abandono en el que están sumidos varios de los personajes, empezando por su protagonista, quien proviene no sólo de una familia paupérrima, si no que de una de tipo disfuncional.  Si bien la marcó la figura de su madre que en muchos aspectos sobresalía entre las monótonas gentes de la comunidad, ésta la abandonó juntos a los suyos.  Por otro lado, el padre aunque es un sujeto cariñoso a su manera, está sumido en el alcohol, de modo que los hijos no siempre cuentan con su apoyo.  Luego los cuatro hermanos varones tomarán sus propios rumbos, rompiéndose el bello lazo que en un principio había entre todos ellos y su hermanita.  Por último, la misma niña queda tan desamparada, que la trama se vuelve cada vez más lacrimosa.  Es por esta razón que la soledad logra sentirse sin vacilaciones en la narración, en especial si se considera el particular clima árido de la Pampa salitrera.   Cuando ya parece que la tristeza, la falta de comunicación y el aislamiento no pueden calar más adentro, tanto en la narradora protagonista como en el lector, el escritor a través de su personaje nos da un último golpe, haciendo un salto en el tiempo hacia atrás en los acontecimientos; de este modo nos entrega una “escena” emotiva, aunque cruel, para representar mejor la miseria en la que se hayan sus personajes y quienes representan en sus desdichas el destino final de las mismas oficinas salitreras.
     Teniendo en cuenta que este libro es además un homenaje al séptimo arte y a su poder de llevar al público con sus fantasías a la ensoñación, éste se encuentra lleno de referencia a ello, como a muchos de sus artistas más destacados.  Si embargo no sólo trata acerca del cine gringo, si no que aquí toman un papel destacado las populares y tan queridas producciones aztecas, que en Chile llevan décadas acaparando la atención de las personas.  Ahora bien, no es la primera vez que Hernán Rivera Letelier les dedica a los mexicanos y a su arte (música y cine) un espacio en su narrativa, demostrando una vez más los fuertes lazos de amistad que existen entre estos dos países hermanos.  Ello además recalca aspectos de nuestra misma chilenidad, al mostrar los pasatiempos y preferencias del pueblo chileno, tal como bien sucede con el uso continuo de los sobrenombres o apodos, costumbre tan habitual en el país y que en parte heredamos de la Madre Patria (tema ya destacado en su celebrada novela La Reina Isabel Cantaba Rancheras).


miércoles, 17 de septiembre de 2014

Sherlock Holmes Nuestro (2° parte).


Nota: Continuo aquí mi crítica acerca de la primera colección de cuentos sobre Sherlock Holmes.

7- El Carbunclo Azul.

    El Carbunclo Azul es una piedra preciosa muy valiosa que se ha perdido, siendo que lo más probable es que haya sido robada.  El azar ha hecho que dicho objeto llegara a manos de nada menos que de Holmes, quien una vez más usando toda su capacidad para descubrir la verdad velada, logra encontrar al responsable de lo acaecido, si bien para ello antes inicia una de las búsquedas más divertidas de este tomo (puesto que antes conoce a uno que otro sujeto curioso y que bien parecieran en un principio estar inmiscuidos directamente en este hecho).
     Uno de los aspectos más llamativos de esta ya clásica historia, es la curiosa forma en la cual el diamante llega a desaparecer y la cual no está exenta de cierto humor que a ratos se puede apreciar en la narración, tal como en otros cuentos de este libro.  Pero al humor se le opone el dramatismo que tiene que ver con la personalidad del culpable de todo esto, quien en su actitud una vez que lo descubren, demuestra que no todos los “criminales” son desalmados.  Es en este sentido que las palabras finales de Sherlock Holmes, no dejan lugar a dudas su hondo sentido de la existencia de una justicia de corte divina (y por ende, de su propio sentimiento de religiosidad):

    “Entonces, naturalmente, lo comprendí todo, y corrí a toda la velocidad de mis piernas en busca de ese Breckinridge; pero ya había vendido todo el lote y se negó a decirme a quién. Ya le han oído ustedes esta noche. Pues todas las veces ha sido igual. Mi hermana cree que me estoy volviendo loco. A veces, yo también lo creo. Y ahora... ahora soy un ladrón, estoy marcado, y sin haber llegado a tocar la riqueza por la que vendí mi buena fama. ¡Que Dios se apiade de mí! ¡Que Dios se apiade de mí!
     Estalló en sollozos convulsivos, con la cara oculta entre las manos.
     Se produjo un largo silencio, roto tan sólo por su agitada respiración y por el rítmico tamborileo de los dedos de Sherlock Holmes sobre el borde de la mesa. Por fin, mi amigo se levantó y abrió la puerta de par en par.
     –– ¡Váyase! ––dijo.
     –– ¿Cómo, señor? ¡Oh! ¡Dios le bendiga!
     ––Ni una palabra más. ¡Fuera de aquí!
     Y no hicieron falta más palabras. Hubo una carrera precipitada, un pataleo en la escalera, un portazo y el seco repicar de pies que corrían en la calle.
     ––Al fin y al cabo, Watson ––dijo Holmes, estirando la mano en busca de su pipa de arcilla ––, la policía no me paga para que cubra sus deficiencias. Si Horner corriera peligro, sería diferente, pero este individuo no declarará contra él, y el proceso no seguirá adelante. Supongo que estoy indultando a un delincuente, pero también es posible que esté salvando un alma. Este tipo no volverá a descarriarse. Está demasiado asustado. Métalo en la cárcel y lo convertirá en carne de presidio para el resto de su vida. Además, estamos en época de perdonar. La casualidad ha puesto en nuestro camino un problema de lo más curioso y extravagante, y su solución es recompensa suficiente. Si tiene usted la amabilidad de tirar de la campanilla, doctor, iniciaremos otra investigación, cuyo tema principal será también un ave de corral”.

    El cuento a su vez describe costumbres tan hogareñas y conocidas, gracias a otras historias clásicas, como las navideñas y popularizadas por tantos películas emitidas en televisión por estas fechas.  A su vez una vez más es posible identificar el papel de la prensa escrita ya en aquellos tiempos y que Holmes en más de una ocasión demuestra sacarle provecho (cabe recordar que el primer detective de la literatura de ficción, Augusto Duphin, creación de Edgar Allan Poe, resolvía sus casos casi puro leyendo los diarios que hacían referencia directa o indirecta a los misterios que le tocaba investigar):

    “––Exactamente, el 22 de diciembre, hace cinco días. John Horner, fontanero, fue acusado de haberla sustraído del joyero de la señora. Las pruebas en su contra eran tan sólidas que el caso ha pasado ya a los tribunales. Creo que tengo por aquí un informe –– rebuscó entre los periódicos, consultando las fechas, hasta que seleccionó uno, lo dobló y leyó el siguiente párrafo:
     «Robo de joyas en el hotel Cosmopolitan. John Horner, de 26 años, fontanero, ha sido detenido bajo la acusación de haber sustraído, el 22 del corriente, del joyero de la condesa de Morcar, la valiosa piedra conocida como "el carbunclo azul". James Ryder, jefe de servicio del hotel, declaró que el día del robo había conducido a Horner al gabinete de la condesa de Morcar, para que soldara el segundo barrote de la rejilla de la chimenea, que estaba suelto. Permaneció un rato junto a Horner, pero al cabo de algún tiempo tuvo que ausentarse. Al regresar comprobó que Horner había desaparecido, que el escritorio había sido forzado y que el cofrecillo de tafilete en el que, según se supo luego, la condesa acostumbraba a guardar la joya, estaba tirado, vacío, sobre el tocador. Ryder dio la alarma al instante, y Horner fue detenido esa misma noche, pero no se pudo encontrar la piedra en su poder ni en su domicilio. Catherine Cusack, doncella de la condesa, declaró haber oído el grito de angustia que profirió Ryder al descubrir el robo, y haber corrido a la habitación, donde se encontró con la situación ya descrita por el anterior testigo. El inspector Bradstreet, de la División B, confirmó la detención de Horner, que se resistió violentamente y declaró su inocencia en los términos más enérgicos. Al existir constancia de que el detenido había sufrido una condena anterior por robo, el magistrado se negó a tratar sumariamente el caso, remitiéndolo a un tribunal superior. Horner, que dio muestras de intensa emoción durante las diligencias, se desmayó al oír la decisión y tuvo que ser sacado de la sala.»
     –– ¡Hum! Hasta aquí, el informe de la policía ––dijo Holmes, pensativo––. Ahora, la cuestión es dilucidar la cadena de acontecimientos que van desde un joyero desvalijado, en un extremo, al buche de un ganso en Tottenham Court Road, en el otro. Como ve, Watson, nuestras pequeñas deducciones han adquirido de pronto un aspecto mucho más importante y menos inocente. Aquí está la piedra; la piedra vino del ganso y el ganso vino del señor Henry Baker, el caballero del sombrero raído y todas las demás características con las que le he estado aburriendo. Así que tendremos que ponernos muy en serio a la tarea de localizar a este caballero y determinar el papel que ha desempeñado en este pequeño misterio. Y para eso, empezaremos por el método más sencillo, que sin duda consiste en poner un anuncio en todos los periódicos de la tarde. Si esto falla, recurriremos a otros métodos”.

El Carbunclo Azul según un artista de la época.
     Volviendo a la figura del culpable de este relato y a la actitud de Holmes hacia el desenlace del mismo, la forma en cómo se dan los acontecimientos, escapa por completo de la idea de una justicia ciega e imparcial; esto porque en el proceder del infalible detective, se aprecia su capacidad para perdonar y dar otra oportunidad, algo más propio de una visión redentora de la aplicación de la ley y que bien es posible encontrarlo más en las narraciones policiales del también escritor inglés C. K. Chesterton.  De este modo la justicia por la que acá opta Holmes, tiene que ver con el concepto de que no todo infractor de la ley es irrecuperable en su desliz y que basta con apoyarlo y comprenderlo, además de que éste mismo reconozca su error y quiera enmendarlo, como para que el entuerto se solucione sin mayores contratiempos.

8- La Banda de Lunares.

      Otro de los relatos famosos del personaje, siendo que además aborda uno de los temas más recurrentes en este tipo de literatura: el enigma del crimen de sangre realizado en un cuarto cerrado.  De este modo el cuento en sí responde a la interrogante de cómo es posible que una persona muera a manos de otra, si no hay modo de que alguien ingrese al lugar en el que se encuentra y que se supone se haya inaccesible para otros.
    En esta ocasión es una dama de unos treinta años y de aspecto desgraciado, quien llega hasta Holmes para pedirle que desentrañe las raras circunstancias en las que su hermana gemela ha fallecido.  Es entonces que le cuenta sobre su triste existencia, sometida a un padrastro indolente, quien tiene costumbres poco ortodoxas.  Holmes y Watson llegan hasta la propia casa de la desdichada y allí conocen al padrastro, el cual es descrito y se muestra como el seguro culpable de un crimen de modus operandi impensable. 

    “Lo que había provocado semejante exclamación de mi compañero fue el hecho de que nuestra puerta se abriera de golpe y un hombre gigantesco apareciera en el marco. Sus ropas eran una curiosa mezcla de lo profesional y lo agrícola: llevaba un sombrero negro de copa, una levita con faldones largos y un par de polainas altas, y hacía oscilar en la mano un látigo de caza. Era tan alto que su sombrero rozaba el montante de la puerta, y tan ancho que la llenaba de lado a lado. Su rostro amplio, surcado por mil arrugas, tostado por el sol hasta adquirir un matiz amarillento y marcado por todas las malas pasiones, se volvía alternativamente de uno a otro de nosotros, mientras sus ojos, hundidos y biliosos, y su nariz alta y huesuda, le daban cierto parecido grotesco con un ave de presa, vieja y feroz”.

Otro bello grabado de antaño, esta vez
dedicado a este cuento.
     Hay varios puntos interesantes a la hora de evaluar esta narración: en primer lugar se encuentra la presencia del ya mencionado padrastro, quien desde su aparición en el texto queda consignado como culpable de la atrocidad cometida. El sujeto es sin dudas de mala clase y su misma condición de padrastro, como todo lo que corresponde a la forma en que se le describe, tiene relación con el estereotipo propio del villano en la literatura tradicional; padrastros malvados (y madrastras malvadas) abundan en las historias clásicas y en este caso en concreto el particular diálogo entre Holmes con dicho hombre, resulta ser toda una clave.  Por otro lado se encuentra la imagen que se entrega del pueblo gitano en el cuento y al que si bien no se le dedican muchas líneas, el lenguaje empleado en la narración es un claro ejemplo de los prejuicios sociales y raciales de la época y la sociedad victoriana en la cual fue escrito este título; de este modo en tales palabras, es posible identificar otros rasgos del contexto de producción de la obra de Conan Doyle.  Asimismo antes de que se logra desentrañar el asesinato, se incorporan una serie de elementos que le otorgan a la trama un confuso clima cuasi sobrenatural y que al lector bien le hace creer de que se trata de un  caso rayano en lo fantástico; no obstante éste es un recurso que ocupa el autor para engañarlo y además mostrar mejor la incertidumbre de la víctima. Por último el increíble final de este entretenidísimo y recomendable cuento, representa una justicia que está por encima de las mismas capacidades de Holmes y el resto de los mortales; por tanto posee ciertos rasgos providenciales y de castigo divino, atendiendo sin vacilaciones al dicho bíblico de “Quien a hierro mata a hierro muere”.  

9- El Dedo Pulgar del Ingeniero.

    Sin lugar a dudas uno de los cuentos más intrigantes del volumen, siendo que durante gran parte de él la narración se centra en la confesión de la víctima; como éste ignora gran parte de la información sobre el horrible suceso que le toca vivir, mantiene al mismo lector en igual suspenso, hasta que sucede el rápido desenlace gracias a la intervención de Holmes.   El personaje inicia un viaje que no puede ser más atemorizante, ya que lo realiza en lo profundo de la noche, hacia un lugar que no conoce y más encima en el cual se encuentra con personas cuya presencia no ayudan a tranquilizarlo.  Holmes, Watson (el cuento está ambientado antes de que Watson se casara y cambiara de casa) y el lector se enteran de todo esto una vez que este hombre ya ha pasado por su espantosa experiencia; es así que su percance lo ha llevado hasta el hogar que por entonces compartían el detective y el buen doctor, para hacer de paciente de éste último, ya que salió libre de su infortunio, aunque con una “pequeña” secuela para su salud.  Gran parte de un relato intenso como éste, transcurre en tan sólo una cuantas horas, a lo más un día y por esa misma razón es que su clímax llega a ser tan fulminante.
    Considerando la infortunada experiencia del ingeniero protagonista, en ella se puede encontrar la presencia de la verdadera maldad humana y la que hasta el momento en lo que va del libro, apenas se ha vislumbrado en 3 de los otros cuentos.  Esta falta de vileza absoluta o de villanos en cada uno de los textos sobre Sherlock, se debe a que no todos los casos abordados por Holmes tratan acerca de “crímenes de odio” o son motivados por la más absoluta codicia, si no que tratan más bien sobre la presentación de un misterio y que de algún modo despierta el deseo por resolverlo (como muchas veces viene a ser el gusto intelectual por parte del detective, de confrontar su propia inteligencia a la ignorancia frente a lo desconocido y que corresponde a un propósito mucho más sublime que la simple curiosidad o la pretensión de cumplir con el encargo de un nuevo cliente).   Pero no sólo el lado oscuro del corazón llega a conocer la víctima de esta narración, si no que también se encuentra con la manifestación de la compasión y de la solidaridad en medio de sus vicisitudes, si bien antes confunde la buena voluntad con la locura (en un mundo convulsionado, pareciera a veces que quienes desean hacer el bien son los anómalos o bizarros, por ir en contra de la generalidad que prefiere vivir en la indiferencia para no complicarse y es por esa razón que el ingeniero bien puede haber dudado de las verdaderas intenciones de su salvadora).
Más arte de los años de Conan Doyle
sobre su obra.
    El coprotagonista de este relato realiza su propio descenso a los infiernos, cuando un extraño hombre le ofrece un trabajo que por unas pocas horas le dará una magnífica retribución monetaria y que sólo en sueños podría conseguir.  La labor que se le pide es que ayude a reparar una máquina, la cual es descrita luego de tal forma, que bien pareciera sacada de una obra de ciencia ficción como las que también escribía Conan Doyle; se entregan pocos datos sobre este objeto, de modo que es fácil que el lector se imagine cualquier cosa, pero una vez que se “destapa la olla” y se resuelve el caso, es posible saber en qué consistía en realidad dicho aparato. 
    En cierto sentido lo que lleva al “nuevo” cliente del detective a tener su desventura. es la misma tentación por obtener un bien material de forma fácil, tal como le sucedió al personaje de otro cuento de esta colección ya comentado: La Liga de los Pelirrojos.  Es al respecto sobre estas dos historias, que se puede observar un tinte moralista que o bien el autor lo hace a propósito o bien simplemente se presenta como un efecto seguro (un mal rato como mínimo), a una causa que viene a ser el hecho de aventurarse por la propia cuenta de uno en aguas tormentosas.  Como no se ve de forma tan explícita una mirada de tipo pedagógica en el escritor, lo más probable es que situaciones como ésta, no posean mayor carga ideológica por parte suya.
    No se puede dejar de lado que de todos los cuentos que hasta el momento han llegado a formar parte de este precioso volumen, éste es el que a su vez posee una mayor dosis de acción física y aventura, por cuanto viene a ser una lectura ideal para entrar en el fascinante mundo de Sherlock Holmes (en especial si se es joven y se está empezando a disfrutar del placer de la narrativa).

10- El Aristócrata Solterón.

     A su manera este igualmente entretenido cuento, es la “versión masculina” de otro texto del libro como bien es Un Caso de Identidad; ello puesto que en este caso, es un varón quien pide a Holmes que le ayude a saber del paradero de quien justo cuando se iba a casar con él, desaparece de un modo inquietante.  En este caso el despechado resulta ser un miembro de la nobleza venido a menos y quien sin embargo mantiene su aire altivo, petulancia a la que tanto Watson como narrador y Sherlock como personaje principal e irónico, reconocen con un humor que deja claro el desprecio por parte de Sir Conan Doyle por este tipo de sujetos:

     “––El señor Robert St. Simon ––anunció nuestro botones, abriendo la puerta de par en par, para dejar entrar a un caballero de rostro agradable y expresión inteligente, altivo y pálido, quizás con algo de petulancia en el gesto de la boca, y con la mirada firme y abierta de quien ha tenido la suerte de nacer para mandar y ser obedecido. Aunque sus movimientos eran vivos, su aspecto general daba una errónea impresión de edad, porque iba ligeramente encorvado y se le doblaban un poco las rodillas al andar. Además, al quitarse el sombrero de ala ondulada, vimos que sus cabellos tenían las puntas grises y empezaban a clarear en la coronilla. En cuanto a su atuendo, era perfecto hasta rayar con la afectación: cuello alto, levita negra, chaleco blanco, guantes amarillos, zapatos de charol y polainas de color claro. Entró despacio en la habitación, girando la cabeza de izquierda a derecha y balanceando en la mano derecha el cordón del que colgaban sus gafas con montura de oro.
     ––Buenos días, lord St. Simon ––dijo Holmes, levantándose y haciendo una reverencia –. Por favor, siéntese en la butaca de mimbre. Éste es mi amigo y colaborador, el doctor Watson. Acérquese un poco al fuego y hablaremos del asunto.
     ––Un asunto sumamente doloroso para mí, como podrá usted imaginar, señor Holmes. Me ha herido en lo más hondo. Tengo entendido, señor, que usted ya ha intervenido en varios casos delicados, parecidos a éste, aunque supongo que no afectarían a personas de la misma clase social.
     ––En efecto, voy descendiendo.
     –– ¿Cómo dice?
     ––Mi último cliente de este tipo fue un rey.
     –– ¡Caramba! No tenía idea. ¿Y qué rey?
     ––El rey de Escandinavia.
    –– ¿Cómo? ¿También desapareció su esposa?
    ––Como usted comprenderá ––dijo Holmes suavemente ––, aplico a los asuntos de mis otros clientes la misma reserva que le prometo aplicar a los suyos.
    –– ¡Naturalmente! ¡Tiene razón, mucha razón! Le pido mil perdones. En cuanto a mi caso, estoy dispuesto a proporcionarle cualquier información que pueda ayudarle a formarse una opinión”.

     En contraposición a la actitud demasiado pretenciosa y empaquetada de este personaje, se encuentran las maneras más espontáneas de otros dos relacionados con éste mismo y que en vez de representar un esquema ya añejo de la realeza británica, son ejemplos de otra sangre, la de la por entonces joven nación de los Estados Unidos y de la cual pareciera que no sólo Holmes siente simpatía, si no que el mismísimo escritor; cabe recordar que tras la novela con la que inicia la saga de Sherlock Holmes, Retrato en Escarlata, y el cuento ya abordado en la primera entrega dedicada a este libro, Cinco Pepitas de Naranja, se hace referencia directa a la historia de dicho país, siendo que una vez más Conan Doyle demuestra saber bastante acerca de tal nación: en este caso acerca de la llamada “fiebre del oro”.  En parte de las palabras finales de esta narración es posible identificar el pensamiento del artista acerca del destino de su tradicional patria y el de la más joven nación a la que una vez más le dedica un espacio en sus escritos:

     “––Entonces, espero que al menos ustedes me honren con su compañía ––dijo Sherlock Holmes ––. Siempre es un placer conocer a un norteamericano, señor Moulton; soy de los que opinan que la estupidez de un monarca y las torpezas de un ministro en tiempos lejanos no impedirán que nuestros hijos sean algún día ciudadanos de una única nación que abarcará todo el mundo, bajo una bandera que combinará los colores de la Union Jack con las Barras y Estrellas”.

    
Viejo cómic dedicado al más grande
detective literario.
En este cuento reaparece un “viejo” personaje secundario de las andanzas de Sherlock Holmes, el agente de policía Lestrade.  Éste tuvo su debut tal como los mismos Holmes y Watson en la novela recientemente mencionada y desde el principio tuvo una relación tensa con el detective; ella centrada en gran parte en los celos profesionales de Lestrade, quien al ser incapaz de conseguir con sus métodos más ortodoxos y falta de ingenio la obtención de la verdad en sus casos policiales, no desaprovecha oportunidad para tratar de irritar a quien considera su contrincante y a lo más un principiante (La verdad duele ¿No?).  En todo caso Holmes lo tolera y a su manera no deja de tratarlo con sarcasmo, aunque como se notará en historias posteriores, no lo desprecia y reconoce en él otras virtudes; asimismo el propio Lestrade llega a tomarle aprecio a Holmes más adelante.   A Lestrade se le pudo ver también en el relato El Misterio de Boscombe Valley. Se podría decir que a través de este personaje de mente estrecha, el autor deja una clara mirada crítica a las fuerzas del orden de su sociedad o al menos a un sector de ella que, como algunos de sus aristócratas tal cual el ya mencionado cliente de esta historia, se toman demasiado en serio y se niegan al cambio. 

    “–– ¿Qué le trae por aquí? –– preguntó Holmes con un brillo malicioso en los ojos ––. Parece usted descontento.
     ––Y estoy descontento. Es este caso infernal de la boda de St. Simon. No le encuentro ni pies ni cabeza al asunto.
     –– ¿De verdad? Me sorprende usted.
     –– ¿Cuándo se ha visto un asunto tan lioso? Todas las pistas se me escurren entre los dedos. He estado todo el día trabajando en ello.
     ––Y parece que ha salido mojadísimo del empeño ––dijo Holmes, tocándole la manga de la chaqueta marinera.
     ––Sí, es que he estado dragando el Serpentine.
     –– ¿Y para qué, en nombre de todos los santos?
     ––En busca del cuerpo de lady St. Simon.
     Sherlock Holmes se echó hacia atrás en su asiento y rompió en carcajadas.
     –– ¿Y no se le ha ocurrido dragar la pila de la fuente de Trafalgar Square?
     –– ¿Por qué? ¿Qué quiere decir?
     ––Pues que tiene usted tantas posibilidades de encontrar a la dama en un sitio como en otro.
     Lestrade le dirigió a mi compañero una mirada de furia.
     ––Supongo que usted ya lo sabe todo ––se burló.
     ––Bueno, acabo de enterarme de los hechos, pero ya he llegado a una conclusión.
     –– ¡Ah, claro! Y no cree usted que el Serpentine intervenga para nada en el asunto.
     ––Lo considero muy improbable.
     ––Entonces, tal vez tenga usted la bondad de explicar cómo es que encontramos esto en él ––y diciendo esto, abrió la bolsa y volcó en el suelo su contenido; un vestido de novia de seda tornasolada, un par de zapatos de raso blanco, una guirnalda y un velo de novia, todo ello descolorido y empapado. Encima del montón colocó un anillo de boda nuevo ––. Aquí tiene, maestro Holmes. A ver cómo casca usted esta nuez.
     ––Vaya, vaya ––dijo mi amigo, lanzando al aire anillos de humo azulado ––. ¿Ha encontrado usted todo eso al dragar el Serpentine?
    ––No, lo encontró un guarda del parque, flotando cerca de la orilla. Han sido identificadas como las prendas que vestía la novia, y me pareció que si la ropa estaba allí, el cuerpo no se encontraría muy lejos.
     ––Según ese brillante razonamiento, todos los cadáveres deben encontrarse cerca de un armario ropero. Y dígame, por favor, ¿qué esperaba obtener con todo esto?
     ––Alguna prueba que complicara a Flora Millar en la desaparición.
     ––Me temo que le va a resultar difícil”.

11- La Corona de Berilos.

     Cuando se trata de evaluar cuál o cuáles son los mejores cuentos de este libro, cuesta bastante hacerse una idea lo más objetiva posible, puesto que cuestionar el talento artístico de su autor puede sonar ofensivo para muchos de sus seguidores; por ende, cualquier comentario acerca de cuál es mejor cuento que otro, resulta ser tan sólo una apreciación muy personal y que atiende no más a los gustos de uno, que varían en muchas ocasiones con las de los demás.  En mi caso particular, si me preguntaran cuál es uno de los relatos más entretenidos y atractivos de esta primera colección de Sherlock Holmes, pues por supuesto que este título lo pondría sin vacilaciones en dicho listado; no obstante para ser justos con un maestro como Conan Doyle, no hay narración en este volumen que no esté llena de emociones, personajes interesantes y tramas sorprendentes (además del hecho concreto de que un personaje como el detective más famoso de la literatura, en cada lectura que se hace de él, se hace más y más entrañable).
     En cuanto a la historia correspondiente al penúltimo relato de Las Aventuras de Sherlock Holmes, su argumento es el siguiente: un importante banquero llega completa mente desesperado hasta el hogar del protagonista, para que le ayude a recuperar las joyas de una corona que le habían entregado como prenda para un préstamo y que fueron robadas mientras las mantenía en su custodia.   Esta corona resulta ser uno los tesoros más importantes del país, razón por la cual su desaparición o cualquier daño provocado a ella, podría provocar un escándalo y en el cual la propia reputación de este hombre se encontraría en juego.  Holmes y Watson llegan hasta el hogar de su actual cliente y allí se encuentran con una serie de personajes que no pueden ser más sospechosos, al más puro estilo de los narradores del género posteriores a estas obras, si bien el propio Sherlock no deja de creer en la inocencia del que más pareciera ser el responsable del delito; de este modo más que nunca antes visto en esta antología, Sir Arthur Conan Doyle juega con el lector haciendo que lo impensable y la incertidumbre se posesionen sobre éste.
     El comienzo del cuento es de lo más intrigante: Watson observa desde una ventana a un hombre que parece un verdadero loco y éste último resulta llegar a la misma casa que por entonces aún compartían ambos amigos:

      “–– Holmes ––dije una mañana, mientras contemplaba la calle desde nuestro mirador ––, por ahí viene un loco. ¡Qué vergüenza que su familia le deje salir solo!
       Mi amigo se levantó perezosamente de su sillón y miró sobre mi hombro, con las manos metidas en los bolsillos de su bata. Era una mañana fresca y luminosa de febrero, y la nieve del día anterior aún permanecía acumulada sobre el suelo, en una espesa capa que brillaba bajo el sol invernal. En el centro de la calzada de Baker Street, el tráfico la había surcado formando una franja terrosa y parda, pero a ambos lados de la calzada y en los bordes de las aceras aún seguía tan blanca como cuando cayó. El pavimento gris estaba limpio y barrido, pero aún resultaba peligrosamente resbaladizo, por lo que se veían menos peatones que de costumbre. En realidad, por la parte que llevaba a la estación del Metro no venía nadie, a excepción del solitario caballero cuya excéntrica conducta me había llamado la atención”.

      Es así que la madeja del nuevo misterio al que se enfrentan los personajes, comienza a desenredarse y al final  esta narración se convierte en la oportunidad para entregarnos una reflexión acerca de la naturaleza de la confianza que depositamos en los demás, asimismo como el poder del afecto real entre las personas.

12- El Misterio de Copper Beeches.

     El principio de esta historia es una inesperada autoreferencia a los textos mismos sobre Holmes y que según la ficción misma de estos, corresponden al trabajo literario del doctor Watson, quien ha velado por documentar “artísticamente” las aventuras de su compañero, así como de publicarlas.  Es entonces que entre estos dos se da un diálogo que no viene a ser otra cosa que una crítica, velada o no, a la calidad estética de estas obras y a su vez a la contraposición entre realidad y ficción (con la correspondiente meditación sobre el valor que puedan llegar a tener este tipo de historias):

     “––El hombre que ama el arte por el arte ––comentó Sherlock Holmes, dejando a un lado la hoja de anuncios del Daily Telegraph–– suele encontrar los placeres más intensos en sus manifestaciones más humildes y menos importantes. Me complace advertir, Watson, que hasta ahora ha captado usted esa gran verdad, y que en esas pequeñas crónicas de nuestros casos que ha tenido la bondad de redactar, debo decir que, embelleciéndolas en algunos puntos, no ha dado preferencia a las numerosas causes célèbres y procesos sensacionales en los que he intervenido, sino más bien a incidentes que pueden haber sido triviales, pero que daban ocasión al empleo de las facultades de deducción y síntesis que he convertido en mi especialidad.
       ––Y, sin embargo ––dije yo, sonriendo ––, no me considero definitivamente absuelto de la acusación de sensacionalismo que se ha lanzado contra mis crónicas.
       ––Tal vez haya cometido un error ––apuntó él, tomando una brasa con las pinzas y encendiendo con ellas la larga pipa de cerezo que sustituía a la de arcilla cuando se sentía más dado a la polémica que a la reflexión ––. Quizá se haya equivocado al intentar añadir color y vida a sus descripciones, en lugar de limitarse a exponer los sesudos razonamientos de causa a efecto, que son en realidad lo único verdaderamente digno de mención del asunto”.

    Bien pudiera ser que dicho apartado dentro esta obra, tenga relación con una manera irónica del autor para responder a las opiniones medianamente corrosivas de su trabajo y que algunos pudieron hacer de sus textos en aquellos momentos; de este modo al insertar dicho diálogo, es posible identificar otros rasgos del escritor y el contexto en el que apareció su trabajo por primera vez (cabe recordar que muchas veces un artista no es valorado ni en su tiempo, ni en su tierra).  No obstante bien todo esto puede ser un mero recurso argumental para hacer más llamativo el comienzo del cuento; a su vez la dialéctica entre los dos personajes queda todavía más definida, al esclarecer las diferencias de personalidad entre los dos amigos y gracias al intercambio de opiniones e ideas que aquí se da.
     Teniendo en cuenta que la mayoría de los casos que le toca resolver en estos relatos a Holmes, más que de crímenes consisten en misterios que no colindan con la ilegalidad, esta historia con la que cierra el tomo resulta ser toda una sorpresa.  Puesto que parte como algo de lo más cotidiano y como una corroboración de las palabras del propio detective, quien molesto le dice a su confidente ante la falta de verdaderos hechos policiales para resolver:

      “––Psé. Querido amigo, ¿qué le importan al público, al gran público despistado, que sería incapaz de distinguir a un tejedor por sus dientes o a un cajista de imprenta por su pulgar izquierdo, los matices más delicados del análisis y la deducción? Aunque, la verdad, si es usted trivial no es por culpa suya, porque ya pasaron los tiempos de los grandes casos. El hombre, o por lo menos el criminal, ha perdido toda la iniciativa y la originalidad. Y mi humilde consultorio parece estar degenerando en una agencia para recuperar lápices extraviados y ofrecer consejo a señoritas de internado. Creo que por fin hemos tocado fondo”.

    Lo anterior lo afirma Holmes porque está por recibir la visita de una joven institutriz, quien desea su consejo sobre si le conviene o no aceptar un nuevo trabajo; entonces lo que parece algo de lo más pueril, resulta ser uno de los sucesos más escabrosos en los cuales le toca intervenir a Sherlock.  El agente primero tiene sus reticencias sobre si la muchacha debe partir hacia el hogar de la familia que requiere sus servicios, lo que implica una serie de raras exigencias, no obstante la dama accede a tomar el puesto y al poco tiempo después se comunica de nuevo con él para pedirle su ayuda.  Una vez que Holmes y Watson acuden hasta donde se encuentra la institutriz, se enteran de una historia familiar bastante anómala y que de seguro esconde más de un secreto.  Cuando se logra saber la verdad, esta resulta ser los suficientemente perversa como para sobresalir entre otras narraciones del ciclo y más de tipo familiar (incluso hay una breve, pero inesperada escena gore en el cuento).
     Dentro de los aspectos a destacar de este relato, se encuentra la presencia de su “villano” y quien corresponde al de tipo engañoso, quien aparenta algo que no es y se esconde por lo tanto en su imagen pública para no dar a conocer lo más siniestro de sí mismo; a su vez su propia familia resulta escabrosa, al más puro estilo de las viejas narraciones góticas, considerando la casa en que viven, el ambiente que los rodea y cada uno de los detalles terroríficos que se mencionan sobre el lugar donde ha ido a parar la joven.  Teniendo en cuenta toda esta atmósfera siniestra, el final, rápido y certero como muchos otros de los cuentos que forman parte de este libro, es posible encontrarse de nuevo con la utilización del viejo leiv motiv del castigo cuasi divino contra la maldad humana.

Otra vieja ilustración que representa el impactante clímax de
El Misterio de Copper Beeches.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Un Cuento de Navidad para Batman: “Noël” de Lee Bermejo.


    Una clásica y particular tradición en las narraciones de origen anglosajón, son las historias navideñas, siendo su máximo exponente literario la ya archiconocida Canción de Navidad de Charles Dickens; esta obra casi ha llegado a opacar a los trabajos de Shakespeare, al Drácula de Bram Stoker, al Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle y al Frankenstein de Mary Shelley, debido a las tantas versiones que ha tenido para el cine, la televisión, los cómics y otras expresiones artísticas que año a año se suman a una larga lista.  Cabe hacer notar también que muchos autores inspirados en obras como las ya señaladas, libros capitulares dentro de sus géneros, han realizado sus propios trabajos que les han rendido tributo, en lo que también recibe el nombre de intertextualidad, por cuantos estos títulos posteriores hacen mención directa o indirecta a dichos textos…
   …Hace un buen tiempo ya que el cómic ha logrado ocupar su sitial como verdadera expresión de arte, independientemente de sus características populares y humildes orígenes como medio de entretención y escapista, muchas veces relacionado con las lecturas de corte infantil… ¿Y que pasa cuando mezclamos la añeja costumbre de contar relatos navideños, con la preocupación por hacer una historieta de verdadera calidad argumental y gráfica? Respuesta: que entonces nos encontramos con un título como el que se menciona más arriba, Batman: Noël de Lee Bermejo.
Lee Bermejo (el que está dibujando, claro).
    Bermejo comenzó a trabajar en las historietas del Señor Oscuro como dibujante allá a principios de la década pasada y sólo tiempo después dio el salto en sus viñetas en la labor también de guionista.  Desde un principio su versión sobre el Caballero de Ciudad Gótica acaparó la atención de sus seguidores, primero por sus estilizados dibujos comparados sólo a artistas perfeccionistas como Jim Lee y Alex Ross.  De hecho con Lee comparte la misma técnica “esculpida” y donde los rostros y cuerpos de sus personajes se ven detallados con dedicación, destacando la musculatura de estos; en cuanto a Ross, la labor de Bermejo es casi tan realista como la suya, heredera de la sofisticada estética del llamado realismo socialista (que tanto brilló en su momento entre los rusos, chinos y otros países de la Cortina de Hierro).  Luego la personal manera de interpretar a Batman, tan suya, no deja lugar a dudas de que cuando se ve una de sus tantas ilustraciones acerca del Murciélago, se está frente a una de las mejores visiones gráficas sobre éste y que bien posee su propio sello particular que lo diferencia de otros dibujantes (como ya lo es el mismo Batman de Alex Ross, el de Frank Miller, el de Bruce Tim, el de Neal Adams y el de Mike Mignola).  Su Batman usa un traje de cuero que se nota hecho a mano (tan de “detective”), lleno de bolsillos para guardar gran parte de sus famosos artefactos y con una capa articulada que rememora la hecha por Bob Kane en sus inicios, la que a su vez se inspiró en un bello boceto de Leonardo da Vinci, basado a sí mismo en las alas de los quirópteros.
     La carrera de Lee Bermejo ha conocido verdaderos logros, siendo algunos de sus más grandes éxitos las novelas gráficas Luthor y Joker, donde hizo los lápices para sendas historias escritas por otro grande de los cómics, en el grupo de los guionistas, claro: Brian Azzarello.  En el caso del cómic acerca del Payaso del Crimen, su interpretación acerca de éste no puede ser más grotesca y se encuentra claramente basada en la vista en el filme Batman el Caballero de la Noche de Christopher Nolan; en ambas, tanto el filme como en la historieta, el Guasón se muestra como un sujeto que se ha cortado a sí mismo la comisura de los labios para “extender” su sonrisa. 
    No se puede dejar de lado la contribución de la colorista italiana Barbara Ciardo, quien logró estar a la par del maestro Bermejo, otorgándole a sus acabados la acuarela perfecta, donde logró acentuar lo gótico por un lado y por otro la calidez del brillo según el argumento lo requería.  Su contribución es sin vacilaciones todo un aporte y no deja de causar en el espectador maravilla, pues potencia como nunca la belleza del arte del dibujante. 
     Conocida por gran parte del mundo, incluso entre quienes no leen, es la ya mencionada más arriba Canción de Navidad de Charles Dickens.  En esta obra, que transcurre en una sola noche, la llamada Noche Buena de Navidad, quien fuera un hombre famoso por su egoísmo y amargura, Ebenezer Scrooge, realiza un viaje en el tiempo acompañado de tres poderosos espíritus; ellos lo hacen cambiar, de modo de que éste mismo descubra el verdadero sentido de la Navidad y con ello se convierta en un mejor ser humano…Pues bien, Batman: Nöel inicia con una sentida dedicatoria del artista Lee Bermejo a su abuela, quien le regaló a éste su primer libro de Dickens; de este modo es posible darse cuenta cómo un buen libro y una genial historia pueden marcar para siempre la vida de una persona.   Con textos que bien parecieran ser extraídos de la misma obra clásica de Dickens y que sirven para ambientar esta especial historia sobre Batman, tal cual la vieja narración que la inspira, transcurre todo en la noche de Navidad, siendo el propio Señor de la Noche quien se encuentra con tres personajes importantes para él.  La visita de cada uno de ellos resulta ser lo suficientemente significativa, como para terminar dejándole una lección de vida, que hacia el final de esta novela gráfica, se traducirá en un emotivo cierre como es tradicional en este tipo de obras.
    Considerando lo expuesto en el párrafo anterior, aquí es el Murciélago quien hace de Scrooge, ya que si bien Batman hasta antes de esta aventura no es un sujeto tacaño, sí hasta cierto punto resulta ser algo misántropo y en medio de su cruzada justiciera, según se puede ver aquí, ha perdido el rumbo; pues se ha convertido en un sujeto tan amargado como su supuesto símil literario, a su vez que todo lo ve blanco y negro; a esto se le suma su carácter obsesivo que lo lleva a trabajar sin vacilaciones en plena Navidad, alejado de sus seres queridos, quienes bien quisieran compartir en esa fecha con él.  De hecho, en la mayor parte de las viñetas centradas en éste, se le puede ver con el rictus endurecido, siempre molesto o enojado, como si hubiese perdido el encanto de la vida.
     En la trama, Batman anda detrás de su más famoso enemigo, por supuesto que el Guasón, quien hace uso de un pobre hombre para sus oscuros propósitos.  De este modo paralelamente a lo que tiene relación con el Caballero Oscuro, se aborda el drama de este casi patético individuo y quien junto a su hijo, un niño que pese a la miseria de su circunstancia no ha perdido la candidez y la esperanza, hace lo posible por darle a éste la mejor Navidad posible…Es entonces que la existencia de ambos se cruzan, teniendo en medio al chico y al Guasón.  Cuando se produce el esperado encuentro final entre el bien y el mal, todo ello viene a ser nada menos que una extrapolación de la visita del Espíritu de las Navidades Futuras, del texto de Dickens, y que aquí se encuentra bajo la figura del villano.   Este “Espíritu” no tiene buenas intenciones como el original, sin embargo su intervención igual llega a ser esencial para cerrar el círculo, que permita la esperada conclusión. Al enfrentar el superhéroe a su némesis, lo que hace también es aceptar por fin su propia mortalidad y con ello consigue una nueva oportunidad para cambiar su postura negativa.
     Si al Guasón le corresponde en esta novela gráfica la tarea de representar al Fantasma de las Navidades Futuras (el cual viene a ser nada menos que el símbolo de la incertidumbre y de las múltiples posibilidades que corresponde a nuestro devenir)…¿Quiénes vienen a ser entonces los otros dos espíritus? Pues bien, otro personaje icónico en la cronología del Cruzado toma la labor de ser el Fantasma de las Navidades Pasadas y tal honor le corresponde nada menos que a la carismática Gatúbela; esta ladrona de buen corazón y que tiene su historia personal con el Enmascarado, hace su entrada en la historia de forma inesperada.  Bermejo hace que Gatúbela invite a Batman a recordar sus antiguos encuentros y con ello realiza un homenaje a los cómics de la Edad de Plata, mostrándola con sus antiguos atuendos, al igual que al superhéroe, y cuando era una dama mucho más peligrosa que en la actualidad (a su vez es posible ver a Robin como en aquellos tiempos).  Los diálogos entre estos dos demuestran el verdadero carácter de la ladrona, sus sentimientos por Batman y la misma oscuridad en la cual se encuentra éste último, de modo que queda claro por qué razón es necesario que tenga su propia epifanía hacia el desenlace de esta obra.
    
Superman/Batman según Bermejo.
Quienes saben de cómics y en especial de historietas de DC, tienen la seguridad de que si Batman representa a la noche y al miedo, Superman es la otra cara de la moneda, simbolizando el día y la esperanza.  Es así que le corresponde al Hombre de Acero hacer en esta obra del Fantasma de las Navidades Presentes, haciendo su propio aporte para que su colega y amigo recupere lo que ha perdido.  De este modo Bermejo y por igual la Ciardo, le otorgan al kryptoniano un aire sobrenatural, mágico, donde queda de manifiesto su inmenso poder y gran corazón en las viñetas que aparece; pero es más  con la labor de Barbara Ciardo, que se le otorga a Superman una luminosidad tan cálida y divina, que no hay lugar a dudas de que el Azuloso es un ser extraordinario.  Queda de manifiesto en el encuentro entre estos dos, la oposición de métodos y de personalidad entre los más grandes superhéroes de DC y que sin embargo se complementan entre sí, dejando de lado sus diferencias, hasta a llegar a convertirse en compañeros y en íntimos.   A todo esto, al contemplar el traje con el que aparece Superman, es posible darse cuenta que esta historia se haya fuera de la continuidad del actual Universo DC, ya que si bien fue hecha en el año de 2012, el Hombre del Mañana no usa el traje de los llamados Nuevos 52, que son los cómics de la actual cronología DC; de este modo en esta obra lleva el antiguo equipo de “los calzoncillos rojos sobre los pantalones” y no la armadura kryptoniana con la cual se le conoce hoy en día.

     Nöel es uno de los tantos nombres que se le da a Santa Claus, conocido en Chile como Viejito Pascuero.  Al llevar en su título dicha palabra esta novela gráfica, queda de manifiesto su naturaleza navideña, aún cuando ésta no deja de poseer un carácter mucho más adulto que la aleja de las historias más edulcoradas de este tipo.  Es claramente un relato navideño, aunque para adultos, si bien está clara su deuda con la novela de Charles Dickens, aunque su final posee la cuota de esperanza que se esperaría en una historia como ésta y exponiendo la noción de que todo el mundo merece ser feliz (más todavía tratándose de Batman).

La portada completa que hizo Lee Bermejo para este celebrado cómic.

jueves, 11 de septiembre de 2014

Sherlock Holmes Nuestro (1° parte).



     Dedicarle nuestro tiempo a la literatura (incluso cine) policial es referirse sin duda a su personaje más destacado y reconocido incluso por aquellos que no leen (ni ven) este tipo de historias, Sherlock Holmes; hablar sobre éste ultimo es sin duda traer a colación a su creador, el escritor inglés Sir Arthur Conan Doyle (1859-1930).  Es así que ambos se encuentran profundamente ligados, a tal punto que si bien el autor fue capaz de realizar una obra que lejos fue más allá de sus escritos en torno al personaje, gracias a un montón de textos que incluyeron ciencia ficción, terror, narrativa histórica y poesía, su más famosa creación llegó casi a eclipsarlo, a tal punto que sólo los más entendidos conocen sus títulos fuera de la saga de Holmes (y de hecho célebre es el hecho de que aburrido de tanto escribir sobre el detective, se decidió por “matarlo” en una de sus narraciones, pero al final agobiado por las constantes cartas de sus lectores, tuvo que regresarlo a la vida).
     Como personaje ya inmerso en el ideario colectivo y recurrente en un sinnúmero de expresiones artísticas y mediáticas posteriores a la de su génesis (a través de cómics, videojuegos, películas, seriales, etc.), Sherlock Holmes ha sido abordado con posterioridad por otros escritores y muchos de ellos ya consagrados como Stephen King y Neil Gaiman. Se han filmado tantas películas y programas televisivos sobre su figura, que se tendría que agregar un extenso listado para nombrar todas estas adaptaciones; no obstante se quisiera mencionar la interpretación de un actor de la talla del fallecido Peter Cushing, como a una de sus mejores versiones en carne y hueso (en este caso para la televisión) y la más reciente llamada simplemente Sherlock, que como la anterior es una producción de la prestigiosa BBC de Londres, siendo que ella transcurre en el presente y  pese a ello se encuentra basada en los textos originales escritos por Conan Doyle.  Por último, no se puede dejar de lado la creativa adaptación animada japonesa y en la que participó nada menos que un maestro del anime, Hayao Miyasaki (a quien pronto en este blog se le comenzarán a dedicar una serie de artículos/ensayos), quien dirigió 6 de sus 26 episodios en total y que le otorgaba a sus personajes apariencia de animales antropomorfizados.   A su vez dentro de la misma relación entre Sherlock Holmes y animación japonesa, se encuentra la exitosa serie anime titulada Detective Conan, basada en el manga homónimo de Gosho Aoyama; en ella queda claro que el nombre de su protagonista, es  nada menos que un homenaje a Sir Arthur Conan Doyle, debido a su gran contribución para el género policial.
El ídolo: Sir Arthur Conan Doyle.
      Un detalle curioso respecto al gran rol de Holmes en la cultura popular, es que la gente lo identifica sin lugar a dudas usando pipa de tabaco y a manera de vestimenta un gorro bastante característico en él.  Pues bien, la pipa está sacada sin duda de las descripciones suyas en los relatos originales, sin embargo en cuanto al sombrero, éste se agregó a su canon debido al impacto de una de sus tantas adaptaciones audiovisuales, ya que en los textos escritos no aparece.   También mucha gente ha escuchado o leído por ahí la cita que dice “Elemental, mi querido Watson” y que se le adjudica a Sherlock Holmes en sus habituales conversaciones con su gran amigo…No obstante esta oración tampoco aparece en las obras literarias y sin embargo ha llegado a formar parte de la tradición popular en torno a él, gracias a la influencia de las películas y/o seriales sobre Holmes y de donde se originaron estas palabras. 
     En cuanto al plano específicamente literario de estas obras, si bien cada una de las historias está hecha para hacer brillar el genio y figura de su protagonista, la narración corre por parte de otro personaje de vital importancia, el doctor John Watson; éste es el mejor amigo del investigador y además de acompañarlo en todos sus casos, se encarga de llevar un registro a manera de crónicas y/o memorias de las aventuras de su camarada.  De este modo los textos se encuentran escritos usando el narrador testigo, siendo éste sin dudas Watson, como bien queda detallado en estas líneas:

     “Para Sherlock Holmes, ella es siempre la mujer. Rara vez le oí mencionarla de otro modo. A sus ojos, ella eclipsa y domina a todo su sexo. Y no es que sintiera por Irene Adler nada parecido al amor. Todas las emociones, y en especial ésa, resultaban abominables para su inteligencia fría y precisa pero admirablemente equilibrada. Siempre lo he tenido por la máquina de observar y razonar más perfecta que ha conocido el mundo; pero como amante no habría sabido qué hacer. Jamás hablaba de las pasiones más tiernas, si no era con desprecio y sarcasmo”.

    “Un día de otoño del año pasado, me acerqué a visitar a mi amigo, el señor Sherlock Holmes, y lo encontré enfrascado en una conversación con un caballero de edad madura, muy corpulento, de rostro encarnado y cabellos rojos como el fuego. Pidiendo disculpas por mi intromisión, me disponía a retirarme cuando Holmes me hizo entrar bruscamente de un tirón y cerró la puerta a mis espaldas”.

     No obstante también buena parte de la narración corre por parte de otros personajes, quienes involucrados en los distintos casos en los que se inmiscuyen los protagonistas, se encargan de contar sus propias vicisitudes, mientras confiesan su participación en los eventos señalados.
     La pareja que conforman Holmes y Watson resulta ser una de las más famosas en la historia de las ficciones.  En un principio ambos vivían en el mismo edificio, ya que rentaban juntos sendas habitaciones para ahorrar dinero; luego Watson se casó, lo que en todo caso no fue motivo para que se siguieran viendo seguido y el doctor acompañara a Sherlock en sus casos policiales.  Como bien sucede en este tipo de relaciones fraternarles, existe una clara complementariedad entro los dos, ya que, por ejemplo, siendo Holmes quien acapara siempre la atención debido a su personalidad extrovertida, Watson resulta ser mucho más retraído, si bien ambos comparten varios aspectos como lo son el respeto por la ley y el orden, la caballerosidad, como también la inteligencia (aunque lejos el detective supera en intelecto al doctor), entre otros aspectos.
     Conan Doyle escribió un montón de cuentos y varias novelas sobre su más famosa creación literaria.   El primer libro con Holmes de protagonista corresponde a la famosa novela titulada Estudio en Escarlata.  Luego le siguió a esta obra un primer volumen de cuentos, de nombre Las Aventuras de Sherlock Holmes y al cual se le dedican dos entradas en este mismo blog, debido a la enorme extensión que podría tener un solo trabajo sobre los 12 relatos que lo componen.  En total escribió 4 novelas y 56 cuentos sobre las andanzas del detective, las que se recogieron en varios tomos compilatorios. 
     Los cuentos que forman parte de este inicial tomo de relatos cortos sobre Sherlock Holmes, transcurren en distintos periodos de la fraternidad de sus dos protagonistas y no necesariamente están ordenados temporalmente; de este modo algunos de sus títulos en él contenido, corresponden a fechas anteriores a la de los primeros casos del libro, de modo que para hacer una cronología sobre el detective, se tendría que estructurar de otra forma su disposición en esta colección.

Uno de los mejores Sherlock Holmes para la televisión y el cine, el de Peter Cushing.
1- Un Escándalo en Bohemia.

     El primer relato del tomo, pese a lo que esperaría cualquiera, no trata sobre un crimen, aunque sí sobre un particular misterio y sobre el cual se le pide a Sherlock Holmes que lo resuelva.  Un extraño hombre ataviado de la forma más estrafalaria, llega hasta donde el célebre agente de la justicia, para pedirle que recupere un objeto sencillo, pero el cual bien podría crear grandes problemas y que implicarían la paz de toda una nación.  La involucrada en todo esto resulta ser una despampanante mujer, quien contra lo que se esperaba de un sujeto medianamente misógino como Holmes, logra acaparar su atención tanto por su inteligencia, como por su belleza capaz de deslumbrar a más de un varón.  Uno de los puntos más significativos de esta narración, radica en el hecho de que la fémina en cuestión llega a estar por sobre la misma astucia de Sherlock, hecho que luego éste reconocerá en más de una ocasión sin vergüenza.  Que alguien como este protagonista sea capaz de aceptar a este nivel su propia vulnerabilidad, enfatiza los aspectos más humanos de alguien que en gran parte de los textos dedicados a su figura, es personificado como alguien por completo sobresaliente entre sus congéneres.  Por otro lado, la singular “pilla” de esta historia no cae en el estereotipo de la mujer malvada, si no que sus intereses van en otra dirección.
     Otro elemento valioso del relato, viene a ser cómo se describe en parte el mundo de la realeza, realidad que para un lector de nuestros tiempos y de una cultura en la cual personajes como estos sólo existen en las ficciones más fantasiosas, resulta algo muy diferente a lo que uno está acostumbrado (siendo que cuando fue redactado el cuento mismo, esto era parte del diario vivir de millones de personas).

2- La Liga de los Pelirrojos.

     Uno de los casos más conocidos y originales dentro del enorme repertorio dedicado a Holmes, trata sobre otro tipo de actividad ilegal, que para nada tiene relación con el típico hecho de sangre.  En pocas palabras se trata de un especial embuste, cuya realización atiende a un plan mucho más mayor por parte de sus perpetradores. 
    El cliente en esta ocasión resulta ser una persona no muy avispada, quien apenas tiene idea de la situación en la cual se encuentra inmerso, puesto que acude a Holmes por una cosa en concreto; al final la investigación misma de parte del detective, desentraña la verdadera naturaleza del engaño y en el cual ha caído su nuevo cliente.
    Justo cuando el lector puede creer que la dichosa “liga” se trata de un grupo de malhechores, ésta resulta ser algo por completo diferente; no obstante queda claro que el hombre que esta vez solicita a Holmes sus servicios, viene a ser su inesperada víctima.
    Con cierto humor irónico, el cuento presenta a un delincuente del cual el mismísimo Holmes reconoce sus virtudes para la criminalidad, haciendo referencia a un encuentro previo con éste; cabe al seguidor de las aventuras del personaje creado por Conan Doyle, averiguar si está escrita o no dicha historia previa.
    Hacia el final el detective se apoya en otras figuras de autoridad para conseguir la victoria, lo que demuestra cierta faceta del protagonista, sobre su capacidad para sociabilizar y trabajar en equipo (pues sin duda en atención al bien común y a salvaguardar la justicia, es debido reconocer el valor de los demás en los trabajos más complejos).

3- Un Caso de Identidad:

    Otro misterio por completo diferente a muchos de los cuentos que componen este valioso tomo y el cual sin tratarse de un delito que implique hacer uso de todo el poder de la ley, sí posee una carga de tipo moral, por cuanto los culpables para Holmes merecen algún tipo de escarmiento.  Un punto destacable de la historia, es que aparte de ser profundamente entretenida e intrigante, la pequeña reflexión que hace su protagonista una vez develado el enigma, expone sin vacilaciones la propia piedad de alguien que se supone niega los sentimentalismos; asimismo queda claro a manera de moraleja, que la maldad y la codicia pueden tener muchas formas, incluso las más sutiles.
   
Antigua y preciosa publicidad de una de
las tantas adaptaciones para el teatro del
personaje.
La historia trata acerca de una acongojada dama que le pide a Holmes, que le ayude a encontrar a su amado y quien de la noche a la mañana desapareció, dejándola en las puertas de la iglesia el día en que debía ser su boda.  Resulta muy atractiva la forma en la que el detective encuentra al perdido y cómo se entera de ciertos aspectos secretos acerca de su verdadera identidad; es al respecto que una máquina que por tanto tiempo influyó en la sociedad y a la que en plena época en que se escribió este cuento le quedaba mucho tiempo aún de popularidad, se transforma en la herramienta de Holmes para sacar a relucir sus dotes deductivas.  Hacia el final el relato posee su pequeña cuota de humor.   He aquí un fragmento que puede ilustrar mejor que estas mismas palabras, la extraordinaria forma en que Sherlock resuelve este misterio:

    ––Es muy curioso ––comentó Holmes–– que una máquina de escribir tenga tanta individualidad como lo que se escribe a mano. A menos que sean completamente nuevas, no hay dos máquinas que escriban igual. Algunas letras se gastan más que otras, y algunas se gastan sólo por un lado. Por ejemplo, señor Windibank, como puede ver en esta nota suya, la «e» siempre queda borrosa y hay un pequeño defecto en el rabillo de la «r». Existen otras catorce características, pero éstas son las más evidentes.
     ––Con esta máquina escribimos toda la correspondencia en la oficina, y es lógico que esté un poco gastada ––dijo nuestro visitante, mirando fijamente a Holmes con sus ojillos brillantes.
     ––Y ahora le voy a enseñar algo que constituye un estudio verdaderamente interesante, señor Windibank ––continuó Holmes––. Uno de estos días pienso escribir otra pequeña monografía acerca de la máquina de escribir y su relación con el crimen. Es un tema al que he dedicado cierta atención. Aquí tengo cuatro cartas presuntamente remitidas por el desaparecido. Todas están escritas a máquina. En todos los casos, no sólo las «es» están borrosas y las «erres» no tienen rabillo, sino que podrá usted observar, si mira con mi lupa, que también aparecen las otras catorce características de las que le hablaba antes”.

4- El Misterio de Boscombe Valley.

    El ya viejo y recurrente tema del asesinato en sospechosas circunstancias es el leiv motiv de esta historia, siendo que un caso de estos es el que lleva a Holmes a realizar un viaje para descubrir la verdad sobre un crimen y además defender la inocencia de quien se cree que es el seguro asesino.  En un bosque un hombre muere de forma violenta y tras la investigación hecha por Sherlock es posible saber que su destino tiene clara relación con un pasado vergonzoso, en el cual más de una persona está ligada, incluyendo gente de buen corazón.
    Una vez más Sir Conan Doyle por medio de su pluma demuestra sus grandes conocimientos acerca del mundo que lo rodea, al abordar en la trama un hecho importante de su país en aquel entonces: las colonias británicas en Australia. 
    Por otro lado, el cuento vuelve a abordar la dimensión más humanizada de su célebre personaje, quien para ser un sujeto poco emotivo, vuelve a mostrar su capacidad para la piedad y que, pese a su gran racionalismo, es un hombre de fe religiosa:

     “––Bien, no me corresponde a mí juzgarle ––dijo Holmes, mientras el anciano firmaba la declaración escrita que acababa de realizar––. Y ruego a Dios que nunca nos veamos expuestos a semejante tentación.
      ––Espero que no, señor. ¿Y qué se propone usted hacer ahora?
      ––En vista de su estado de salud, nada. Usted mismo se da cuenta de que pronto tendrá que responder de sus acciones ante un tribunal mucho más alto que el de lo penal. Conservaré su confesión y, si McCarthy resulta condenado, me veré obligado a utilizarla. De no ser así, jamás la verán ojos humanos; y su secreto, tanto si vive usted como si muere, estará a salvo con nosotros”.

   Un detalle llamativo en los acontecimientos mostrados en esta obra, es cómo se manifiesta la relación entre el gran amigo de Holmes, Watson, y su esposa; quien como si fuera de lo más común, le dice a su marido que deje no más por un tiempo sus obligaciones profesionales, de modo de acompañar a Sherlock en su nueva aventura…¿Una posición demasiado adelantada a su época en cuanto a la “relación libre” de esta pareja o simplemente un recurso argumental del autor, para permitir que una vez más estos dos compañeros compartan sus aventuras? Queda a alguien más experto en la obra en torno al detective, dilucidar el pensamiento de su escritor y los convencionalismos de aquella sociedad, para aclarar por completo dicho aspecto.

5- Cinco Pepitas de Naranja.

     Uno de los cuentos más populares del más famoso detective, es a su vez todo un “documento histórico”.  Si ya en la primera novela sobre este mismo personaje, su autor se refirió a acontecimientos históricos propios de Estados Unidos y de la época en la cual escribió su obra, al tratar el tema de la existencia de la religión mormona en el ya clásico libro de Estudio en Escarlata, en este caso usó como recurso narrativo otro tema desconocido para la mayoría de sus lectores originales: el Ku Klux Khan (grupo de blancos racistas que asolaban a los ciudadanos negros en Gringolandia, usando una traje blanco que ocultaba sus identidades y llevando además unas puntiagudas capuchas).  Es así como en medio de un mundo que recién en aquella época comenzaba a globalizarse, si bien no contaba con los avances tecnológicos a los cuales estamos acostumbrados hoy en día, Sir Arthur Conan Doyle demostró su gran cultura general y conocimientos acerca del devenir de la ex colonia británica más importante.  De este modo se puede afirmar sin tapujos que Cinco Pepitas de Naranja, fue de seguro la primera obra de ficción en retratar parte de las bestialidades de tal nefasta comunidad (siendo que además esta fue retratada por un autor de otra nación en pleno funcionamiento de este detestable grupo y que luego hizo del dominio público internacional dicho conocimiento).  No obstante también cabe preguntarse hasta qué punto los lectores de aquellos años dieron por supuesto la verdad respecto al Ku Klux Khan o simplemente lo consideraron como un elemento más de la prodigiosa imaginación del escritor.
Digna de tener resulta ser esta versión en animé
del famoso detective.
   La narración comienza durante una jornada de lluvia torrencial, con mucho viento, el clima ideal para contarnos una historia que desde el principio acapara la atención del lector; de este modo la ambientación adelanta sin vacilaciones, la idea de que una historia de connotaciones siniestras está por conocerse (cabe recordar que como autor también de obras de género terrorífico, Conan Doyle se manejaba bastante bien en crear atmósferas ominosas).   En medio del hogar de Holmes y Watson irrumpe un joven, quien solicita la ayuda del famoso investigador: éste cuenta la historia de su solitario tío y de su padre, quienes tras recibir una misteriosa carta en la que venían cinco pepitas de naranja, fallecieron poco después en circunstancias sospechosas.  El hombre teme por su propia vida, pues ha sido él quien ahora ha recibido dicho correo.  Si bien la prodigiosa mente del detective logra identificar a los culpables de todas las desgracias, el cuento toma un giro inesperado al demostrar que por sobre cualquier control humano, hay un elemento fortuito que puede cambiar por completo el curso de acciones de las personas y que por ello nunca tenemos absoluto control de las cosas.

6- El Hombre del Labio Retorcido.

    Un texto como este, con un título tan ominoso, encierra más de un aspecto digno de comentar y que va más allá del caso que en esta ocasión le toca resolver a Holmes.  En pocas palabras lo que lleva al detective a hacer uso de sus dotes deductivas, pareciera ser algo de lo más común (y hasta cierto punto abordado en una de las historias anteriores): La extraña desaparición de un hombre y al cual la mujer que lo ama busca desesperadamente.  No obstante como se trata del trabajo de un genio como Arthur Conan Doyle, lo aparente encierra más de un detalle curioso y, por supuesto, este caso en concreto para nada consiste en una repetición de la misma idea, ni en una variación, si no que se convierte en la oportunidad de mostrar una vez más la gran capacidad fabuladora de su autor, como la propia inteligencia prodigiosa de su protagonista.
     En primer lugar se puede destacar aquí el hecho de que durante buena parte de su comienzo, el papel principal corre a manos de Watson, quien aquí tiene su propia aventurilla y con ello demuestra su virtuosismo moral; es en este segmento de la narración, que el lector de la actualidad puede conocer gracias a éste mismo uno de los aspectos más bizarros y menos gentiles de la sociedad victoriana: los fumaderos de opio.  Estos antros fueron muy populares en tal época a lo largo de Inglaterra, donde miles de hombres se entregaron a la droga de una forma que incluso hoy en día logra impactar.  La siguiente cita ejemplifica mejor todo esto:

     “A través de la penumbra se podían distinguir a duras penas numerosos cuerpos, tumbados en posturas extrañas y fantásticas, con los hombros encorvados, las rodillas dobladas, las cabezas echadas hacia atrás y el mentón apuntando hacia arriba; de vez en cuando, un ojo oscuro y sin brillo se fijaba en el recién llegado. Entre las sombras negras brillaban circulitos de luz, encendiéndose y apagándose, según que el veneno ardiera o se apagara en las cazoletas de las pipas metálicas. La mayoría permanecía tendida en silencio, pero algunos murmuraban para sí mismos, y otros conversaban con voz extraña, apagada y monótona; su conversación surgía en ráfagas y luego se desvanecía de pronto en el silencio, mientras cada uno seguía mascullando sus propios pensamientos, sin prestar atención a las palabras de su vecino. En el extremo más apartado había un pequeño brasero de carbón, y a su lado un taburete de madera de tres patas, en el que se sentaba un anciano alto y delgado, con la barbilla apoyada en los puños y los codos en las rodillas, mirando fijamente el fuego”.

     Luego puede hacerse notar el hecho de que el cuento en sí presenta dos paralelismos bastantes llamativos.  El primero de ellos tiene relación con el motivo que lleva a Watson a visitar el lupanar ya mencionado y que tiene que ver con la búsqueda de un hombre a quien su esposa reclama con inquietud; en este mismo sitio se encuentra con su amigo Holmes y quien por su cuenta busca a otro hombre desaparecido a solicitud de su señora.  Segundo, luego está el detalle de que la narración permite conocer una de los aspectos más llamativos de Holmes y que consiste en su habilidad extraordinaria para el disfraz y el maquillaje, lo que incluye un gran talento para la actuación (era de suponer que su fama de gran detective, inteligencia, capacidades físicas y virtudes para la personificación de otros sujetos, inspirarían a tantos guionistas a la hora de definir a un personaje como… ¡Batman!); luego aparece otro personaje cuya facilidad para el mismo tipo de teatro, llega a competir con la de Sherlock.
    En cuanto al final de todo esto, no deja de ser de lo más sorprendente, dejando claro que la verdad puede superar cualquier noción acerca de lo que uno puede esperar.  Por otro lado, no todo debe ser un verdadero crimen ¿No?

Un valioso tomo para tener en consideración: Todo Sherlock Holmes.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...