sábado, 25 de abril de 2015

¡4 Años de Blog!



      Ayer el Cubil estuvo de aniversario…y yo también, pues esta página cumplió 4 años desde su fundación, lo que si bien a mi edad corresponde a una ínfima parte de mi existencia, significativamente tiene que ver con una parte esencial de quién soy ahora.  Supongo que en otros cumpleaños de este blog, ya me he referido a lo importante que es para mí esta página y, por ende, cuán feliz me hace.  Por lo tanto no quiero repetirme con las mismas ideas expuestas en años anteriores y como no se me ocurren otras para exponer en esta celebración, supongo que esta vez seré breve, ya que atenderé tan solo a unos cuantos puntos que me pueden parecer memorables y no repetitivos. 
     Mi queridísimo amigo Miguel Acevedo (de quien ya varias veces he hablado por acá), hace un tiempo me dijo que los blogs tienden a mantenerse en vigencia a lo más unos 3 años, ya que luego sus autores se aburren, los dejan o crean uno nuevo para abandonar su anterior obra.  Y he comprobado una y otra vez esta certeza.  Vez que ha sido así me da real lástima, pues aquellos blogs que he visto desaparecer, los seguía fielmente y al encontrarme con su “muerte”, he sido testigo de la pérdida de toda una fuente valiosa de información y particulares puntos de vista.  Yo no podría llegar a eso, olvidarme así de este instrumento donde casi semanalmente deposito mis sueños, dichas y pensamientos; creo que tendría que verme vitalmente imposibilitado para escribir, como para dejar estas páginas virtuales.  Debido a este mismo motivo es que admiro a gente como Guivi Antonucci de Locura Doméstica y a Cidroq de El Cuchitril de Cidroq, quienes alternan su maternidad/paternidad con su labor bloguera, regalándonos sus escritos en la medida que se otorgan los espacios suficientes como para mantenerse actualizados.  Si ellos pueden hacerlo, esto de seguir con sus proyectos pese a sus obligaciones familiares… ¿Por qué yo, que soy soltero, no emulo tal pasión para comunicarme a través de la distancia física y el tiempo? Es por esta misma razón que aprecio tanto también a otros,  como bien lo son Tomás Rivera de Kindlegarten, Guillermo Ríos de Guillermocracia, Alejandro Caveda de El Zoco de Lakkmanda y a Manuel de Un Universo de Ciencia Ficción, quienes mes a mes mantienen vivos sus blogs con una pasión y una brillantez prosística que yo bien quisiera.  Me encantaría que mis amigos y colegas Iván Piñeyro de Ioxman y el ya citado Miguel de Le Dicen Poesía, renovaran con mayor periodicidad sus textos, lo mismo que Damablanca de Delirios de la Dama y Lino Moinelo de Al Final de la Eternidad, cuyos blogs me son tan apreciados (¡Además el texto que tengo pendiente fue nada menos que inspirado por Damablanca!), porque todo ellos son referentes obligados para lo que hago y a veces pasa largo tiempo para que me encuentro con algo reciente de su autoría.  Sobre todos estos ya me había referido anteriormente, no obstante nunca es malo repetir aquello que es positivo, puesto que si en parte sigo acá es gracias a su influencia y apoyo (además que muchas de estas personas son originarias de España, nada menos que uno de los sitios de donde más me leen y comentan). 
     Algunas de las páginas que sigo llevan muchos años más de existencia, de modo que estos 4 años míos pueden parecer poco para algunos; sin embargo es solo cuestión de esperar y ya se irán sumando nuevos ciclo por acá.  Además la razón de por lo general 6 textos nuevos por mes y de mi autoría, no es moco de pavo para mí, pues lo que me implica crearlos y pulirlos, demuestra mi compromiso con lo que hago (no obstante no debo pecar de falsa modestia, puesto que muchas veces aunque vele por redactar sin errores, varias veces se me escapan las imperfecciones habituales en este tipo de trabajos).
    Acabo de releer lo que escribí para el anterior Aniversario y me doy cuenta que he reiterado unos que otros temas aquí.  Supongo ello pasa porque todo lo que he dicho al respecto, no ha perdido vigencia para mí.  ¿Qué puedo decir de novedoso antes de despedirme por el momento? Bueno, que revisando mis posteos del último año, me he dado cuento que como nunca le he dado espacio a los cómics en el Cubil, lo que corresponde a una de mis mayores pasiones y en la que ocupo una parte primordial de mis adquisiciones económicas (¿Por qué me miran con esa cara de desapruebo? ¡Pues si muchas mujeres gastan en carteras y zapatos, los ñoños invertimos en historietas, mientras que los bohemios lo hacen en alcohol y centros nocturnos!).  Ahora bien, es verdad que quisiera escribir más al respecto, pues desde marzo que no publico nada al respecto, no obstante como hago muchas cosas más aparte de dedicarle tiempo al blog, debo discriminar entre aquello a lo que le dedico mi escritura y lo que lamentablemente debo postergar.  También he podido comprobar que como durante los últimos meses me ha dado por leer libros breves y colecciones de cuentos, mi volumen de críticas literarias ha aumentado (si bien el grueso volumen de Danza de Dragones me ocupó harto tiempo y eso que era en plenas vacaciones de verano).  Este cuarto año me tocó o más bien nos tocó despedirnos de 4 artistas de renombre internacional: recién había conmemorado mi tercer aniversario, cuando sufrimos la pérdida de Gabriel García Márquez y ya durante este 2015, cuando todavía no estamos ni a mitad de año, se nos fueron Pedro Lemebel, Leonard Nimoy y Terry Pratchett; de este modo, tal como desde lo hondo de mi corazón lo hice en el pasado con otras figuras que abandonaron este plano físico, el Cubil del Cíclope no podía dejar de expresarse al respecto.
    Eso puedo decir por ahora acerca de esta fecha y sobre el nuevo año de vida de esta página.  Hasta una, ojalá, próxima conmemoración.

Mis sobrinitos Amilcar y Brunito son
  mis principales musos a la hora de escribir.

domingo, 19 de abril de 2015

“Chappie” de Neill Blomkamp.


     En el transcurso del año 2009 sonó fuerte el nombre y apellido de un joven director de cine sudafricano, Neill Blomkamp, quien tras una exitosa carrera en publicidad, haciendo cortometrajes y unas cuantas colaboraciones en televisión, estrenó su ópera prima que a la fecha se ha convertido en todo un clásico de la ciencia ficción cinematográfica: District 9 (conocida en estos lares como Sector 9).  Tras este debut, en 2013 pudo verse su segunda película, también del género, Elysium, la que demostró su interés por el género y su talento a la hora de crear obras donde la espectacularidad visual y técnica, fuese de la mano con un guión sólido (coescrito por él mismo).  Tras esta segunda cinta, la cual a su vez repetía el interés de Blompkamp por este tipo de historias, era de esperar la llegada de su nueva obra, con la cual quedaría definida su carrera como cineasta especializado en la ciencia ficción.  De este modo Chappie, estrenada tan solo hace un par de meses, viene a ser su consagración como una de las actuales promesas del séptimo arte, tanto como un llamado al público de tener en cuenta su aporte a la revitalización del género en su expresión audiovisual.
    Para muchos de los que han puesto su atención en este cineasta, Chappie sin duda viene a ser la mejor de las 3 películas que a la fecha ha realizado (o al menos superior a la ya mencionada Elysium, que sin ser mala, no llega a los niveles dramáticos y de calidad de District 9).   Si su primer filme trataba acerca del primer contacto con una raza extraterrestre inteligente y el que le siguió versaba sobre una antiutopía donde solo unos pocos podían acceder a los mayores beneficios, mientras que la mayoría vivía en condiciones deplorables, si bien con acceso a tecnología de punta (aprovechando de paso incursionar en el subgénero del ciberpunk), para su tercer largometraje escogió también un distinto tema en el que centrar su historia: de este modo su última producción trata acerca de los robots y en especial sobre la posibilidad de dar origen a una inteligencia artificial (IA).  Esta reciente incursión suya en la ciencia ficción,  lo convierte en el sucesor de autores especializados como James Cameron, Alex Proyas y John Carpenter, entre otros.  A su vez si bien en cada uno de sus filmes ha abordado temáticas diferentes, es posible apreciar su interés por los futuros cercanos y la crítica social, al usar sus argumentos para exponer la crisis del “tercer mundo”, a través de la metáfora en que se convierten sus obras.  De este modo al ver Chappie, un espectador maduro puede reconocer en ella el discurso político que al parecer ya es marca registrada de Blomkamp, quien convierte a sus personajes en representaciones de los sueños y las pesadillas de nuestra humanidad.  Este al diseñar escenarios ficticios que no son otra cosa que una extrapolación de las taras sociales y con los que nos hace reflexionar, nos invita a encontrar las soluciones para lograr un mundo mucho mejor.  Si se tiene en cuenta el conjunto de su trilogía a la fecha, la respuesta para contrarrestar la violencia, la pobreza y la miseria general que imperan en sus mundos ficticios, radica nada menos que en la ejecución del amor: puesto que a la larga todos sus héroes solo a través del ofrecimiento de sus propias vidas, consiguen derrotar los males que los acosan y de paso influenciar positivamente en quiénes los rodean.
    ¿Y de qué trata esta preciosa obra? Pues cuenta de un joven ingeniero que trabaja para una importante empresa, que fabrica sofisticadas armas y el cual ha creado un prototipo de robots que usados por la policía sudafricana, han permitido bajar considerablemente el índice de delincuencia.  A su vez posee como compañero de trabajo a un ex militar, cuya propuesta para combatir el crimen es utilizando otro tipo de robot, mucho más caro y letal y el cual tras haber sido reemplazado por la alternativa más pacifista de su colega, siente rencor hacia él, de modo que su participación en la historia toma ribetes de principal antagonista.  El científico “bueno” de la historia ha logrado diseñar un programa capaz de dar “vida” a una IA, pero por desgracia no cuenta con el apoyo de su jefa, por lo que decide a escondidas utilizar un robot desechado, con el objetivo de experimentar con él y así probar suerte.  Las consecuencias que trae su osadía escapan a cualquier plan, ya que justo cuando está por llevar a cabo su propósito, es raptado por un singular trío de criminales, de modo que una vez que despierta a la conciencia esta nueva forma de vida, se verá entre medio de una batalla que implica tanto el bienestar de la ciudad, como su propia educación emocional; puesto que a partir de su nacimiento se encuentra entre las intenciones benignas de su “creador” y los intereses de la pandilla que se ha quedado con él.  De este modo al estar entre estas dos fuerzas, Chappie (quien ha sido bautizado así, por la única mujer que compone el trío de delincuentes que se ha quedado con él) a lo largo de la trama conocerá el verdadero significado del bien y del mal, en medio de un viaje iniciático inolvidable.
Así se ve Hugh Jackman en esta película...
¡Cuando grande quiero ser como él!
     Si bien ya en District 9 el director había utilizado en parte el humor para aligerar el tono dramática de su cinta, en esta ocasión convierte su último guión en un melodrama, puesto que como nunca hace reír a su público, al presentar más de una situación hilarante de características absurdas, aunque nunca olvidando los momentos de tensión y hasta emotivos.  Es así que en particular los “malos” de la trama llegan a ser caricaturizados, en especial el rival tecnológico del creador de Chappie, quien se muestra como un hombre rastrero, violento y un cínico que se esconde en su imagen regia y de hombre religioso.  Interpretado acá por nada menos que Hugh Jackman, en tal vez su primer papel de villano, saca más de una risa al espectador, demostrando la versatilidad del guapo actor australiano; por otro lado, si bien en  esta ocasión no muestra su torso desnudo como es habitual en las cintas donde hace de protagonista, a lo largo del metraje no deja de verse sexy, usando su ajustada ropa que muestra a propósito sus musculosa figura.  Teniendo en cuenta los antiguos roles de Jackman y al contrastarlo con el que aquí cumple, cabe recordar que ya en Elysium fue posible ver a alguien del talante de Jodie Foster haciendo de malvada, lo que demuestra la habilidad del director para trabajar con actores famosos por sus personajes positivos, de modo de conseguir de ellos algo completamente distinto, a lo que tienen acostumbrados a sus seguidores.  Asimismo la varonil y deportiva figura de este sujeto, se opone a la presencia algo angelical y más “normal” del otro ingeniero, quien queda retratado como una persona dulce y de buenas intenciones.
    En cuanto al trio de ladrones con los cuales les toca codearse a Chappie y a su creador, estos resultan ser toda una sorpresa, al ser caracterizados como personas mucho más complejas que el anteriormente mencionado villano.  Destacan aquí quienes son pareja en este equipo, hombre y mujer, y los cuales se convierten nada menos que en las figuras paterna y materna del androide.  Si bien en un principio la intención de estos tres fue la de utilizar con fines delictuales al robot, lo que en todo caso cumplen, entre la mujer  y Chappie sin lugar a dudas nace una relación sentimental de carácter madre e hijo, la que se convierte en un elemento fundamental para el desarrollo de este filme.  Es así como la dama en cuestión va demostrando poseer un espíritu maravilloso y ser toda una madre en potencia, lo que la convierte en uno de los personajes más entrañables de toda la película.  Sus arranques emocionales al demostrar preocupación por Chappie, despiertan en uno tanto ternura como risa, ya que esta faceta suya si bien cae en el absurdo, la humaniza tal como incluso más adelante también pasará con su pareja (un aspecto muy gracioso en ella, resulta ser su chillona voz, que se opone a la primera imagen que despierta de mujer violenta).  En todo caso, existe un importante detalle que revela la verdadera naturaleza de esta mujer, quien se constituye, pese a todo, en una verdadera influencia  benigna para el crecimiento emocional de Chappie: gusta de los colores cálidos y/o tonos pasteles, además de los dibujos de tipo infantil, lo que se constituye en un reflejo de su interioridad.  Es por todo esto que trata a Chappie como a un niño, preocupándose realmente de él e incluso llegando a aceptar la presencia del ingeniero que dio vida a Chappie, puesto que lo reconoce como alguien importante para su desarrollo personal.  Como ya se dijo más arriba, el villano interpretado con tanta gracia por Hugh Jackman, aparenta solidez espiritual al hacerse pasar como hombre de fe, no obstante esta falsedad suya es opacada por el verdadero sentido religioso de la “madre” del robot, quien entre todas sus virtudes demuestra ser una persona temerosa de Dios y que más encima educa a su “hijo” en la creencia de la vida después de la muerte; de este modo, aquel que supuestamente sirve a la ley y el orden, resulta ser un individuo corrupto, mientras que quien vive en plena marginalidad y a diferencia del otro no esconde su lado violento, exhibe un talante que la llega a poner por sobre sus flaquezas.
    Por cierto, los actores que interpretan a la pareja que acoge a Chappie, en la vida real también lo son y además son importante músicos en su nación, Sudáfrica.   Para esta película no solo demostraron su talento histriónico, sino que contribuyeron con canciones hechas en exclusiva para el soundtrack de esta obra (las que a su vez resultan ser bastantes agradables al oído, en especial por sus melodías algo “exóticas” y bizarras, para quien no conoce su arte).
    En cuanto a quien se hace pasar por el “padre” de Chappie, en un principio no deja de provocar desagrado, pese a que en más de una ocasión hace reír al espectador.  Este sujeto no deja de sacar provecho para beneficio propio de la inocencia del androide, no obstante una vez llegados al clímax de la cinta, demuestra dotes de autosacrificio y de ser capaz de amar de verdad, lo que deja más que claro el sentido de uno de los mensajes de este filme: Es el libre albedrío lo que nos hace humanos y como tales nos otorga valor como personas, por lo tanto son las decisiones que tomamos y no nuestro aspecto (lo externo y/o superficial), aquello que permite la realización personal y como consecuencia la obtención de la verdadera felicidad.  Por lo tanto, tal como se puede ver gracias a lo que aquí se presenta, otro tema importante en Chappie resulta ser el de la trascendencia, ya que al abordar la posibilidad de que existan inteligencias artificiales, y con ello otras formas de vida autoconscientes, queda expuesta la interrogante respecto a qué hay más allá del plano físico y sobre cuál es el verdadero sentido de la vida.

Chappie aprende el valor de las historias gracias a su entrañable madre.

    Otro aspecto destacable en este largometraje, es el de la especial estética del propio Chappie y del robot creado por el sujeto que aquí oficia de principal villano.  El primero más que recordar a las entidades mecánicas de un animés de culto como Patlabor y Apleseed, queda de manifiesto como un claro homenaje a dichos títulos y más todavía por el interés nipón hacia las historias de robots (este no sería el único tributo presente en Chappie, puesto que basta con recordar la escena donde es posible ver los famosos créditos de apertura de He-Man y los Amos del Universo, un recordado show animado gringo de los ochenta).  Por otro lado, volviendo al robot del personaje de Hugh Jackman, este se parece bastante a los recordados ED209 de Robocop, lo que bien puede ser tanto un guiño a estas cintas, como una vez más al anime y al manga japoneses.
    Siendo el tercer filme de Blomkamp, este no dejó de trabajar con su actor fetiche Sharlto Copley, quien en su ópera prima hizo del trágico protagonista, mientras que en Elysium se le pudo ver como a uno de los dos villanos de turno.  No obstante su papel en este caso fue aún más diferente que en las dos películas que le antecedieron, puesto que no se le pudo ver frente a las cámaras, pese a tener sobre sus hombros el peso del protagonismo: ya que le correspondió ponerle la voz a Chappie.  Por lo tanto como muchos de sus colegas que ya han probado suerte dándole vida de esta manera a personajes animados, Copley demostró una vez más su talento, creando a un personaje con verosimilitud y sensibilidad, apoyado en gran parte en la fuerza dramática de su voz.
    Tras la confirmación de la habilidad de este artista sudafricano para realizar filmes de ciencia ficción de calidad, a medias entre el cine comercial y el de autor, Neill Blomkamp ha quedado contratado para filmar nada menos que la esperada Alien 5 y de la cual ya se han hecho un montón de especulaciones.  Quizás el mejor augurio para esta secuela que se viene pronto, sea el hecho de que en Chappie actúa la mismísima Sigourney Weaver, la recordada teniente Ripley y protagonista absoluta de esta saga; de este modo su contribución al éxito de su tercera cinta, bien puede considerarse como el  primer acercamiento a un trabajo mucho más cercano entre ambos.
      Si bien ya se refirió más arriba a la participación musical del dúo sudafricano Die Antwoord en esta obra, no podía faltar otro acompañamiento melódico que hiciera de banda sonora incidental, para ayudar a crear la atmósfera acústica ideal que nos trasladara al mundo de Chappie.  Es así que para esta película el director contó con la contribución de un músico de la talla  de Hans Zimmer, quien una vez más regaló a la audiencia preciosas composiciones, que no dejaron de trasladarnos al futuro cercano y algo apocalíptico de esta obra (haciendo para ello uso de los instrumentos electrónicos, para emular su particular ambientación).

martes, 14 de abril de 2015

Sin duda todo un maestro: Robert Bloch.


    Referirse a la obra de Robert Bloch es tratar con uno de los grandes de la literatura de terror contemporánea (ubicándose su obra en el transcurso del siglo pasado, desde el auge de los llamados pulps en la década del treinta, hasta comenzados los noventa); este autor marcó con su vasta producción el género, entre una gran cantidad de títulos que comprenden cuentos, novelas, antologías y guiones para televisión y cine, a tal punto de que fue nada menos que el autor del libro Psycho (1959) y que sirvió de fuente de inspiración para Alfred Hitchcock,  en la elaboración su obra maestra del cine Psicosis (1960).
     Nacido el 5 de abril de 1917 y fallecido el 23 de septiembre de 1994, Bloch fue uno de los talentos responsables de la masificación de la llamada “literatura popular o de género” (terror, fantasía, ciencia ficción, policial y western, entre otros) al comenzar su carrera publicando en las revistas de celulosa barata, que se vendían en kioscos y las que vieron nacer a otros genios como el propio Lovecraft, Robert Howard, Isaac Asimov, Ray Bradbury y muchos más indiscutidos escritores, que antes de conocer las lujosas ediciones de sus obras, se iniciaron con humildad en este recordado formato.  De hecho, Bloch es también recordado por ser uno de los miembros del selecto grupo de amigos epistolares del ya mencionado Howard Phillip Lovecraft, llamado por los entendidos como Círculo de Cthulhu, ya que con sus escritos ayudó a definir el Horror Cósmico creado por H.P.L, al entregar sus propios aportes entre los que se cuentan verdaderos clásicos como El Vampiro Estelar y La Sombra que huyó del chapitel (por cierto, la génesis de este dos cuentos es de lo más curiosa, ya que se trata de las continuaciones directas de una narración de su amigo Lovecraft, El Morador de las Tinieblas, donde en los 3 textos ambos autores incorporaron a su respectivo compañero como personaje, si bien cambiándole el nombre y dándole una muerte horrible dentro de estas ficciones).  Entre quienes amamos las historias que giran en torno a Yog-Sothot, Nyarlathothep y demases, bien conocida es la existencia del infame libro de arcanos conocimientos de magia negra, de nombre Necronomicon, el cual en todo caso corresponde a una invención más de la ficción lovecrafniana; pues bien, Bloch agregó dos textos más a la serie de obras de este tipo, las que corresponden a  De Vermis Mysteriis y Cultes des Goules.
    Si bien Robert Bloch incursionó con igual éxito en la ciencia ficción, fue en las historias de espanto (entre sobrenaturales y de psicópatas) que sobresalió, a tal punto que aparte de la mencionada Psycho y de la cual escribió 2 continuaciones, uno de sus cuentos hoy en día se constituye en todo un referente a la hora de hablar de literatura de terror del siglo XX y de asesinos seriales justamente.              Suyo afectísimo, Jack el Destripador tal como dice su nombre, corresponde a un potente relato que tiene como protagonista al reconocido criminal inglés de finales del siglo XIX y al que el autor recuperó para la ficción, otorgándole un destino impactante dentro de su narración.   Ante la originalidad de tal texto, que usó a esta figura histórica de manera nunca antes vista (y que luego sería revisitada en obras posteriores como la novela gráfica Desde el Infierno de Alan Moore), fue invitado por su amigo y colega Harlan Ellison para escribirle una continuación, ya en tono de ciencia ficción, en su celebrada antología de cuentos inéditos Visiones Peligrosas y a la que tituló Un Juguete para Juliette; asimismo el propio Ellison dentro del mismo tomo redactó una secuela al nuevo cuento de Bloch.  Muchos años después, siendo Harlan Ellison el consultor especializado de la famosa serie de televisión Babilonia 5 en los años noventa, tanto Bloch como Ellison fueron homenajeados por su creador J. Michael Straczynski, en el hermoso episodio de la segunda temporada titulado El Regreso del Inquisidor (1995). Por otro lado, el mismo Bloch en su calidad de guionista y trabajando en una serie de culto como nada menos que Star Trek, llevó una vez más al futuro al famoso asesino en el capítulo Wolf in the Fold, durante la segunda temporada (1967); ese mismo año y meses antes de la emisión de este guión, realizó el especial de Halloween de este programa, Catspaw, en el cual supo recoger muy bien el espíritu de las viejas historias de terror de su primera época.

      “ -Mr. Carmody -dijo-, ¿ha oído usted hablar de… Jack el Destripador?
     -¿El asesino? -pregunté.
     -Exactamente. El más monstruoso de todos. Peor que Landrú. Jack el Destripador. Jack el Rojo.
     -He oído hablar de él -dije.
      -¿Conoce usted su historia?
     -Escuche, Sir Guy -murmuré-. No creo que nos sirva de nada desempolvar antiguos cuentos de viejas acerca de famosos criminales de la historia.
       Sir Guy me miró fijamente.
      -Esto no es ningún cuento de viejas. Es un asunto de vida o muerte.
     Estaba tan obsesionado, que incluso hablaba en tono melodramático. Bueno, estaba dispuesto a escucharle. A los psiquíatras nos pagan para que escuchemos.
      -Adelante -le dije-. Oigamos la historia.
       Sir Guy encendió un cigarrillo y empezó a hablar.
     -Londres, 1888 -empezó-. Finales de verano y comienzos de otoño. Ésa fue la época. Surgida de ninguna parte, apareció la sombría figura de Jack el Destripador… una sombra furtiva con un cuchillo, vagabundeando por el East End de Londres. Acechando a las escuálidas divas de Whitechapel. Nadie sabe de dónde llegó. Pero trajo la muerte. La muerte en un cuchillo.
     »Aquel cuchillo descendió seis veces para hundirse en las gargantas y en los cuerpos de mujeres de Londres. Busconas. El 7 de agosto fue la fecha del primer asesinato. Encontraron el cadáver de la mujer con treinta y nueve cuchilladas. Un crimen horroroso. El 31 de agosto, otra víctima. La prensa empezó a interesarse por el asunto. Los habitantes de los suburbios se interesaron todavía más.
     »¿Quién era aquel desconocido asesino que vagabundeaba por allí y mataba a capricho en las desiertas calles de sus barrios? Y, lo que era más importante: ¿cuándo entraría de nuevo en acción?
     »La fecha fue el 8 de septiembre. Scotland Yard nombró comisionados especiales. Los rumores iban y venían. La espantosa naturaleza de los asesinatos era tema de las más descabelladas especulaciones.
     »EI asesino utilizaba un cuchillo… con gran pericia. Seccionaba gargantas y cortaba… ciertas partes de los cadáveres después de la muerte. Escogía víctimas y lugares con diabólica premeditación. Nadie le vio ni le oyó. Pero los guardias, al hacer su ronda al amanecer, tropezaban con la desdichada víctima del Destripador.
     »¿Quién era? ¿Qué era? ¿Un cirujano loco? ¿Un carnicero? ¿Un científico demente? ¿Un enfermo mental escapado de un manicomio? ¿Un noble psicopático? ¿Un miembro de la policía londinense?
     »Luego apareció el poema en los periódicos. El poema anónimo, destinado a poner fin a las especulaciones… pero que sólo consiguió aumentar hasta el frenesí el interés público. Una burlona cuarteta:

No soy un carnicero, ni tampoco un mendigo,
ni un médico demente, ni un loco matador:
soy su sincero amigo,
atentamente suyo: Jack el Destripador”.

     Si bien lleno de hitos en su producción, se puede destacar entre otros, el hecho de que haya terminado nada menos que el relato inconcluso del precursor en este tipo de literatura, Edgar Allan Poe.  El texto en cuestión corresponde a El Faro, el cual apareció en su versión acabada por Bloch en 1977 (mientras que lo escrito por el autor de El Gato Negro data de 1849).
     Como ya se dijo arriba, Bloch es más encima el autor de Psycho, obra cumbre del subgénero conocido como psychotriller y que fue el libro que con tanto éxito adaptó para el cine Hitchcock, bajo el nombre de Psicosis. Lo que algunos ignoran respecto al origen de esta novela, es que su autor se basó en otro famoso caso policial, como ya sucedió con su historia sobre Jack el Destripador.  Fue así como en esta ocasión tomó como fuente para su prosa, las atrocidades cometidas por su compatriota Ed Gain, cuyos delitos que implicaban tanto asesinato, como necrofilia y todo tipo de perversiones con los cuerpos de sus víctimas, fueron descubiertos por la época en la que el escritor ya había logrado la consagración.  No está demás decir que gracias al respaldo del director de Los Pájaros, su obra más famosa es esta potente novela, que sin dudas llega a ser mucho más gore que su versión fílmica.
    
     Terror (1962) corresponde a una novela corta suya que se lee de un tirón, en especial gracias a su narrativa atrapante y llena de giros argumentales atractivos, basados muchos de ellos, en todo caso, en los elementos típicos de la literatura policial y/o de crímenes.  El texto posee dos narradores, uno que corresponde al protagonista y otro, nada menos que al asesino de esta historia.  De hecho parte con este último, quien aparece como narrador cada vez que comete un homicidio.  Su trama trata acerca de un joven de veinte años, quien vive con su único familiar, una simpática tía (no se sabe si soltera o viuda), quien ha recogido al muchacho luego de la muerte de sus padres (tampoco se entra en conocimiento de si es consanguínea suya o política, ni si su parentesco es paterno o materno) y quien pretende iniciarlo en sus negocios.  Siendo sinceros, quien pronto será ya un adulto según los parámetros de la época (a los 21 años en aquel tiempo, recién a tal edad se adquirían plenos derechos y obligaciones civiles), resulta ser al principio de la trama un sujeto algo desagradable, ya que se lo describe como alguien prejuicioso y, lo peor de todo, misógino, como también todo un resentido social; no obstante, en la medida que se involucra en los vericuetos del misterio policial y delictivo que toca a su puerta, demuestra poseer varias virtudes, entre las que se encuentran la valentía, iniciativa y, lo mejor de todo, la capacidad para madurar y aprender de las duras experiencias que le entrega la vida.   Pues bien, la existencia del hasta el momento irresponsable personaje cambia, cuando su tía queda en poder de una pequeña figura india de la diosa Kali, lo que desata la ola de muertes atroces que en un principio hacen creer a los agentes de policía involucrados, que el mancebo viene a ser el culpable de todos los sucesos.  Una vez que el protagonista queda libre de culpa, decide averiguar por su cuenta la verdad y es entonces que se ve en medio de una serie de sujetos sospechosos  y hasta mortales, de entre los que de seguro se encuentra el verdadero asesino.
     Bloch demuestra en esta obrita suya su talento para jugar con los leiv motivs del género, en primer lugar otorgando a su historia el atractivo de una cultura “exótica” como la de la milenaria India y que si bien todo transcurre en USA, involucra varios aspectos de esta sociedad: como sus costumbres, varios personajes originarios de este país, su propia religión llena de dioses y sus propios avatares históricos, de modo de aumentar la dosis de aventura dentro de su argumento (por su aire propio de una intriga internacional).  Todos estos detalles dramáticos,  hacen que el lector se pregunte qué tanto de lo que nos cuenta Bloch forma parte del real legado indio y qué inventó él mismo para crear toda una atmósfera de intriga y peligro.  Además agrega a esto la presencia de dos bellezas femeninas, distintas en apariencia y motivaciones, pero que resultan tan misteriosas en su actuar, que envuelven tanto al aspirante a héroe, como a uno mismo por sus personalidades y las que bien responden al estereotipo de la femme fatale.
     Teniendo en cuenta la época en la que fue escrita esta novelita, puede llamar la atención un marcado erotismo en el texto, el cual si bien no es explícito, a ratos viene a ser más que sugerente y que en parte puede tratarse de la intención de hacer una velada crítica social, a los convencionalismos sociales de la época por parte de su autor.  Este tipo de situaciones son posibles ver en el libro, por supuesto, gracias a la conducta del personaje principal con las dos mujeres con las cuales le toca interactuar, siendo una de ella una mujer “mayor” que él y además “separada” (todo un escándalo para aquellos años) y la otra alguien proveniente de otro “mundo”, quien más encima posee conocimientos que la ponen por sobre el supuesto inocente galán (en especial en el fino arte del amor y la seducción).
     Por último, cabe destacar la psicología con la cual es visto el muy especial asesino del libro, cuya identidad llega a ser toda una revelación una vez llegados al clímax.  Es al respecto, que una vez que el criminal descubre el poco valor de su empresa delictual, es posible identificar una lectura velada más al texto, consistente en la idea de que las religiones en ocasiones pueden ser un medio para cometer atropellos y que sus dogmas resultan vacíos, si son seguidos por personas de espíritu pobre.

sábado, 11 de abril de 2015

En deuda con Terry Pratchett.


    Recién estaba asumiendo mi luto por la muerte de Leonard Nimoy, cuando gracias a mi querido amigo Miguel Acevedo (creador/administrador del blog Le Dicen Poesía) me enteré del fallecimiento de otra figura destacada para el mundo del fandom, así como para los cultores de la literatura de fantasía: Terry Pratchett.  Como no quise quitarle valor a su por igual lamentable pérdida, quise distanciar algo en el tiempo la escritura de este texto, a manera de tributo póstumo para tan apreciado autor y al cual le debo inolvidables horas de entretención leyendo algunas de sus novelas de Mundodisco.  Solo 8 libros suyos tengo y he gozado, ya hace años (en una época cuando mis sobrinitos Amilcar y Bruno ni pensaban llegar a este mundo y ganarse mi corazón), pero bien los recuerdo con aprecio, puesto que pocos autores han logrado hacerme reír a carcajadas, como más de una vez lo hizo este gran fabulador. 
    ¿Pero quién era Terry Pratchett?  Pues fue un escritor inglés nacido el 26 abril de 1948 y que el 12 de marzo de este año murió a consecuencia del Alzheimer, que en el año 2007 declaró públicamente padecía.  Con gran optimismo afirmó que no pensaba “echarse a morir” y que combatiría su enfermedad escribiendo, actividad a la que se dedicó hasta poco antes de dejar este mundo.
    Si bien firmó un montón de libros, entre los que se encuentran dos trilogías, varias novelas independientes y al menos un par de novelas escritas a dos manos con otros prominentes narradores compatriotas suyos (Neil Gaiman y Stephen Baxter), su mayor contribución a la literatura y la que le otorgó fama y fortuna hasta augurarle la inmortalidad estética, corresponde a su creación de Mundodisco: un curioso mundo ficcional para el que realizó más de 40 títulos, además de unos cuantos textos a medias entre la divulgación científica y la ficción acerca de este lugar.   Este sitio corresponde a una tierra muy singular, donde la magia es algo de cada día y que recibe su nombre del hecho de que justamente se trata de una tierra plana y en forma de disco con una geografía de lo más variopinta.  Pero no todo resulta tan “sencillo” con Mundodisco, ya que su superficie se haya sobre los hombros de cuatro elefantes titánicos, dispuestos en los distintos puntos cardinales, los cuales a su vez se encuentran apoyados encima del caparazón de una tortuga de connotaciones ciclópeas y la cual anda deambulando por el vasto universo con todo a cuestas[1].  Este sitio (de seguro el más original en toda la narrativa de fantasía y maravillosa) permitió a su autor contar una serie de historias muy hilarantes e ingeniosas, llenas de personajes estrafalarios que se constituyen tanto en parodias como en homenajes de muchos de los héroes clásicos, provenientes de otros textos más antiguos.  Asimismo los diversos tomos que comprenden la saga, van variando el protagonismo según fueron apareciendo en ella nuevos personajes principales, los que a su vez intervienen como “invitados” o secundarios en las novelas de otros, muchas veces debido a la misma popularidad que ganaron con el tiempo y que hizo que sus lectores desearan más y más de sus aventuras.  Como ya se ha dicho al respecto, el ciclo de Mundodisco corresponde a una obra global de fantasía humorística, la cual a su vez se ríe de las convenciones del género y aun así ensalzándolo gracias a la pericia de su creador para contarnos algunas de las mejores historias de este tipo de literatura.  Son libros de no mucha extensión, donde además es posible encontrar referencias indirectas y/o directas, al más puro estilo del guiño y la intertextualidad, de la literatura tradicional y la cultura popular, como el cine, los cuentos de hadas, Lovecraft, las mitos y leyendas universales y todo lo que se le pudo ocurrir agregar en sus narraciones al escritor. El grado de humor llega a tal punto en estas obras, que en ocasiones la narración incluye nada menos que notas al pie de la página, que pretenden explicar algunos de los sucesos más curiosos o entregar datos adicionales, los que por supuesto resultan ser de lo más graciosos (no obstante estas mismas notas al pie de página, a veces poseen sus propias notas al pie de página, lo que aumenta el grado de comicidad del texto).[2]


    “Era una noche tranquila, teñida por la promesa del amanecer. Una luna creciente acababa de ponerse. Ankh-Morpork, la ciudad más grande en las tierras que rodeaban el Mar Circular, dormía. Bueno, esta afirmación no es del todo cierta. Por una parte, los habitantes de la ciudad que solían dedicarse, por ejemplo, a vender verdura, herrar caballos, tallar diminutos y exquisitos adornos de jade, cambiar moneda y fabricar mesas, en general, dormían. A menos que tuvieran insomnio. O se hubieran levantado para ir al retrete, que todo puede ser. Por otra, la mayoría de los ciudadanos menos respetuosos de la ley estaban con los ojos bien abiertos y se dedicaban, entre otras cosas, a entrar por ventanas que no les pertenecían, cortando gargantas, robándose unos a otros, escuchando música alta en sótanos llenos de humo y pasándoselo muy bien en general. Pero la mayoría de los animales estaban dormidos, a excepción de las ratas. Y de los murciélagos, claro. Por lo que respectaba a los insectos... El caso es que la descripción escrita rara vez es completamente precisa, y durante el reinado de Olaf Quimby II como patricio de Ankh se aprobaron algunas leyes en un intento decidido de poner fin a ese tipo de cosas y hacer que los informes fueran un poco más verídicos. Así, si una leyenda hablaba de un célebre héroe y decía que «todos los hombres admiraban sus proezas», cualquier bardo que apreciase su vida añadiría rápidamente «excepto un par de personas en su pueblo natal que le consideraban un mentiroso, y un montón de gente más que en su vida había oído hablar de él». Los símiles poéticos quedaban estrictamente limitados a afirmaciones como «su poderoso corcel era veloz como el viento en un día bastante tranquilo, pongamos Fuerza Tres», y cualquier comentario a la ligera sobre una amada con un rostro capaz de hacer botar mil barcos debía ir respaldado por pruebas de que el objeto del deseo tenía sin lugar a dudas cara de botella de champán. Al final, Quimby fue asesinado por un poeta descontento durante un experimento realizado en los terrenos del palacio para demostrar la discutida precisión del proverbio «La pluma es más poderosa que la espada», y en honor a él se acordó añadir, «solo si la espada es muy pequeña y la pluma muy afilada». De acuerdo. Así que aproximadamente el sesenta y siete por ciento de la ciudad, quizá el sesenta y ocho, dormía. No es que los ciudadanos que reptaban por la ciudad en sus ocupaciones generalmente ilegales advirtieran la extraña marea clara que recorría las calles. Sólo los magos, acostumbrados a ver lo invisible, la observaban extenderse por los campos lejanos. El Disco, al ser plano, no tenía un auténtico horizonte. Si algún marinero osado tenía ideas raras después de contemplar durante demasiado rato huevos y naranjas, y se dirigía hacia las antípodas, descubría pronto por qué los barcos lejanos parecen desaparecer por el borde del mundo: porque desaparecen por el borde del mundo”.

De La Luz Fantástica.

     Como bien dije casi al principio de este escrito, tan solo poseo y he disfrutado 8 de las novelas de Mundodisco (así como del resto de la inventiva de Pratchett… ¿Alguien me quiere regalar algo de este gran escritor?), razón por la cual no es mucho lo que puedo referirme a sus obras, si no es remitiéndome a tales lecturas, a menos que quisiese hacer uso del vasto poder de la información de Internet…No obstante esa no es mi intención, así que me limitaré a ocupar mis (escasos) conocimientos sobre esta colección, para continuar con mi tributo al llorado Terry.   De este modo ahora es el momento de referirme a sus singulares personajes…
    
     Siendo la primera novela de Mundodisco El Color de la Magia (1989), en ella se introducen algunos de sus conceptos y protagonistas más destacados.  En primer lugar aparece el inepto, cobarde y gracioso mago Ricenwind, quien a sus años apenas posee habilidades mágicas y que sin embargo se ve en medio de una serie de eventos extraordinarios, que lo hacen vivir un montón de aventuras  en contra de su voluntad (así  como codearse con algunos de los habitantes más fabulosos de todo Mundodisco).  Es así que en este libro y el siguiente, La Luz Fantástica (1991), que viene a ser su continuación directa, Ricenwind conoce a personajes tanto o más estrafalarios como él, entre los que se encuentran Dosflores, un supuestamente aburrido funcionario de la burocracia de su nación, el Imperio Ágata, quien decide convertirse en nada menos que… ¡El primer turista de todo Mundisco!  A su vez Dosflores lleva consigo un baúl con patas e inteligencia propia y personalidad, en el que guarda sus cosas (y que a lo largo de estos libros gana protagonismo).  También es posible conocer a partir de estas dos obras iniciales nada menos que a La Muerte, un esqueleto con túnica, guadaña y toda la estética propia de su representación proveniente de la tradición medieval, quien desde su aparición original logra convertirse en una de las figuras más carismáticas de toda la saga, teniendo luego sus propias novelas; a la Muerte le encanta filosofar junto a quienes lo rodean, en especial cuando le toca aparecerse a quiénes han fallecido, y a quienes trata de forma amistosa; además es irónica y muy inteligente (asimismo posee su propia familia,  entre los que están su hija adoptiva y la hija de ésta, su nieta)[3].  También acá aparece por primera vez Cohen el Bárbaro, un legendario y decrépito héroe, quien resulta ser sin dudas una versión cómica del más célebre personaje de Robert Howard, Conan el Bárbaro.  Volviendo a Ricenwind, este pertenece a la “prestigiosa” Universidad Invisible, compuesta por magos que por supuesto lo desprecian y quiénes tienen como bibliotecario nada menos que a un orangután, quien era un mago que por un hechizo que se salió de su recipiente por error, fue transformado en dicha criatura, pero que al ver la comodidad de su nueva condición decidió quedarse así (mudo, aunque ágil para moverse entre la inmensa colección de volúmenes de la biblioteca).
    En la tercera novela, Ritos Iguales (1991), hacen su debut las brujas, quienes pese a su aspecto siniestro no pueden ser más simpáticas y donde en esta primera novela dedicada a ellas, una de estas mujeres debe cuidar nada menos que a un bebé, el cual al poco tiempo después de nacer demuestra dotes mágicas inauditas.
    Mort (1991) resulta ser no solo la cuarta obra de Mundodisco, sino que la primera donde La Muerte toma el protagonismo, quien se aburre de su trabajo y toma un aprendiz humano, para que lo reemplace mientras se dedica a “perder el tiempo”.
     Los libros Rechicero (1992) y Brujerías (1992) retoman a Ricenwind y a las brujas respectivamente.  Ya en Pirómides (1992) es posible conocer un nuevo sitio de Mundisco, ya que transcurre en su versión del antiguo Egipto y donde aparecen unas momias bastante graciosas.  ¡Guardias! ¿Guardias? (1993) introduce al guapo Zanahoria, un fornido hombre de buen corazón criado por enanos y que a lo largo de su vida será relevante para la modernización de la hasta entonces inútil Guardia de Ankh-Morpork, el lugar donde transcurren gran parte de los libros de la colección.
     Por último, el éxito de esta saga llegó a tal punto, que contó con su propia versión animada para la televisión durante la década de los noventa.  A su vez se han realizado al menos 3 miniseries basadas en sus libros, la que contaron con la participación de actores destacados como Sean Astin, Jeremy Irons y Cristopher Lee.  La primera de ellas corresponde nada menos que a El Color de la Magia (2006), que también incluye dentro de su desarrollo a La Luz Fantástica; luego le sigue Papá Puerco (2008), una muy especial historia navideña y Cartas en el Asunto (2010).




[1] De hecho esta imagen de la tortuga gigante como “sostén del mundo”  o representación del espíritu de la Tierra, corresponde a un concepto oriental que otros autores occidentales ya habían usado en su narrativa, como el alemán Michael Ende en su preciosa novela La Historia Interminable y el propio Stephen King, en la que para muchos es una de sus obras cumbres: It (idea que luego retomaría en su saga de La Torre Oscura)
[2] De hecho al respecto tengo un recuerdo que deseo compartir con ustedes: Un día iba leyendo en la micro (nombre que el damos en Chile de manera coloquial al transporte público) leyendo uno de estos libros, cuando en determinado momento no pude dejar de reír a carcajadas.  Poco tiempo después mi mamá me contó que se había encontrado con un sobrino suyo, por supuesto primo mío, quien iba junto a su señora en el mismo vehículo, pero a quienes no vi por ir sumido en mi lectura.  Pues bien, este familiar con quien nunca he tenido una relación muy cercana y que en toda su vida ni ha sabido lo maravilloso que resulta que te encante un libro (disculpen si suena duro, no obstante así es, hay gente en el mundo que para nada está interesada en dejarse seducir por una buena lectura), le resultó de lo más extraño que riera con tanta demostración, mientras leía dicho texto…Pues así es, Terry Pratchett es capaz de envolverte de esa manera con sus obras, tal como otro autor podría llegar a hacerte llorar de emoción, con sus propias historias.
[3] La Muerte retratada de manera antropomorfizada y poseedora de una personalidad amistosa, es un leiv motiv recurrente en las historias del género, tanto en la literatura, el cine y los cómics.  Al respecto se puede mencionar que la juvenil, sexy y dulce Muerte de las historietas de Sandman (del mismo Neil Gaiman, con quien Pratchett escribió Buenos Presagios. acerca de un curioso Apocalipsis), resulta ser una de las mejores representaciones de este tipo de Muerte, junto a la del mismo Mundodisco.

domingo, 5 de abril de 2015

Mi película religiosa favorita de Semana Santa: “La Pasión de Cristo”.


     ¿Cómo podría comenzar a escribir acerca de uno de mis filmes favoritos y que más me han marcado en la vida? ¿Podría empezar refiriéndome primero a cuál fue mi acercamiento original con esta cinta? ¿O de inmediato comenzar a hablar de su génesis, la que al menos para mí tiene relación con su director? A lo mejor lo ideal sería mezclar ambas direcciones, ya que toda obra de arte se completa en la medida que le otorgamos sentido desde que llegamos a apreciarla, usando nuestra propia experiencia que la convierte en algo especial para uno mismo.  De este modo me es imposible pensar en este filme, si no se me viene a la memoria aquella vez en que la vi por primera vez, junto a un grupo querido de amigos.  Este hecho para mí fue toda una comunión entre nosotros, ya que desde nuestra individualidad compartimos juntos no solo una cinta inolvidable, por lo que fuimos testigos (gracias a la magia del cine) no solo del sufrimiento de Nuestro Señor, sino que pudimos comprobar sui generis la significancia de este tremendo acto de amor que es Su Pasión.    Por lo tanto ante el “espectáculo” que fue la traslación realista del sacrificio y martirio de Jesucristo, era imposible que yo (un llorón nato), no me emocionara en más de una ocasión viendo esta obra, por lo que en varios momentos de su metraje no dejé de lagrimear hasta ocupar montones de pañuelos para limpiarme el rostro.  Mis amigos, cada uno desde sus propias personas, tuvieron sus particulares epifanías y procesos de catarsis viendo la película…Sí recuerdo muy bien que la única amiga que se encontraba ese día entre nosotros, cuando terminó la exhibición se fue al baño y al volver junto al resto nos dijo: “Era como estar en un funeral.  Había una gran fila esperando para entrar, la mayoría llorando y adentro otras tratando de arreglarse frente al espejo para verse lo más dignas posibles, mientras se corregían el maquillaje corrido por el llanto”.  Bueno, los hombres no llegamos a esos niveles, pero sí puedo asegurar que vi a un montón como yo, que no pudo evitar emocionarse igual que niños.  He vuelto a ver este largometraje al menos 5 veces más desde ese maravilloso día y siempre me produce el mismo efecto, así como también con toda nueva revisión me ha permitido descubrir algo nuevo de entre sus numerosas virtudes.
    Y ahora a hablar derechamente acerca de La Pasión de Cristo:
     Corresponde a la tercera película hecha por su director Mel Gibson, datando esta del año 2004.  Antes de dedicarse a la cinematografía detrás de las cámaras, este australiano ya había hecho un montón de títulos desde finales de los setenta, trabajando en muchas ocasiones con algunos de los mejores directores de Hollywood (entre los que destacan Franco Zeffirelli, Peter Weir, Ron Howard, Wim Wenders, Richard Donner, M. Nigth Shyamalan  y muchos más) y ganándose sin duda el estatus de galán debido a su postura varonil, además del reconocimiento por su versatilidad a la hora de incursionar con éxito en distintos tipos de géneros.  Tras haber filmado su primera cinta como director (en la cual también tuvo el protagonismo), la intimista El Hombre sin Rostro (1993) y la multipremiada épica histórica Corazón Valiente (1995), cuando anunció su intención de realizar un filme bíblico acerca de las últimas horas de vida de Jesús, a sus admiradores no les quedaba más que esperar a que diera a cabo dicho proyecto. 
Nuestro Señor acepta su cruz sin dudarlo.
     Siendo un declarado católico, el cual a su vez forma parte de un sector tradicionalista dentro de la Iglesia, Gibson procuró hacer de su tercer trabajo una obra donde pudiese plasmar de una manera como nunca antes vista, la vida, pasión, muerte y resurrección del Señor, aunque ello significara llevar todo a los extremos más impresionantes al respecto.  Porque bien, se podría decir que sin ser una cinta de terror o de acción, La Pasión de Cristo es sin duda uno de los filmes más sangrientos en la historia del séptimo arte, ya que procura mostrar con lujo de detalles el tormento físico por el que pasó Jesús, desde que fue apresado por los hombres del Sanedrín, hasta que murió en la cruz.  Y es que con todo esto Mel Gibson, quien se asesoró por un montón de especialistas para realizar su labor (entre los que se encontraban sacerdotes jesuitas, científicos, entre otros), sin duda pretendió mostrarle al mundo lo que realmente significó el sacrificio de Cristo, quien ante las bestialidades de sus verdugos, realizó el acto de amor más grande en la historia de la Humanidad.  Por ende, su suplicio en sus más crueles aspectos, evidencia sin dudas el significado de tan increíble muestra de amor por los demás (¿Puesto que quién está realmente dispuesto a llevar tal carga sobre sus hombros, para salvar incluso a quienes lo han condenado a uno?).  Siendo una cinta recomendable para todo el mundo, tanto desde el punto de vista religioso como del artístico, el efecto de la dramatización de la Pasión de Cristo, hace que más de una persona llegue a taparse los ojos ante los momentos más gores de su metraje (y es por esta razón que luego se realizó una versión suavizada, para poder exhibirla sin problemas a los espectadores más sensibles al respecto). 
     Otro aspecto inaudito del filme, que corresponde a la intención de su autor en ser lo más fiel a los Evangelios, consiste en que fue por completo dramatizada usando en sus diálogos lenguas muertas y/o exóticas, entre las que se encuentran el latín, el arameo y el hebreo, las mismas que se hablaban en la época de Jesús entre la gente con la cual compartió.  Ese elemento por supuesto que le otorgó al conjunto un efecto dramático impresionante, al darle una verosimilitud tal, acompañado por una dirección de arte soberbia, resaltó el carácter documental de la obra.  Oír a los actores hablando en estas lenguas, de seguro por primera vez para muchos espectadores, convierte como nunca en un espectáculo para los sentidos una narración ya conocida, pero que gracias al talento de Gibson y en quienes se apoyó, no deja de mantener su cualidad de ser “la más grande historia jamás contada”.   La película a su vez utilizó como fuente de sus diálogos gran parte de los textos bíblicos, de modo que las palabras dichas por sus personajes en la mayoría de los casos, corresponden a la traslación literal de los escritos sagrados para  la comunidad cristiana.  El uso literal en muchos casos y en otros adecuando los pasajes bíblicos al guión adaptado, con el propósito de sacarle el mayor provecho a estos escritos, cobró una fuerza increíble al ser oídos en estos bellos idiomas.
    La Pasión de Cristo parte con Jesús rezando en el Huerto de los Olivos, Getsemaní, donde Nuestro Señor es visto orando con gran emoción a horas de ser apresado.  Esta escena de inmediato presenta al público la intensidad dramática del resto del filme, en el cual su fotografía y música se convierten en el acompañamiento ideal, para darnos la sensación de que en efecto estamos en la presencia de algo de connotaciones, que van mucho más allá de la realidad humana.  Es entonces que tras la aparición de Jesús, es posible identificar nada menos que a Satanás, quien es retratado de manera tan soberbia en su sutileza (andrógeno y cadavérico), que lejos logra provocar la sensación de maldad que muchas de la mejores obras de horror apenas logran recrear.  No está demás decir que la oposición entre la divinidad de Jesús, con toda la connotación beatificadora que posee, será contrastada en más de una ocasión a lo largo del filme con la naturaleza demoniaca de Satanás y de sus esbirros; de este modo en varias escenas es posible reconocer al Diablo detrás de los sujetos más  siniestros de la película, a los que además Gibson los hacer ver como a individuos a los que el mal los ha tocado a tal punto, que su figura realza la corrupción de sus corazones (por lo tanto los representa horribles y hasta idiotas, siguiendo la vieja tradición del arte maniqueísta, que representaba de la forma más visual la fealdad del mal y la belleza del bien).  Es así que el color de los ojos de Jesús, con un dorado sobrenatural, evidencia en ese puro detalle su magnificencia. 
   
"Don Sata" más aterrador que nunca.
Tras el prometedor comienzo de esta película, el resto continúa con la Pasión, deteniéndose a momentos en emotivos flashbacks sacados de varios pasajes sagrados, como el Sermón de la Montaña, la entrada triunfal de Jesús a Nazaret y, en especial, la Última Cena (con lavado de pies incluido).  Mención aparte merece el rol que se le otorga a María Magdalena, quien en uno de estas miradas al “pasado”, sin diálogos y en cámara lenta tal como le gusta a su director, entrega al público unas de las escenas más conmovedoras de esta obra (encarnada con una inmensa humanidad por la preciosa Mónica Bellucci).  Luego no podía faltar el famoso pasaje cuando la Virgen María recuerda un breve incidente del niño Jesús, a la par que en el “presente” se encuentra con su hijo durante su vía crucis (y aquí que de seguro los más duros de corazón no quedan impávidos).  La escena anterior y  otras más, lo más probable que sean invención de los guionistas (uno de ellos el propio Mel Gibson), no obstante ellas no dejan de entregarle a Jesús su dimensión más humana, aun en sus aspectos más divinos.  
    Para muchos ver y rever este filme resulta ser tanto un regocijo para el alma, como toda una experiencia mística, ya que la espiritualidad que despide, bien es posible vivirla gracias al uso de varios elementos que se conjugan para hacerlo algo único.  Entre ello no se puede olvidar mencionar aquellos agregados a la trama, de pasajes que escapan al canon religioso, que si bien son apócrifos o pertenecen a la tradición oral cristiana, al ser considerados como parte del guión, le otorgan un misticismo que engrandece la Pasión del  Señor.  Al respecto es que también se usaron algunas de las visiones de la mística Anna Catalina Emmerick, quien según cuenta la leyenda, durante sus trances vio imágenes nunca antes reveladas sobre  la Pasión.  Es así como en la cinta se recogen al respecto, las caídas de Cristo durante su peregrinaje a la crucifixión, la preciosa narración de la Verónica (que corresponde a una de las escenas más emblemáticas de esta obra), los nombres de los ladrones crucificados junto a Jesús, la Virgen limpiando la sangre de Cristo tras su flagelación por los soldados romanos y los tormentos de Judas.
    La Virgen María cobra gran relevancia en la visión personal de Gibson sobre todo esto, propia de un creyente católico fervorosamente marista, ya que le dedica varias escenas tanto junto a Jesús, como con otros personajes.  María es personificada como una mujer que ante todo es madre y que es capaz de inspirar en los demás la dignidad de su persona, a tal punto que incluso unos cuantos soldados romanos logran reconocer en ella su posición.  La Madre de Dios nunca pierde su condición de carne y hueso, por lo que no deja de condolerse ante el sufrimiento de Jesús, no obstante en la película queda en evidencia su aceptación ante el verdadero papel del fruto de su vientre.  La caracterización que hace de ella Maia Morgenstern, es sin duda sobrecogedora, tanto en las escenas donde se expresa la bella relación con su hijo, como cuando es testigo de su dolor. 
    Las apariciones de Poncio Pilatos en esta película también son notables, puesto que cuando sale a escena, queda de manifiesto que Mel Gibson se aleja de su acostumbrado maniqueísmo estético, para recrear a una figura histórica a la que convierte en una víctima más de las circunstancias (o más bien en un símbolo del poco peso del poder terrenal, cuando se enfrenta a las potestades celestiales).  No obstante el Pilatos de esta versión es un hombre justo, quien bien puede despertar simpatía al espectador, porque como representante del César en una provincia tan conflictiva como en la que le tocó vivir, era evidente que ante los hechos extraordinarios que estaban en desarrollo, solo le tocaba cumplir con su papel en lo que ya estaba escrito (tal como se lo dice el mismo Jesús). 
    Se ha acusado a Mel Gibson de antisemitismo, lo que en parte es culpa de este mismo, por unos cuantos comentarios públicos desacertados.   Independientemente de ciertas ideas que uno no pueda compartir con este artista (después de todo como seres humanos estamos sujetos a nuestras debilidades y tampoco se le puede pedir perfección, si nosotros mismos somos por igual imperfectos), afirmar que La Pasión de Cristo atenta contra la comunidad judía es una ridiculez.  Esto porque como ya ha quedado demostrado arriba, se basa en gran parte en los textos bíblicos, siendo que tal como queda claro incluso en escritos históricos de la época, Jesús como judío vivió entre los suyos; de este modo quienes creyeron en él en  su momento, eran tan judíos como él, así como también los que lo mandaron a morir lo eran.  Si Jesús hubiese vivido en la Alemania nazi, de seguro habrían sido los seguidores de Hitler quienes lo habrían mandado a la muerte, no obstante Nuestro Señor se hizo carne en una época y en una tierra donde los que habitaban eran judíos y esa es la herencia terrenal suya que no podemos negar.  Si esta cinta atentara en contra del pueblo de Israel, no sería posible apreciar el heroísmo ya mencionado de María Madre de Dios, la devoción de María Magdalena, el amor incondicional del Apóstol Juan y a los miembros del Sanedrín,  que con gallardía defienden la inocencia de Cristo de entre los suyos.  También es judía la mencionada Verónica, quien como nadie en la cinta se conduele del sufrimiento del Señor; por igual la aparición de Simón de Cirene, cuando es obligado a cargar su cruz, deja de manifiesto el cambio que se produce en el personaje cuando reconoce quién realmente está a su lado…Por último, si de sumas y restas se trata, aquellos que sufren ante el calvario de Cristo, son mucho más que los que se regocijan en su aflicción, siendo que el primer grupo estaba compuesto en su mayoría…por judíos.  No obstante la polémica logró eliminar del subtitulaje la cita bíblica que dice “Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos”, como si ella no estuviera en el texto sagrado y se refiriera solo al pueblo judío, cuando en realidad atiende a la humanidad por completo.
     Siendo que la llamada “Buena Nueva” de Nuestro Señor está dirigida a todo el mundo, en lo que respecta a la salvación, en esta película es posible reconocer en varios momentos de su desarrollo a personas que empatizan con el martirio de Jesús.  De este modo queda de manifiesto con ello, que si Mel Gibson hace uso del ya mencionado maniqueísmo estético para reflejar la eterna lucha del bien y del mal (y más todavía en el sentido más cristiano de la palabra), no cae en la demonización de ciertos grupos reflejados en la cinta.  Tal como se mencionó en el párrafo anterior, al ser judío Cristo, una parte importante de quiénes lo amaban eran judíos.  Asimismo es posible ver aquí a varios romanos que llegan a reconocer quién es en verdad aquel que está siendo inmolado, como la misma Claudia, esposa de Pilatos y muchos soldados quienes una vez el Señor expira, se arrodillan ante la revelación que les ha llegado (y no faltan aquellos que como ya se contó en este escrito, demuestran un trato respetuoso con la Virgen María).  Por muy triste que suene, Mel Gibson es homofóbico y bien se podría haber esperado de él una caricaturización de los homosexuales y lesbianas durante la escena en la corte de Herodes…No obstante esto no fue así y el mismo Antipas es visto como alguien sin malicia, a la par que algunos de sus súbditos son representados demostrando verdadero interés por el rey de los judíos, como por igual vergüenza y pesar (si no fíjense en el joven de color que agacha la cabeza mientras Jesús es interrogado).  Por otro lado, una vez muerto Nuestro Señor, el líder del Sanedrín Caifás, quien como pocos deseó la muerte de su “enemigo”, es mostrado todo compungido ante la certeza de su error.
    Cuando Jesús entrega su alma al Padre, se desata una tormenta (así como un terremoto) y es cuando Mel Gibson nos regala una imagen cargada de verdadera poesía visual: pues proyecta al monte de la crucifixión, desde el punto de vista de nada menos que de Dios…de modo que la primera gota de lluvia, se transforma sin vacilaciones en su lágrima ante el dolor por el que pasó su Unigénito.  La belleza de esta imagen, contrasta con la pavorosa contemplación del Infierno como la ausencia de toda vida, cuando Satanás es derrotado ante la Resurrección de Jesús. 
     Esta película no habría tenido tal impacto si no hubiese contado con el desempeño actoral de Jim Caviezel, quien interpretó acá a un Jesús capaz de albergar con armonía su propia humanidad, como su faceta divina.  Particularmente antes de ver este filme, Cristo para mí desde mi más tierna infancia tuvo el rostro del actor que lo interpretó en la también aclamada miniserie Jesús de Nazaret (que aquí en Chile emiten sagradamente todos los años para Semana Santa); no obstante cuando vi a este actor, al que ya conocía de otras grandes cintas (como en el genial filme de ciencia ficción Frecuency) haciendo de nuestro salvador, solo su versatilidad logró quitármelo de la cabeza como la única personificación suya (recordemos que es uno de los protagonistas de la formidable serie Person of Interest).  De seguro el trabajo que le significó hacer de Jesús, como nadie en los peores momentos de su pasión, fue algo que le requirió un gran compromiso físico y espiritual.  Al respecto es que poco antes de ser estrenada esta película, tuvo el honor de ser invitado por nada menos que el Papa Juan Pablo II al Vaticano; el recordado “Peregrino de la Paz” conversó largo y tendido con el hombre que a su manera vivió el mismo martirio de Nuestro Señor y según dicen como pudo ver en una función privada esta obra antes de ser emitida, dijo a quiénes lo acompañaban sobre la Pasión de Cristo: “Así fue”.

Uno de mis momentos favoritos de esta película: La Verónica.

viernes, 3 de abril de 2015

El Poder de las Palabras.


       Para un lector ávido de nuevas lecturas de la febril imaginación de Clive Barker, encontrarse con un reciente libro suyo traducido a nuestra lengua, bien puede ser todo un regalo.  Y es que para pesar de la comunidad hispanoamericana, el autor de Hellraiser, Imagica y Cabal, entre tanto otros textos recomendables de horror y fantasía, bien poco ha sido considerado por nuestras editoriales.  Al principio de su carrera fue posible disfrutar de la mayoría de estos, pero con los años se discontinuaron estas versiones en español y hoy día solo gracias a La Factoría de Ideas (que posee un inmenso catálogo de obras sobre estos géneros y ciencia ficción), hemos podido acceder a posteriores ediciones de algunos de sus clásicos y de unos pocos más que nunca antes habían aparecido en la Madre Patria y sus antiguas colonias.  Demonio de Libro (Mister B, Gone) corresponde a una de sus “últimas” novelas, pues data de 2007, de modo que sus lectores de antaño al tenerlo en sus manos pueden hacerse una idea mejor de su evolución como autor y saber en qué van sus narraciones actuales.  Tal como en el principio de su carrera literaria, corresponde a una novela corta o de leída rápida, a diferencia de sus libros más extensos como la ya mencionada Imagica y El Gran Espectáculo Secreto
    ¿Y de qué se trata la obra en la cual me detengo ahora? Pues es la autobiografía de su protagonista, Jakobok Botch, un demonio menor que lleva siglos atrapado en un libro y que hace lo posible por convencer a su lector para que queme el documento, de modo de ser liberado de su tormento.  De este modo Barker juega con la ficción, convirtiendo a su lector real en protagonista de esta fantasía oscura al apelar en varias ocasiones a uno mismos y donde su relato permite ir más allá del acto de contar una historia de carácter demonológico, pues se trata de una honda reflexión sobre nuestra propia naturaleza humana (como bien lo son los papeles que cumplen el bien y el mal, el amor y el odio y el arte en el mundo).  La novela comienza en el mismo Infierno, donde vive su protagonista junto a sus padres y a su hermana menor.  Inmediatamente llama la atención la descripción que el autor hace del lugar, bastante parecido a nuestro mundo, ya que habla de barrios, casas, muebles, pandillas y demases. De este modo, dicha semejanza deja clara la “humanización” con la que esta obra trata a los demonios, ya que Barker a través de su propia monstruosidad refleja lo mejor y lo peor (bueno, en este caso lo PEOR) de nosotros mismos.  Botch, quien después se hará llamar simplemente Señor B, no tiene la mejor relación con su padre (bueno, son demonios, de modo que no se les puede pedir que existan buenos sentimientos entre ellos ¿No?) y ello será el principal motivo de su llegada al mundo exterior donde habitan los humanos.   Al llegar a la Tierra realiza un viaje que abarca siglos, solo, luego junto a otro demonio con quien mantiene un muy especial lazo de amor y odio, y por último otra vez en solitario.  Durante su periplo “arriba” se dedica a realizar maldades propias de su condición, las que el autor describe con el mismo efecto gore tan habitual en su literatura:

    “Entonces el demonio guerrero se volvió y miró a través de la ventana al interior del taller. Incluso para alguien como yo, que había visto montones de enemigos con formas estrafalarias merodeando por la basura del Noveno Círculo, aquel demonio resultaba especialmente horrible. Tenía los ojos del tamaño de naranjas que le sobresalían de unos pliegues de carne color rojo intenso. Su inmensa boca era un túnel repleto de dientes afilados como agujas entre los que emergía una serpenteante lengua negra con la que lamía el cristal. Sus enormes y ganchudas garras, que todavía chorreaban luz del último ángel que habían masacrado, golpeaban el cristal.
   (…)
    “Pero ni las oraciones ni las armas sirvieron para evitar la mirada de aquella criatura, ni para apartarla de la ventana. Aplastó su cara contra el imperfecto cristal y dejó escapar un sonido tan estridente que hizo vibrar la ventana. Entonces el cristal se quebró, se hizo añicos de repente y los fragmentos salieron disparados por el taller. Varios trozos de cristal, impregnados de baba de demonio, estaban ahora bajo su control y volaron con una precisión infalible hasta derramar sangre por el taller. Uno de los pedazos más grandes se dirigió al ojo del hombre calvo; otros dos rebanaron las gargantas de los dos hombres que se encargaban de las letras. A lo largo de los años había presenciado tantas muertes que ya no experimentaba emoción alguna ante escenas como aquella. Pero para los testigos humanos aquello suponía una invasión de horrores en un lugar en el que habían sido felices y aquella violación les hacía proferir gritos de dolor e ira frustrada. Uno de los hombres que aún seguían ilesos acudió a ayudar a la primera de las víctimas del demonio, el del ojo atravesado por el cristal. Ignorando el peligro que representaba la proximidad del asesino, el hombre se arrodilló y sostuvo en su regazo la maltrecha cabeza de su compañero. Mientras tanto recitaba con calma una sencilla oración que el moribundo, entre tics y espasmos, reconoció y trató de recitar con él. La tierna tristeza de aquella escena repugnó visiblemente al demonio, que empleó su mirada saltona para examinar todos y cada uno de los fragmentos de cristal que habían quedado suspendidos en el aire por sus poderes hasta seleccionar uno que no era ni el más largo ni el más grande, pero cuya forma denotaba fuerza.
    Utilizó su poder para dirigir la punta hacia el techo y el cristal se elevó obedientemente. Mientras ascendía, se giró de modo que el extremo más afilado apuntaba hacia abajo. Supe lo que venía a continuación y quise formar parte de ello. El fragmento estaba justo sobre el hombre que se había arrodillado para arropar a su colega herido en su regazo. Ahora era él quien estaba a punto de morir. Agarré a la llorosa víctima por el cabello y volví su rostro hacia arriba justo a tiempo para que viera cómo la muerte se le venía encima. No tuvo siquiera tiempo de liberarse de mí: el cristal acuchilló su mejilla empapada en lágrimas, justo por debajo del ojo izquierdo”.

     Lo que puede llamar la atención respecto a las actividades malignas de este “demonio de libro”, es que varias de las pellejerías que realiza tienen como víctimas a verdaderos personajes perversos; de este modo tal como declara la tradición al respecto, lo que hace no es otra cosa que “castigar” a estos sujetos por su actuar tan poco cristiano.  Quitoon es el nombre que recibe el amigo del protagonista, con quien mantiene una relación platónica enfermiza, puesto que el otro diablo llega a humillar y a lastimar constantemente a quien lo ama y pese a todo alberga esperanzas de conseguir su incondicionalidad.  Un día ambos llegan a las puertas de Alemania, a la misma ciudad donde Gutenberg, el creador de la imprenta, está a punto de estrenar su invento…Es así como ello se convierte nada menos que en la perdición de Jakobok.
    No es la primera vez en que Clive Barker usa como personajes a demonios, alejándose de los rígidos estereotipos del monstruo de turno.  Ya en dos de sus cuentos de juventud, pertenecientes a los célebres Libros de Sangre, usó a estas criaturas con un protagonismo con el cual se permitió desarrollar en ellos aspectos inauditos en la narrativa de terror.  Es así cómo se puede mencionar El Geniecillo y Jack, donde por primera vez se permitió describir el Infierno desde el punto de vista de sus habitantes y usando como coprotagonista de su historia a un demonio de baja calaña, como a posterioridad lo haría en Demonio de Libro.  Asimismo en otro cuento suyo de esta colección, La Última Ilusión, mostró a una de estas criaturas infernales, despojándola de su faceta maligna, convirtiéndola además en la amante y protectora de uno de los personajes de dicha narración.  Cabe mencionar que uno de los temas recurrentes en la obra de este escritor, viene a ser la idea de la aceptación de la monstruosidad propia de sus personajes, como un simbolismo del autoreconocimiento de la identidad individual; de este modo la condición de parias y seres extraños, viene a ser una proyección de la diversidad frente a la aparente “normalidad” de la mayoría, por lo que el monstruo humanizado cliverkiano, no viene a ser otra cosa que el hombre y la mujer que ha aceptado su singularidad frente a los demás.  A su vez teniendo en cuenta que por años Cliver Barker ocultó su propia homosexualidad, bien se podría considerar este “abrazo a la monstruosidad” como un reconocimiento encubierto a aceptarse a sí mismo, siendo que para las mentes más obtusas el tema provoca rechazo (puesto que en aquel entonces aún era demasiado complicado reconocer de forma pública algo así).  Ligado a lo anterior, es que ya otro de los relatos que componen su recomendable colección de cuentos, En las Colinas las Ciudades, fue quizás el primer texto del género en tener a una pareja gay como personajes y tratados de la manera más natural del mundo; asimismo el ya mencionado cuento La Última Ilusión retrata una relación homoerótica entre el citado demonio y el brujo de dicha historia.  A su vez en Imagica, novela propia de su posterior consagración como escritor de terror, una vez que declaró públicamente su homosexualidad, de igual modo usó a personajes homosexuales dotándolos de gran preeminencia…  Entonces no puede extrañar a sus lectores habituales que Jakobok tenga una relación de este tipo (si bien platónica) con Quitoon.  Luego en la literatura de este autor es una constante la temática gay, si bien no como pilar argumental, aunque sí como una manifestación más de los sentimientos humanos.

    Algo que también puede llamar la atención en la caracterización de Botch, viene a ser su capacidad para amar, lo que además tiene que ver con su dimensión más sensible, que lo hacer ser un ser que puede tanto ilusionarse, como sentir frustración, además de existir en él la habilidad para apreciar la belleza:

     “Cuando la chica alzó la vista y me vio, yo esperaba que se pusiera a chillar pidiendo ayuda, pero no; simplemente se limitó a sonreír.
     ¿Cómo puedo expresar el efecto que aquella sonrisa provocó en mí al aparecer en aquel rostro carente de defectos? Señor, qué hermosa era; era la primera cosa realmente bella que había visto en mi vida. Lo único que quería hacer en aquel momento era sacarla de aquel sepulcro rodeado de árboles, con el guiso de carne de demonio hirviendo a fuego lento en una olla y las colas cociéndose en la otra.
   Cawley la había obligado a realizar aquella macabra y espantosa tarea, no cabía duda. ¿Qué más pruebas necesitaba que la sonrisa que se dibujó en su cara cuando levantó la vista de su espeluznante cometido? Vio en mí a su salvador, a su liberador.
   — ¡Rápido! —dije. Con una agilidad que me sorprendió, salté la pila de huesos que nos separaba y la agarré de la mano—. Ven conmigo antes de que nos alcancen.
   Su sonrisa permaneció inalterable.
   —Hablas bien —me dijo.
   —Sí… Supongo que sí —respondí, sorprendido de que el poder del amor hubiera dominado a la fuerza que convertía mis palabras en gruñidos. ¡Qué felicidad, poder expresarme de nuevo!”.

    Por lo tanto si bien este demonio no deja de ser una criatura orientada al mal, es capaz de sentir una gama compleja de emociones, que lo dignifican aún en sus más sórdidas bajezas.  De este modo, como bien se trata de una obra de arte que sirve como reflejo distorsionado de nuestra humanidad, aún los sujetos más rastreros son poseedores de un alma que puede albergar esperanzas y hasta la necesidad de otros; por ende la imposibilidad de compartir con los demás el real significado del amor, sería lo que luego convierte a algunos en verdaderos monstruos (Jakobok incluso llega a dar muestras de sentir una especie de compasión, por alguien más que no sea él mismo).  Además los demonios del libro pueden morir, porque Barker los insufla de una dimensión que supera las de las convenciones habituales de este tipo de ficciones.
    Siendo que la novela se encuentra ambientada en plena Edad Media, si bien abarca varios siglos durante este periodo, el novelista describe un mundo donde por lo general la religiosidad sirve para encubrir las mismas bajezas de los seres humanos, que comparten con los demonios la inclinación hacia el mal.  Solo hacia el espectacular clímax de este título, en el que por fin nos enteramos por qué razón nuestro antihéroe llegó a habitar en contra de sus deseos las páginas de un libro, es posible encontrar una persona capaz de albergar virtudes (siendo este nada menos que un importante personaje histórico).
     No solo habitantes del Infamundo pululan en esta novela, sino que también aparecen los ángeles, quienes cumplen un papel fundamental hacia el final de esta obra.  Barker los describe de tal manera, que los convierte sin duda en seres tan extraordinarios (y hasta cierto punto ajenos) a la naturaleza humana, por cuanto son más parecidos a los demonios que a los hombres.  Por otro lado, sus intereses pueden resultar extraños, por cuanto representan al Cielo, puesto que seres humanos y demonios apenas pueden comprender sus designios.  Como elemento que le otorga un valor agregado a toda esta ficción, se haya el hecho de que Barker concibe aquí un extraño pacto entre Cielo e Infierno, lo que deja más claro que nunca como en gran parte de su obra, que su narrativa se aleja de los maniqueísmos arquetípicos, puesto que sus “monstruos” son mucho más que una excusa para asustar o provocar asco.  Es así que sus ángeles poseen un aspecto tan hermoso, como raro.
     Un rol destacado en el argumento de esta obra viene a tener la literatura misma, ya que el gran invento y revolucionario que van a conocer Jakobok Botch y Quitoon al dirigirse hacia Alemania, tiene que ver con el nacimiento del libro como un instrumento de acceso a todo el mundo.  Es así cómo estos dos no son los únicos demonios en sentirse atraídos hacia el lugar, estando presentes también un importante grupo de seres angelicales, ya que queda de manifiesto la importancia que tendrá este artefacto en el desarrollo de la Humanidad.  Por tanto la palabra convertida en un medio para expresar las ideas, siendo además estas masificadas gracias a la invención de la imprenta, sería una de las mayores fuentes de poder para influenciar en el corazón de los humanos.  Es así que luego el propio protagonista de esta historia, vive en carne propia el efecto de tal verdad, lo que queda expresado tanto desde el principio, como hacia el final de tan recomendable obra.  De este modo, tal como se citan algunos pasajes bíblicos en el texto (En el Principio era la Palabra…) nuestro mundo (o más bien nuestra realidad) se encuentra organizado  y le damos sentido en la medida que le otorgamos valor a lo que decimos (y eso por eso que Botch cuando comienza a ser llamado simplemente Señor B, adquiere una dignidad que antes de ello nunca pudo apreciar, así como reconoce el efecto que tiene la palabra para expresar aquello que apenas es capaz de ser descrito, debido a la verdadera naturaleza inefable, que tienen los sentimientos y la realidad misma).

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