miércoles, 28 de septiembre de 2016

Con el mundo no basta.



     La quinta novela de las famosas y elogiadas Crónicas Vampíricas de Anne Rice, corresponde a Memnoch el Diablo.  Publicada en 1995, lleva a su protagonista Lestat no solo a una nueva dimensión de sus aventuras, sino que también a  entrar en conocimiento de detalles que ningún otro inmortal o mortal ha llegado jamás a manejar.  Queda claro que luego de esta experiencia, nuestro antihéroe como nunca se convierte en toda una anomalía entre los suyos, pues luego de todo lo que le ha pasado ¿Qué otra cosa puede opacar lo que ahora le está por suceder?
      Tras lo narrado en esta obra, la Rice vuelve a superar el nivel de creatividad con la cual logra diferenciar una entrega de otra, sin caer en el típico recurso de “más de lo mismo”.  Lo anterior, pues nos volvemos a encontrar con algo por completo distinto a las novelas anteriores, yendo mucho más allá de la habitual narrativa de este subgénero.
      Pese a que se trata del volumen más breve en lo que va del ciclo, puesto que en español no alcanza  las cuatrocientas páginas de extensión, el lector bien puede sentir que pasa demasiado en sus páginas.  No estamos presentes a una obra de carácter coral, con una gran cantidad de personajes entre protagonistas y secundarios, como en el caso de La Reina de los Condenados.  En cambio sí estamos hablando de un libro que abarca no solo cientos, miles o millones de años, sino que eras enteras de narración, algo que racionalmente apenas podríamos comprender.  Todo esto se le revela a Lestat cuando llega a enterarse de que existe realmente el Más Allá, cuando visita el Paraíso y el Infierno e incluso llega a conocer a Dios…y al Diablo. 
       El libro comienza cuando Lestat lleva tiempo detrás de un importante mafioso, al que se ha dado el gusto de seguir más que de costumbre entre sus víctimas (recordemos que por lo general se alimenta solo de sujetos nefastos), hasta que por fin no aguanta las ganas y lo atrapa.  Pese al enorme atractivo que le representa este sujeto, se ensaña con él y prácticamente lo despedaza.  La descripción de la muerte del hombre a manos del chupasangre, llama la atención no solo por su violencia, sino porque anticipa el estado emocional confuso en el que este se encuentra y los hechos extraordinarios que están por venir.
      Es entonces que en contra de cualquier cosa que le haya pasado, con todos a quienes antes mató, se le aparece el fantasma de Roger (su última presa) y entre ambos llegan a tener una muy significativa conversación.  Durante las horas en que llegan a charlar amenamente, Lestat se da cuenta que son almas afines y termina por lamentar no haberlo conocido mejor, poder llegar a ser amigos y hasta haber tenido la oportunidad de convertirlo en uno de los suyos.
      En la historia de Roger, vemos cómo el mal resulta ser algo que poco a poco se va cargando en la esencia de las personas.  De este modo su confesión expone que uno no nace dañado moralmente hablando, puesto que hasta las personas con las mejores intenciones y especiales, pueden caer sin proponérselo en el camino de la ignominia.  Todo eso y más es lo que podemos apreciar en las palabras del hombre muerto, quien pudo ser un verdadero aporte para la humanidad y sin embargo sus malas decisiones lo llevaron por el otro lado.
      Asimismo, se vuelve a dejar consignada la certeza de que hasta los más grandes monstruos humanos, tienen una faceta que los puede elevar por sobre sus miserias. Y dicha luz es el amor.  En el caso de Roger esto se presenta a través de lo que siente por su única hija, a quien adora con todo su corazón; es así que le pide a Lestat que la cuide, tras la catástrofe de su muerte, que bien sabe repercutirá en su mundo por completo distinto al suyo.
      Antes de asesinar a Roger y luego conocerlo en profundidad una vez muerto este, Lestat ya sabía de su hija, Dora, una hermosa y auténtica muchacha que había fundado una especie de iglesia cristiana.  Pues ya le había llamado la atención esta mujer, no obstante ahora que gracias a Roger sabe más acerca de su persona, se atreve a contactarla y le confiesa quién es, sin negarle su responsabilidad en el deceso de su padre.  De igual modo llega a contarle de los deseos de su padre para que le hiciera de albacea, del gran legado histórico que le ha dejado, entre lo que se encuentran verdaderas reliquias.  Como Dora es una persona de gran inteligencia y sensibilidad, en vez de asustarse con la presencia de Lestat, se siente interesada en él y al final terminan por forjar un lazo de fraternidad y/o idilio platónico entre los dos.   Esta cercanía romántica del vampiro hacia una mujer mortal, difiere en gran parte de la que tuvo durante sus experiencias en El Ladrón de Cuerpos, pues cuando estuvo con Gretchen hubo consumación carnal y sin embargo cuando esta supo de su verdadera naturaleza, fue incapaz de aceptarlo como tal; en cambio con Dora al tratarse de algo más espiritual, esta sí acepta a Lestat sin temor de su faceta sobrenatural.  No obstante hay que recordar que ambas han dedicado su vida a la religión y al final su relación con Lestat termina por ser controlada por sus pasiones teocéntricas (de este modo una pequeña reflexión… ¿Se puede amar como mujer o como hombre a un igual si el deseo por Dios es más fuerte? Al parecer según la Rice no es posible).
      Paralelamente a todo esto, Lestat comienza a sentir que una entidad lo persigue, llegando incluso a sentir temor ante este acoso, ya que en ningún momento ignora de que se trata de algo o alguien, cuyo poder se encuentra por sobre sus propias facultades únicas.  Los momentos de terror del propio vampiro antes de saber la identidad de su acosador, son únicos:

     “De pronto alcé la vista y comprobé que la figura negra no era una estatua. Me estaba mirando. Estaba viva, respiraba y me observaba con sus feroces ojos negros.
     —No, es imposible —dije en voz alta, tratando de sumirme en la profunda calma que a veces me produce el peligro—. Es imposible.
     Propiné una pequeña patada al cadáver de mi víctima para asegurarme de que seguía ahí, de que no me había vuelto loco, temeroso de acabar desorientado como en otras ocasiones. Luego grité.
      Me puse a chillar como un niño y salí huyendo de la habitación.
      Atravesé corriendo el pasillo y salí por la puerta trasera. Había anochecido.
      Trepé por los tejados y luego, extenuado, me metí en un estrecho callejón y me tumbé en el suelo a descansar. No, aquella visión no era cierta. Era una imagen que había proyectado mi víctima y me la había transmitido en el momento de expirar para vengarse de mí, haciendo que aquella estatua negra y alada, aquella figura con patas de macho cabrío, cobrara vida...
      —Eso debió de ser —dije”.

     Una vez que nuestro protagonista conoce la identidad de quién anda detrás de él, le resulta aún más pavorosa la verdad, pues quien lo busca es nada menos que el mismísimo Diablo.  Lestat supone que le ha llegado la hora y que le toca irse al Infierno, pero como es de suponer en alguien tan voluntarioso como él, se resiste.  No obstante las intenciones y la conducta de quien se le ha presentado, no es tal como pensaría alguien que  fue educado bajo la fe católica, pues su visitante le cuenta la verdad sobre el papel del demonio en la Tierra y es así que se entera de una vieja idea: el Diablo en realidad no es malvado.
      Memnoch resulta ser el verdadero nombre del que también es conocido como Lucifer y Satanás, quien acude hasta el vampiro para solicitarle ayuda en su “guerra” contra Dios, convirtiéndolo en su primer al mando.  No obstante nada es tan sencillo y la batalla entre este antiquísimo ser y el Creador no se trata de la oposición entre el mal y el bien, sino que tiene relación con la misión de Memnoch, de ganar la mayor cantidad de almas para el Cielo; pues este ángel que pese a su “caída” no ha perdido su condición de tal, sigue amando a su Señor, así como ama a la humanidad, solo que no comparte las ideas de Dios para con los humanos.
     De una manera muy convincente, apoyándose en los textos bíblicos y otros religiosos, la escritora nos cuenta la historia de la creación, el origen de la vida en el planeta, el papel de los ángeles en todo esto y el plan divino para la humanidad.  Ante ojos fundamentalistas la Rice (fervorosa creyente de pasado católico), en más de una ocasión cae en la herejía, debido a la fantasía religiosa que relata y más todavía porque nos describe a un Dios imperfecto, que cae en la soberbia y la intolerancia; por otro lado, llegamos a sentir simpatía por el propio Memnoch,  quien solo debido a sus dudas para con el plan divino, ha sido condenado a una dura tarea por casi una eternidad.
      Uno de los puntos más interesantes de toda esta ficción, viene a ser cuando la narración se detiene en un importante detalle que tal como lo revela Memnoch a Lestat, resulta algo casi accidental y que ni siquiera Dios lo consideró dentro de su plan: el desarrollo de almas por parte de los seres humanos, lo que les otorga una parte de la naturaleza de Dios mismo y, por ende, los emparenta con los propios ángeles.  Pues esta revelación provoca todo un cisma en el Cielo y es en ello que Memnoch toma un papel decisivo al convertirse en el más importante agente de Dios para observar qué está pasando abajo.  Decisivo en su opinión personal respecto al derecho de hombres y mujeres para estar en presencia de Dios, viene a ser el precioso relato de su temporada como humano; al respecto, nuevamente la escritora se vale de los textos teológicos para darle mayor peso a su escritura.  De igual manera, en este momento del libro llegamos a conocer con mucho lirismo, el origen de las religiones, de la ciencia y la tecnología.

     “»Al cabo de unos instantes se me ocurrió algo inmediato y lógico, tal vez hasta evidente. Enseñaría a esas gentes todo cuanto sabía. No sólo les hablaría del cielo, de Dios y los ángeles, pues eso no les serviría de nada, sino que les aconsejaría que procuraran morir de forma plácida e intentasen alcanzar la paz en el reino de las tinieblas.
     »Era lo menos que podía hacer. Además, también les enseñaría lo que yo había aprendido sobre su mundo, lo que había percibido con mi lógica y ellos aún desconocían.
     »Empecé a hablarles sin más dilación. Los conduje hacia las montañas, entramos en las cuevas y les mostré las vetas minerales. Les dije que cuando ese metal estaba caliente brotaba de la tierra en forma líquida, pero que ellos podían calentarlo de nuevo para hacerlo maleable y así confeccionar todo tipo de objetos con él.
     »Cuando regresamos a la orilla del mar cogí un puñado de tierra y formé con ella unas figuritas. Luego cogí un palo, tracé un círculo en la arena y les hablé sobre los símbolos. Les dije que podíamos hacer un símbolo parecido a un lino que representara a Lilia, cuyo nombre en su lengua significa "lirio", y así como otro símbolo que representara lo que yo era: un hombre alado. Hice unos dibujos en la arena y les mostré lo fácil que resultaba ligar una imagen a un concepto o a un objeto concreto.
      »Al atardecer, las mujeres se congregaron a mi alrededor y les enseñé cómo trenzar tiras de cuero, lo cual jamás se les había ocurrido, para una pieza grande con ese material. Todo era lógico y se ajustaba a lo que yo había deducido mientras observaba el mundo cuando era un ángel”.

     
      Sin ser una novela acerca del mundo vampírico, a diferencia de las tres primeras que comprenden estas Crónicas, lejos intervienen muchos más bebedores de sangre que en el caso de El Ladrón de Cuerpos, el libro que antecedió a este; cabe recordar que este mismo título sirvió de antesala a los eventos de Memnoch el Diablo, si recordamos cuando David todavía humano y anciano, le cuenta a su amigo Lestat la ocasión en que pudo ver y oír una extraña conversación entre Dios y el Diablo.   Es así como no solo nos volvemos a encontrar con Louis, quien esta vez demuestra una actitud mucho más empática con su “hacedor”, sino que también el propio David ya renacido toma nuevamente un rol preponderante en los eventos.   No obstante viene a ser la participación de un Armand distinto al que antes habíamos conocido, como si se tratara de una nueva persona, gracias a que por fin hubiera hecho las paces con todos sus traumas de siglos de vida infeliz, lo que llega a admirar al lector ya conocedor de estos personajes.  De igual modo la inesperada aparición de Maharet, la inmortal más antigua luego de que fue destruida Akasha y de quien nada sabíamos desde La Reina de los Condenados, resulta destacable; no obstante tal como el más humanizado Armand con el que aquí nos encontramos, esta Maharet también se aprecia distinta, pues carece de la dulzura con la cual llegamos a encariñarnos en su debut.   Otro Antiguo, Mael, reaparece, no obstante su rol solo cumple la función de ejemplificar la catástrofe que se desata cuando Lestat apenas logra volver, más o menos ileso (y cuerdo), de su periplo por el Más Allá.
     Dentro de la narración que hace Memnoch a Lestat, uno de los pasajes más impresionantes, viene a ser la versión del Diablo de nada menos que el relato bíblico de la tentación de Jesús durante su estadía en el desierto.  La maestría de la autora y su claro conocimiento sobre la religión que le vio crecer, se puede apreciar en la manera de cómo reinterpreta esta charla entre Dios y el Diablo.

     “»—Señor, no soporto verte sufrir —dije, incapaz de apartar la mirada de Él y soñando con poder llevarle agua y comida—. Deja que te enjugue el sudor. Deja que vaya a buscar agua. Deja que te conduzca hasta una fuente. Deja que te consuele, te lave y te vista con unas prendas dignas del Dios hecho Hombre.
      »—No —contestó Dios—. Cuando creí haberme vuelto loco, cuando apenas recordaba que era Dios, cuando comprendí que había renunciado a mi omnisciencia para padecer y conocer las limitaciones de los mortales, podrías haberme convencido de seguir ese camino. Quizás habría aceptado tu oferta. Sí, conviérteme en un rey, me revelaré ante ellos de esa forma. Pero ahora, no. Sé quién soy, y lo que soy. Sé lo que acontecerá. Tienes razón, Memnoch, en el reino de las tinieblas hay unas almas preparadas para ir al cielo, y yo mismo las llevaré. He aprendido lo que tú me sugeriste que aprendiera.
      »—Señor, tienes hambre. Estás sediento. Utiliza tu poder para convertir estas piedras en pan y aplacar así tu hambre, o deja que vaya en busca de comida.
      »—Por una vez escúchame, Memnoch —dijo Dios con una sonrisa—. Deja de hablar de agua y comida. Yo soy quien ha asumido un cuerpo mortal. ¡Eres incorregible! No haces más que discutir. Calla y escucha. Soy de carne y hueso. Ten piedad de mí y déjame hablar”.

     Entre los estadios por los que pasa Lestat durante su viaje junto a Memnoch, se encuentra nada menos que unos cuantos viajes al pasado, siendo uno de ellos nada menos que  la pasión y la crucifixión de Nuestro Señor.  No obstante como ya sabemos que esta versión de Dios no es tan perfecta, su propia conducta se aleja de cualquier idea cercana a una teología judeocristiana.  La capacidad de asombro y de tolerancia respecto al “juego fantaseoso” con lo que resulta ser sagrado para millones, pone en evidencia el criterio del lector cuando se cuenta que Lestat… ¡Bebe la sangre que el propio “Dios encarnado” le ofrece, mientras este mismo carga con la cruz! Luego de esto… ¿Podría haber otro vampiro más poderoso en el orbe que Lestat! Pues, vamos, ha bebido directamente el néctar vital del Creador.  Por último, cuando sucede el célebre episodio de la Verónica (en realidad una leyenda apócrifa, sobre el paño que tras mojar el rostro sangrante de Cristo, quedó con su imagen grabado en la tela), Dios le dice que se lo lleve.  Este acto a posterioridad trae consecuencias demasiado increíbles, otorgándole al libro algunos de sus mejores pasajes.
      Asimismo, podemos encontrar una crítica para nada velada, sobre la manera de cómo el hombre ha tomado para sí el amor hacia Dios; puesto que tal como queda expuesto en el libro, las religiones defendiendo sus supuestas verdades, han provocado guerras y muertes como ninguna otra ideología a lo largo de la historia.  Es entonces que Lestat, se convierte en testigo de innumerables injusticias hechas en nombre del “único Dios”.  Ello en todo caso va de la mano con la idea que tiene el Dios de este libro, de que la única manera de conseguir la “salvación eterna”, es a través del dolor y el sufrimiento.
       El erotismo no podía faltar en esta novela y en esta ocasión se hace presente a través de un tema que incluso dentro de la literatura vampírica es tabú, apenas ha sido tratado o bien resulta escabroso y/o de mal gusto: el deseo por la sangre menstrual.  Se supone que la primera vez en que se trabajó esto en una narración sobre vampiros, fue en Un Poco de tu sangre (Some of your blood, 1961), del destacado autor de ciencia ficción Theodore Sturgeon, en una de sus pocas incursiones en los terrenos cercanos al terror.  Pues la novelista, quien ya ha demostrado osadía para romper con los viejos paradigmas morales, no se queda atrás, tal como queda demostrado en la siguiente cita:

     “—Cariño —dijo Dora—, ¡estoy aquí!
     Sus delgados y cálidos brazos rodearon mis hombros, haciendo caso omiso de los copos de nieve que se desprendían de mi cabello y mi ropa. Caí de rodillas y oculté el rostro en su falda, cerca de la sangre que brotaba de entre sus piernas, la sangre de su útero, la sangre de la Tierra, la sangre de Dora que emanaba de su cuerpo. Luego, caí hacia atrás y permanecí tendido en el suelo.
     No podía hablar ni moverme. De pronto noté los labios de Dora sobre los míos.
     —Te hayas a salvo, Lestat —dijo ésta.
     ¿O era la voz de David?
     —Estás con nosotros —dijo Dora.
     ¿O lo dijo Armand?
     —Estamos aquí.
     —Fijaos en sus pies. Sólo lleva un zapato.
     —... y se ha roto la chaqueta... y ha perdido los botones.
     —Cariño, cariño —dijo Dora, besándome de nuevo.
    Me volví suavemente, procurando no aplastarla con el peso de mi cuerpo, le levanté la falda y sepulté el rostro entre sus muslos desnudos y calientes. El olor de su sangre inundó mi cerebro.
      —Perdóname, perdóname —murmuré. Mi lengua atravesó sus finas braguitas de algodón, apartó la compresa y lamió la sangre que retenía su joven y rosada vulva, la sangre que brotaba de su útero, no una sangre pura, pero sangre de su sangre al fin, de su cuerpo fuerte y joven, una sangre que procedía de las cálidas células de su carne vaginal, una sangre que no le producía dolor alguno ni le exigía más sacrificio que tolerar mi execrable acción, mientras mi lengua hurgaba en su vagina y lamía suavemente la sangre de sus labios púbicos, sorbiendo hasta la última gota”.

       Memnoch el Diablo puede ser considerada como la novela menos entretenida en lo que van las Crónicas Vampíricas, quizás porque mucho pasa para que recién se realice el prometido viaje de Lestat junto a Memnoch y que este mismo por fin se ponga interesante y tenga acción.  Las variadas páginas dedicadas a lo que el diablo llama “las trece revelaciones de la Creación”, casi llegan a ser soporíferas con toda la descripción que poseen.  En cambio una vez llegados al Infierno, los tormentos de las almas no pueden dejar de recordar al magnífico Dante.

      “La horripilante figura de una mujer devorada por las llamas representaba una quimera para aquellas almas que se arrojaban gritando al fuego en un intento de liberarla y sofocar las llamas que lamían sus cabellos, de rescatarla de aquella terrible agonía. Era el lugar donde quemaban a las brujas. ¡Todas ardían en la hoguera! ¡Sálvalas! ¡Dios mío, sus cabellos están en llamas!
      Los soldados que disparaban los cañones y se tapaban los oídos para no oír las detonaciones suponían una espectral visión para las legiones de almas que sollozaban postradas de rodillas, y el gigante que blandía un hacha constituía un horripilante fantasma para los que la miraban estupefactos, reconociéndose en él.
      — ¡No lo soporto!
     Ante mis ojos desfilaron unas monstruosas imágenes de asesinatos y torturas, casi abrasándome el rostro. Vi a unos espectros que eran arrastrados a una muerte segura en unas calderas que contenían alquitrán hirviendo, a unos soldados que caían de rodillas con los ojos desmesuradamente abiertos, a un príncipe de un reino persa que gritaba y se retorcía mientras las llamas se reflejaban en sus ojos negros”.

     No obstante para nada se trata de una obra hueca, al contrario, posee su propia carga de sublimidad, profundidad y lirismo, al que ya nos tiene acostumbrados la artista.  El solo hecho de la importancia que le otorga a la fe, a la religión y, por supuesto a la figura de Dios y el Diablo, más todas las alusiones a la rica “mitología judeocristiana” (inolvidable resulta ser cuando se menciona la teofonía, la música del Cielo y que se escucha supuestamente cuando uno deja este plano de existencia al morir) hacen de este libro una preciosa reflexión sobre esta parte importante de nuestra humanidad.  En muchos aspectos es una obra culta, algo solo para lectores con un bagaje cultural amplio y más todavía si son creyentes, de modo que no estamos hablando del típico libro de vampiros y menos de un texto fácil de digerir.

sábado, 24 de septiembre de 2016

Lo sobrenatural se posesiona de “Arrow”.


      La cuarta temporada de esta serie que cada vez está mejor, comienza de una manera muy especial: Oliver Queen junto al amor de su vida, Felicity Smoack, alejado de Star City y todo lo que implica la complicada vida de un justiciero, en una casa de ensueño, con vecinos “normales”, disfrutando por primera vez en mucho tiempo una sencillez como esa.  De hecho, en más de una ocasión el por entonces ex Arquero Esmeralda, llega a decir que por fin se siente feliz.
      Mientras la existencia idílica de Olie y Felicity transcurre sin mayores contratiempos, en su antiguo hogar las cosas no están bien.  Sus amigos y aliados que se han quedado atrás, deben hacer lo posible por mantener su ciudad en medio de las constantes amenazas que la agobian.  Pues cuando parecía que por fin podían vivir en paz, un nuevo villano llega al lugar, Damien Darhk, quien hace parecer que los anteriores eran solo una preparación para el peor de los males.   Pues este último sujeto no solo es un mafioso que tiene en jaque a medio mundo, sino que además posee poderes sobrenaturales que ellos mismos no saben cómo combatir…Así que es hora de pedir ayuda a su viejo compañero de batalla.
      Como se supone que el arquero conocido como Arrow había muerto, Queen ahora se encuentra con cierta libertad para ejercer sus habilidades, además de que llega a comprender que su gente lo necesita más que nunca, de modo que no solo decide usar un nuevo traje, sino que llevar un nuevo nombre: Green Arrow (Flecha Verde).  De este modo por fin, luego de tres años con casi setenta episodios al aire, recién viene a ser llamado con el nombre por el cual se hizo famoso el personaje.
      Una vez más Olie y su grupo obtienen una nueva base de operaciones, como es de costumbre con la mayor tecnología de punta para salvaguardar a los inocentes que protegen y enfrentarse a un sinnúmero de enemigos, entre los que se encuentra el despiadado Darhk y su criminal organización conocida como H.I.V.E (Colmena en español).
     Además de Canario Negro 2 y el apoyo logístico de Felicity, quien llega a tomar el nombre clave de Overwatch (en un momento, en un guiño muy especial a Batman, toma en consideración el apodo de Oráculo, pero luego dice que ya estaba ocupado ese título, en atención a Barbara Gordon-Batichica- cuando estaba lisiada y desde su silla de ruedas hacía de enlace para el Murciélago y otros superhéroes), Thea Queen, la hermana menor de Oliver, quien se hace llamar Speedy (como el antiguo compañero infantil/juvenil del Flecha Verde de las Edades de Oro y Plata del cómic y versiones más contemporáneas) y John Diggle, quien ahora lleva un casco para proteger su identidad, bajo el nombre clave de Spartan.
      Al igual que el detective Quentin Lance, entre los principales ayudantes de Green Arrow para enfrentar las fuerzas del mal, vuelve a aparecer Ray Palmer (Atómo), quien supuestamente estaba muerto y esta vez le toca ser rescatado por sus socios para luego irse a formar parte del casting de Legends of Tomorrow (quien por fin ha desarrollado la tecnología para miniaturizarse, que es la razón de su nombre de batalla).  Asimismo en un solo episodio, regresa Roy Harper, Arsenal, el compañero de Olie que en la anterior temporada tuvo que decir públicamente que él era Arrow y fingir su muerte para dejar tranquilo (aunque por un breve tiempo) a su amigo ante la vida pública.  Del mismo modo, solo en una ocasión nos llegamos a reencontrar con las también heroicas Shado y Katana, si bien la primera considerando que ya estaba muerta, hace de una manera muy especial su participación.

Vándalo Salvaje.
     Como era de esperarse, Flash no podía faltar en esta temporada y es así como en el transcurso de esta temporada vemos la segunda parte y final del formidable crossover entre ambos shows.  Pues en esta ocasión se resuelve el enfrentamiento con el inmortal Vándalo Salvaje y el despertar de Mujer Halcón, junto a su amante Hombre Halcón (ambos como introducción al nuevo spin-off mencionado en el párrafo anterior).  Pues sin duda este capítulo, resulta mucho más entretenido que el del Velocista Escarlata (sin menosprecio de este), ya que implica “el origen secreto” de Mujer y Hombre Halcón, más el conflicto con su némesis y hasta un viaje en el tiempo del propio Flash para evitar una espantosa catástrofe; de igual manera resulta muy emotivo cuando en este episodio Olie, descubre que tiene un familiar que desconocía y se decide a contactarlo.
      Como es costumbre en el programa desde sus inicios, no podían faltar los flashbacks sobre el pasado de Queen y que para variar esta vez lo vuelven a llevar a la significativa isla de Lian Yu, en una misión secreta “presionado” por la corazón de piedra Amanda Waller.  Esta vez debe infiltrarse en un supuesto campamento de producción de droga, que usa a la gente como esclavos a través de métodos bastante violentos.  En este sitio conoce a una valiente mujer rusa, quien se convierte en su principal aliada para desbaratar lo que en realidad es una tapadera para conseguir un antiquísimo objeto místico, que puede otorgar enormes poderes mágicos, aunque a costa de enormes sacrificios.  Como siempre estos saltos al pasado ocupan buena parte de la temporada y ayudan a definir más que nunca a nuestro protagonista (con sus sentimientos de culpa entre medio).
      Pues aparte de los nombrados Vándalo Salvaje y los justicieros alados de origen egipcio, cabe mencionarse de nuevo a Damien Darhk como representante del mundo oculto en Arrow.  Por otro lado, luego nos enteramos de que aquello que le otorga poder al nuevo líder del crimen de Star City, viene a ser el mismo objeto que Olie conoció en Lian Yu.  No obstante lo sobrenatural va mucho más allá en la serie, ya que además nos enteramos de dónde proviene el tatuaje en caracteres orientales que posee Queen y para qué sirve en realidad: ¡Pues se lo concedió como agradecimiento nada menos que John Constantine, el mismo hechicero de la llorada serie de solo una temporada del año pasado! Ello es posible gracias a que ambos se hacen amigos y luego tal como a Olie le tocó socorrerlo en la isla, este luego le devuelve la mano en Star City.  Se podría suponer que esta podría ser la ocasión para darle una segunda oportunidad al sexy mago británico (¡No confundir con Harry Potter!) en la pantalla chica, pero quién sabe.  Por otro lado, se le menciona a lo menos dos veces más, sin embargo no vuelve a aparecer.  Es de esperar que salga más en la quinta temporada y en las que le siguen (¿Sería pedir mucho que lo pusieran como uno de los protagonistas?)
      Siguiendo con el papel destacado de lo sobrenatural, nos encontramos con el hecho de que uno de los personajes principales ya muertos… ¡Resucita! Y todo ello pasa de una manera bastante dramática, lo que tiene gran repercusión dentro de la vida de los protagonistas y el mismo “universo compartido”, que ya hay entre este programa, The Flash y el más nuevo Legends of Tomorrow.
      Aparte del maligno Vándalo Salvaje, aparece otro inmortal, en este caso una mujer, quien ayuda a Olie a enfrentarse contra los poderes de Damien Darhk.  La verdad es que a este personaje ni lo conozco y más bien me parece inventado para la serie.  Teniendo en cuenta la rica gama de sujetos relacionados con la hechicería en un universo DC, bien podrían haber usado a otra fémina más famosa y atractiva para el público, como Zatanna o Madame Xanadu.  No obstante el episodio en el que sucede todo esto, no deja de ser interesante y entretenido, además de ayudar a seguir introduciendo los elementos místicos dentro de Arrow.
      Mucho más atractivo que la aparición de la inmortal recién mencionada, resulta ser la participación de una destacada superheroína afroamericana de poderes mágicos: Vixen.  Pues su debut aquí se debe a una serie de cortos animados estrenados en Internet, donde se contó su origen y se le hizo participar junto a Flecha Verde y Flash, más otros personajes de ambos programas.  Ante el éxito de este “experimento”, apareció en Arrow, interpretada por la misma actriz que le dio su voz en la animación y teniendo en cuenta los acontecimientos de la serie web.  Pues para quien conoce a esta justiciera, da gusto ver cómo su amuleto le ayuda a emular las capacidades de todo tipo de animales, cuyos tótems aparecen cuando los conjura.  Lamentablemente (y a claro juicio personal), si bien su traje se nota se encuentra basado en su actual atuendo para los cómics, resulta feo a la vista y poco sexy, pues parece una prenda deportiva cualquiera.   En todo caso ante el enorme potencial de Vixen para la pantalla chica, desde octubre podremos verla dentro de los personajes principales de la segunda temporada de Legends of Tomorrow.

Vixen.
     Otro personaje de relevancia, incluso lejos muchos más que la propia Vixen, que es introducido en esta temporada, viene a ser quien a futuro debería convertirse en el superhéroe también afroamericano Mister Terrific, si bien en esta caso sus habilidades son más orientadas hacia la ciencia ficción.  Con una destreza atlética y una inteligencia privilegiada, que lo ha hecho merecedor del tercer puesto entre los hombres más inteligentes del mundo en el universo DC, es un formidable inventor.  Ahora bien, el que aparece en el programa viene a ser Michael Holt, Mister Terrific II, si bien al menos en su debut aún ni piensa hacerse justiciero.  No obstante desde su primera aparición, el personaje se roba el corazón del público, gracias a su personalidad dulce, chispeante, sus gustos “ñoños” (tal cual el igualmente querido Cisco Ramón de The Flash) y cierta ingenuidad.  En el programa llega a entablar una muy estrecha relación fraternal con Felicity Smoack, nada menos que su jefa.  
    Un detalle bastante curioso respecto a cómo desarrollan a Holt en los guiones, es que acá le dan una orientación gay (la que no posee en los cómics en ninguna de sus versiones), incluso está casado y llegamos a conocer  a su marido.  No obstante lo que pudo ser una genial idea a la hora de darle protagonismo a la comunidad LGTB, al final no es aprovechado, por un lado y que queda en el típico estereotipo de las relaciones homoeróticas, por otro: pues si bien aparecen más de una vez juntos Holt y su pareja, ni siquiera se llegan a dar un beso (¿Tan grave sería mostrarlo en un show para adultos?), siendo que en la segunda temporada de la misma Arrow, no tuvieron problemas en escenificar de manera más gráfica la relación lésbica entre Nysaa al Ghul y Canario Negro I (una vez más el típico machismo heterosexual y su morbo, ante este tipo de escenas entre dos mujeres); asimismo el marido de Holt, resulta ser más bajo y delgado que él, incluso más femenino, lo que bien atiende al prejuicio de que en una relación entre dos hombres uno hace de “macho” y el otro de “mujer”.  Bien esto puede considerarse como una falta de respeto o a lo menos una caricaturización, que al final mantiene los mismos conceptos erróneos de la gente que no conoce de cerca el mundo gay.
      Dos personajes importantes mueren esta temporada, obviamente ello de manera inesperada, aunque uno de estos decesos se estuvo adelantando desde el principio de la temporada, si bien siempre manteniendo la incertidumbre de quién iba a ser el afectado.   Por supuesto que ambas muertes suceden de forma inesperada y lo más dramático, es que ocurren de manera poco heroica, considerando quiénes son tales personas.  El segundo deceso resulta ser lo suficientemente triste y catastrófico, como para que tanto la audiencia como los protagonistas se sientan acongojados. 
     En otro momento bastante significativo, otro de los protagonistas queda inválido, lo que sin dudas trae recuerdos de Barbara Gordon, Batichica, cuando queda relegada a una silla de ruedas, luego de que el Guasón le disparara en la columna en la famosa novela gráfica La Broma Mortal.  Pues como bien debe saber cualquier fanático deceísta, este hecho no le quita a la muchacha su deseo de servir y mantener su espíritu de lucha.   Por lo tanto, todo esto es visto en Arrow con claras reminiscencias a la mencionada superheroína.
      Un relevante hecho sacado de los cómics de Flecha Verde, al que se le dio bastante relevancia, fue la carrera política de Oliver Queen como candidato a alcalde de su ciudad.  Es así que este hecho, como era de esperar, le dio bastantes buenos momentos la temporada.
      No se puede olvidar la recuperación del singular personaje de la madre de Felicity, Donna, quien aparece varias veces en esta ocasión e incluso llega a tener un romance con uno de los personajes principales.  Ternura y humor le vuelve a dar al show, llegando a ser protagonista de uno de los capítulos más entretenidos (y llenos de referencia a la cultura friky) en el que reaparece también una antigua criminal.
      En cuanto al gran villano de esta temporada, Damien Darhk, la verdad es que su utilización como nueva némesis bien para muchos resultó sorprendente y hasta decepcionante en un principio (y me refiero a los que leemos cómics),  ya que resulta ser alguien desconocido y/o de poca monta (aparecido por primera vez en las viñetas recién en 1999).  Este efecto negativo a primera vista, luego de tener en pantalla a verdaderos íconos como Merlyn, Deathstroke y hasta el mismísimo Ras` al Ghul, menos mal fue superado gracias a una inteligente caracterización, que lo diferenció bastante de sus precursores y al trabajo destacable del versátil Neal McDonough, quien consiguió crear a un villano despiadado y elegante, pero aun así con matices.
     Tal como en The Flash, este programa se centra bastante en las relaciones interpersonales de sus protagonistas, desarrollando con esmero la psicología de estos a la hora de humanizarlos como sujetos poseedores de virtudes y defectos, pese a su calidad de extraordinarios, de modo que es justamente esta lucha interna entre lo mejor y lo peor de cada uno de ellos, lo que los termina heroizando.  Habiendo tantos caracteres diferentes y pasados que a cada uno de ellos los marca, comparten en más de un caso la culpa por varios yerros de su juventud y por eso mismo el deseo de redimirse los une, a la par de que poseen los mismos ideales de justicia.  Son almas que se han encontrado en medio de lo difícil que es ser adultos responsables, en un entorno donde el mal está a la vuelta de la esquina y aun así, pese a sus propios miedos, logran salir adelante aunque se tropiecen una y otra vez.  Dentro de todo esto, más todavía que en el caso de la serie sobre el Velocista Escarlata, el papel de la familia llega a ser de suma relevancia, pues acá vemos cómo resulta ser tanto la mayor fortaleza, como la más grande debilidad de todos los personajes, quienes en más de una ocasión por amor a los suyos realizan los actos más sublimes y en otros, cegados por su amor, cometen algunos de sus peores errores.  No obstante a la larga es su capacidad de tomar conciencia de todo esto, lo que hace de nuestros héroes personajes tan entrañables y, por qué no, admirables.

Damien Darhk siempre tan elegante...y mortífero.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Algo más que un mero recuerdo.

Junto a mis papás al cumplir los cinco años, más o menos en la época del recuerdo que hoy comparto con ustedes. 

      Hay ocasiones en la vida de cada uno, en que ciertos sucesos se convierten en los hilos fundamentales que rigen el resto de nuestros días.  Es un antes y un después de lo que hemos vivido, que deja una línea divisoria respecto a lo que nos pasó en aquel acontecimiento.  Algo que nos ha marcado tanto, que nos llega a definir para bien o para mal y que deja huella en quiénes somos.  A veces puede ser un hecho complejo, como un viaje o una tragedia, otras algo que a simple vista parece tan sencillo, pero que en su momento tuvo la fuerza suficiente de convertirse en un momento decisivo en la construcción de quiénes somos.  De igual manera existen personas que pasan a nuestro lado, que a veces caminan solo un tiempo junto a nosotros y otras que continúan en el presente a tu lado y sin embargo en cualquiera de los dos casos, son fundamentales para tu propia idea de la felicidad.  En mi caso, como en el de mucha gente a mi edad, tengo muchos de estos recuerdos fundamentales, así como mantengo en mi memoria y en mi circunstancia actual a gente así de valiosa.
      Hace tiempo ya, cuando estaba en la universidad, un profesor nos explicaba la teoría de la Neurolingüística, que afirmaba que el cerebro se podía programar igual que una computadora.  Hoy en día lo que más me llama la atención de dicha disciplina, es que se afirma bien en la vieja idea compartida por tantas culturas, de que definimos el mundo en cuanto ocupamos las palabras que nos ayudan a modelar la realidad; pues además tal como lo dicen los judíos, las palabras son sagradas y tienen poder (En el principio era el Verbo, Juan 1).  Volviendo a aquel día, el profe afirmó que lo que nos hayan dicho o lo que nosotros digamos a los demás, puede causar tal efecto que quede una huella imborrable en uno y en otros…
      …Entonces tuve una epifanía, que me impactó tanto que no dudé en compartirla con el curso.
       Hace muchos años atrás, también por allá en el siglo pasado, aunque esta vez en los albores de mi paso por esta tierra, cuando tenía cerca de cinco años, me pasó algo que bien viene a ser uno de estos momentos claves de los que les cuento.   Estaba con mis papás y de seguro con mis hermanas Jenny y Mabel, también en aquel entonces menores como yo, viendo una noche de sábado una película juntos por televisión.  El filme era un culebrón y la verdad ignoro cómo se llamaba, sin embargo era la típica historia de “basada en un hecho de la vida real”.  Como mi memoria es frágil, ignoro hasta qué punto la síntesis que les daré es correcta.  De igual manera si alguien me pudiese dar más datos sobre esta obra (su nombre aunque sea), se lo agradeceré con todo mi ser.
      Era sobra una familia con problemas económicos, con muchos hijos pequeños de por medio, que se enfrenta a la dura prueba de que a la madre, quien era el verdadero sustento de todos, se le había declarado cáncer terminal.  El papá era un alcohólico, así que más bien era un lastre para los demás.  Ante la eminencia de la catástrofe, el hermano mayor (a lo más un adolescente) toma la decisión de que tras morir su progenitora, buscarle por su propia cuenta a cada uno de sus hermanos una familia de acogida, que los pueda cuidar y darle el mejor de los futuros posibles y que con las posibilidades actuales sería muy difícil conseguir; y lo más importante, que no les faltara amor.   El muchacho logra su objetivo, si bien ello implica que al final se queda solo junto al débil patriarca, ya que a su edad nadie quiere acogerlo.
      Y tras terminar de ver todo esto, me pasó algo que nunca antes había experimentado a tan tierna edad: Me puse a llorar sin un motivo aparente.  Era un sentimiento tan profundo, algo que nacía desde el interior más hondo de mí, que no podía dejar que ese manantial de emociones que no comprendía se acabara.  Las lágrimas salían de mis ojos y mi cuerpecito se agitaba de una manera inusual, por algo que no era la típica congoja debido a que me hubieran retado o sufriese el dolor físico de una rodilla o de un codo pelados, por las acostumbradas caídas de los juegos infantiles.  Era algo completamente nuevo para mí.  Supongo que a quienes me rodeaban les llamó la atención mi reacción (¡Es increíble, mientras rememoro esto no dejan de humedecerme los ojos y de moquearme la nariz!).
      Y así fue que gimoteando le pregunté a mi papá:
      - ¿Por qué estoy llorando? ¡Si esto no es algo que me ha pasado a mí!
      Estaba desconsolado, me habían sacado por completo de mi frágil equilibrio emocional.
      - Porque tú no tienes el corazón de piedra.- Fue la breve, aunque significativa respuesta de mi querido papá (quien ya hace años dejó este mundo, aunque no por ello dejo de sentirlo a mi lado o tal como dijo la inolvidable Luna Lovegood a Harry Potter en Harry Potter y la Orden del Fénix: "Lo que perdemos al final siempre vuelve a nosotros... aunque a veces no del modo que esperamos").
      Era muy pequeño, inexperimentado y tampoco muy brillante ille tempore como para entender cabalmente esa sencilla, aunque antigua metáfora (tampoco digo que ahora sea un genio).  No recuerdo si mi papá me la explicó, pero en mi inocencia algo de luz me llegó a la conciencia de las palabras y sin verbalizar pude saber qué me quiso decir.
      Tengo hartos defectos, no soy un santo, hedonista como yo solo y mañoso, también cuando me enojo exploto (quizás por eso tal vez me gusta tanto Hulk, porque bastante me siento identificado con él y con el pobre Bruce Banner), no obstante algo que rompe todas mis defensas es ver a gente sufriendo, más si la conozco; de modo que no puedo evitar querer consolarla y prestarle apoyo.  A ello se suma la misma educación religiosa que tuve de niño y adolescente, pues en el colegio en el que estudiaba, estaban las Hermanas de la Consolación y justamente ese era su carisma, que se quedó conmigo.
      Volviendo a esa noche de sábado, me alegro que mi papá que era bien machista para sus cosas, nunca me hubiese negado diera rienda suelta a mi parte más sensible.  Mi mamá tampoco.  Supongo que ellos bien sabían quién era su hijo.  Por esto mismo, nunca escuché de ellos eso de “Los hombres no lloran”… ¡Una soberana estupidez!
      Desde aquel entonces mi llorómetro, como bien le puso un amigo que me conoce media vida, ha marcado alto innumerables veces.  Y como apasionado por el arte que soy, me basta con ver cualquier buena película o serie, leer un libro o un cómic valiosos para mí y que me toquen las telas del alma, o una melodía que me sobrecoja, como para que una vez más salga de mi interior ese niño, que aquella vez pudo apreciar la belleza y el sentido más allá de su propia inmediatez.
     Vuelvo a leer este texto mientras lo reviso, para que no me salga tan torpe la pluma y me pregunto qué tan cursi será, qué tanto difiere de las “ñoñeces” que acostumbro publicar.  No importa, lo he escrito para mí y para mis más cercanos, en especial a aquellos que conocieron a mi padre (¡No puede ser, nuevamente estoy llorando!) y que llegaron a sentir su amor por mí.  Esto es parte del legado que me ha dejado y que hoy comparto con ustedes.
Cinco años después
(la niñita que sale sonriendo al lado de mi papá es mi hermana menor, Jenny,
quien luego sería la mamá de mis regalones Amilcar y Brunito).

viernes, 16 de septiembre de 2016

Mucho cómic, mucha ciencia ficción.


       La segunda serie dedicada al “Hombre vivo más veloz del mundo”, The Flash, fue sin dudas uno de los grandes estrenos de octubre de 2014 en la televisión.  Ello gracias a potentes guiones, personajes carismáticos, efectos especiales que para nada le deben envidiar a las grandes producciones hollywoodenses y en general una primera temporada solvente de principio a fin (algo que bien le faltó en su momento al programa que le dio la oportunidad de crecer: Arrow).
       Pues tras el emotivo desenlace que abrió la puerta al llamado Multiverso, con la posibilidad de (52) tierras distintas, la introducción del también importante concepto de la Fuerza de la Velocidad y más encima la heroica muerte de uno de sus queridos protagonistas, la vara estaba bastante alta para sus creadores… ¡Y bien que lograron superarse a sí mismos en este segundo año de vida.
       Si el gran villano fue toda una sorpresa, en  la medida que se fue descubriendo capítulo a capítulo su verdadera naturaleza, el de esta ocasión no podía quedarse atrás.  Teniendo en cuenta que tanto el Flash Reverso (el “malo” de la primera temporada) y Zoom en el cómic en la práctica usan el mismo traje, con los colores invertidos del Velocista Escarlata, los responsables tuvieron la genial idea de diferenciar a uno del otro por medio de su aspecto; de este modo Zoom parece utilizando una prenda negra, casi orgánica y una máscara aterradora que le otorga un semblante o bien fantasmal o bien demoniaco.  Por otro lado, tal como queda consignado en los episodios, Zoom es mil veces mucho más peligroso y poderoso que el anterior rival.
Zoom.
        En las historietas fue a través de la famosa (y preciosa) novela gráfica El Flash de dos Mundos de los sesenta, que se usó por primera vez en DC la idea de que existen alternadamente a nuestro mundo otras Tierras, con sus propios habitantes y en muchas ocasiones reflejos más o menos parecidos o distorsionados de sus superhéroes (lo que dio paso en los ochenta a los recordados elseworlds, sobre versiones alternativas de estos mismos: un Superman y un Batman medievales, una Liga de la Justicia compuesta por los animales evolucionados de la famosa novela La Isla del Doctor Moreau, etcétera).   En esta antológica narración Barry Allen conoce al Flash de la Edad Dorada, Jay Garrick, a quien consideraba ser solo un personaje de ficción de los cómics que adoraba de niño y debido a quien se puso tal nombre de batalla.  Pues a partir de dicha aventura, fue posible saltar de un mundo a otro, habilidad que por mucho tiempo solo poseían ambos Flash, debido a su capacidad para vibrar de tal manera que pudiesen abrir portales entre un lugar y otro.
        De este modo a través de la segunda temporada, los viajes a Tierra-2 se hacen parte importante del argumento central.  De este sitio llega nada menos que el propio Jay Garrick, uno de sus grandes agregados.  Asimismo aparecen un montón de villanos, entre los que destacan Killer Frost, la asesina metahumana con poderes sobre el hielo y quien  resulta ser nada menos que el doble negativo de la adorable Catlin Snow, importante amiga y aliada de Barry (espero que no se les ocurra hacer que la de Tierra-1 se vuelva malvada… ¡Que no se los perdono!).  De igual modo aparecen versiones malignas de nada menos que de Cisco y de su hermano, también venidos desde el otro lado, aunque la verdad es que me parece que son personajes inventados para esta serie, así como muchos otros que aquí se presentan.
       Quien también resulta ser bastante conocido, como villano clásico y su contrapartida femenina de superheroína, viene a ser el Doctor Luz.  No obstante los guionistas optaron porque el género de este personaje fuese femenino.  Su traje resulta ser muy similar al de los cómics y eso resulta ser un gran contento, porque en algunas ocasiones los villanos apenas usan un atuendo parecido al de sus símiles comiqueros, tal como sucede con el Mago de Tiempo, la Tortuga y el Flautista, quienes les quitan con su apariencia “normal” toda imagen propia del género  (bien podríamos decir que este es el único aspecto que mejoraría de la serie: más villanos con indumentaria propia de las historietas).
      Un villano clásico de Flash que vuelve a aparecer y que esta vez incluso llega a poseer un mejor episodio que en su debut, viene a ser nada menos que Gorila Grodd.  Es así que usando sofisticados efectos especiales, que hoy en día la pantalla chica se puede dar tal gusto, la manera de cómo lo llegan a recrear resulta más que convincente, si bien siguen haciendo que se comunique vía telepática y no hablando, algo que ojalá en su próxima participación corrijan.   No obstante lo más genial de este episodio, es que hacia su final llegamos a vislumbrar… ¡Ciudad Gorila! Con ello se abre la posibilidad de un montón  de historias, con las que podamos llegar a conocer esta avanzadísima sociedad primate.
      Gorila Grodd no es el único monstruo que aparece en esta genial segunda temporada, pues también podemos ver (y con bastante detalle) a Rey Tiburón, una criatura híbrida humanoide de entre tres y cuatro metros, que se ve increíble en pantalla.
       Otra grata sorpresa en calidad de monstruos (algo que difícilmente veríamos en Arrow), viene a ser Tar Pit, un metahumano con la apariencia de una mole de brea viviente.  En su introducción conocemos su desgraciado origen y luego su “resurrección” motivada por el clásico tema de la venganza.   Pues en las revistas este ser resulta ser muy propio de las viejas revistas pulps, bastante atractivo en su monstruosidad, y embargo  el espectador sabedor de cómics cuando lo ve por primera vez, bien puede llevarse una decepción (pues lo muestran como otro sujeto con superpoderes más)…Hasta que en su confrontación final nos regalan con su otra apariencia, calcada a la de los cómics.

Tar Pit.
         Presentado como todo un psicópata, Trickster, interpretado por el actor de culto Mark Hamill ya en la serie antigua, una vez más volvió a deslumbrar gracias al talento de Hamill (cabe recordarse que su reintroducción en la primera temporada, fue uno de los grandes hitos de ese año en la historia de la televisión).  Ante su segundo regreso, ojalá podamos tenerlo pronto de vuelta y con muchos más.  Por otro lado, este segundo capítulo suyo dio paso a que apareciera una formación de los llamados rouges, los villanos clásicos de Flash, siendo todo ello otra satisfacción para el fanático deceísta (pues esta vez tuvimos junto a Trickster, al Brujo del Tiempo y, en cierta medida, a Capitán Frío).
       Tal como se dijo más arriba, en las viñetas Flash conoció a su símil de Tierra 2 y se hicieron muy buenos amigos (con posterioridad en el universo postcrisis Jay Garrick, ya mayor, aunque completamente activo, convivía con Barry y los suyos, al igual que otros superhéroes de la Edad de Oro y quienes como él, debido a un evento místico envejecían lentamente).  Por lo tanto en el programa Jay Garrick no podía faltar y acá se transforma en uno de los secundarios más llamativos.  Su traje (menos mal) resulta ser bastante acorde al de las historietas, con un aspecto vintage propio de la década de los cuarenta (años de sus cómics originales), que además muy inteligentemente decidieron darle en su diseño a toda Tierra 2 (ya que en más de una ocasión, se puede apreciar bastante este lugar).
     La temporada anterior, uno de los personajes más sobresalientes fue Harrison Wells, el genio científico que se convirtió en el primer maestro del novicio Barry Allen.  No obstante luego de que se reveló la identidad real de este hombre y sus verdaderas intenciones, el mayor conflicto del programa por aquel entonces comenzó a avanzar, hasta otorgarle algunos de sus mejores momentos. Cabe mencionarse que el trabajo del actor a cargo de Wells, fue quizás el mejor desempeño actoral de su casting (sin menospreciar a los demás).  Por ende, tras dejarnos con la idea de que no volveríamos a ver ni a Wells, ni a Tom Cavanagh (su intérprete), esta segunda temporada nos dio la grata sorpresa de presentar al Harrison Wells de Tierra 2 y quien se conviertió en uno de los personajes principales.  Es aquí que una vez más el talento de Cavanagh se hace ver, al hacer que este otro Wells sea alguien bastante diferente del anterior (y como siempre, sus intervenciones sean un verdadero placer).
El dichoso teléfono.
      Un guiño bastante interesante a las historietas de DC, viene a ser que el Barry Allen de Tierra 2, quien para nada es un velocista, ni posee alguna otra superhabilidad, tiene un teléfono en su casa con botones para llamar específicamente a ciertas personas: Bruce (por Bruce Wayne, Batman), Hal (en relación a Hal Jordan, el más famoso Linterna Verde y uno de los mejores amigos de Barry en los cómics) y Diana (nada menos que la princesa amazona Diana de Themyscira, la Mujer Maravilla).  Ahora bien, también hay un botón para un tal Eddie, pero no lo reconozco.  De igual manera en más de una ocasión se habla de que en Tierra 2 se puede viajar a Atlantis y a su vez Jay Garrick dice que uno de sus  mejores amigos es de allá (en atención a Acuaman).
      Entre los grandes hechos extraordinarios que aquí aparecen, se encuentran los llamados Espectros del Tiempo, que la verdad ignoro si son de las historietas o una idea original del programa.  Pues estos seres de apariencia bastante fantasmal y aterradora, vienen a ser una inclusión “distinta” dentro de los guiones del programa, ya que ni buenos, ni malos en el sentido convencional de la palabra, sí resultan de temer como fuerzas vengadoras de quienes intervienen en el flujo normal del tiempo (y bien sabemos que Flash de vez en cuando hace esto).  
      Siendo que por lo general la muy famosa y extensa galería de villanos de Flash, no corresponden a sujetos con poderes sobrenaturales (ya que los místico no es el tema de sus aventuras, si bien tiene una que otra genial historia al respecto), el primero de los dos crossover con la serie sobre el Arquero Esmeralda, tiene como villano a nada menos que  Vándalo Salvaje, un inmortal.  Ahora bien, en realidad sus poderes en el cómic no son de este tipo, pero acá hicieron una interesante variación y ello fue para reforzar las primeras apariciones de Mujer Halcón y Hombre Halcón, por quienes optaron usar sus variantes mágicas (los trágicos amantes egipcios que se reencarnan una y otra vez).  El episodio concluye en Arrow y ello permite ir formando el escenario para el nuevo spin-off titulado Legends of Tomorrow, al cual se van unos cuantos personajes de The Flash y Arrow.
      En el transcurso de la primera temporada llegamos a conocer a otro superhéroe clásico, Firestorm, pues en esta ocasión sale Firestorm II, el cual también se va al elenco de la serie recién mencionada.  Lo interesante de este otro justiciero nuclear, es que uno de los dos humanos que lo componen (ya que Firestorm es la suma de la fusión de dos personas) es de raza negra y es el que en la actualidad podemos encontrar en las revistas de DC.  Pues de todos los personajes afroamericanos de esta serie, Jefferson “Jax” Jackson es el único cuya raza no fue cambiada de adrede, para ser más “políticamente correctos”.  Ahora bien, al final les salen tan bien estas modificaciones, que todo eso viene a ser un detalle sin importancia, aunque no voy a negar que encontré tirado de las mechas hacer que Irist West fuese morena (así que imagínense, cuando en esta temporada llegamos a conocer a Wally West, quien luego tendría que ser Kid Flash o Flash II, por supuesto que resulta ser de la misma raza y ya no es el sobrino de Iris… ¡Si no que su hermano menor!).  Como siempre mi “malestar” al respecto, es porque muchas veces estos cambios me parecen forzados (y solo los hace DC en sus producciones audiovisuales, ojo, que no Marvel) y para qué hacerlo si tienen sus propios personajes de valor afroamericanos y que lamentablemente apenas han sabido sacarles provecho.
       Una futura superheroína que se supone llegará a aparecer en próximas temporadas del programa, viene a ser la velocista Jessie Quick.  Pues como en The Flash acostumbran a cambiar los “orígenes secretos” de los personajes, acá le dan una génesis e identidad bastante interesante.  De este modo, cabe esperar (con ansias) saber más de esta atractiva superheroína.
      Otro personaje femenino de gran peso, que en esta ocasión hace su debut, viene a ser la preciosa y encantadora Patty Spivot, una agente de policía que se convierte durante un tiempo en la dueña del corazón de Barry. 
      Conocido por los fanáticos de los cómics y en especial de Flash, es que el actor que hace del padre de Barry, encarnó al Velocista Escarlata en el show televisivo de los noventa.  El personaje interpretado por John Wesley Shipp, la verdad es que fue desaprovechado en esta segunda temporada, lo que se evidencia cuando se esperaba que ahora por fin en libertad (tras comprobarse que no había sido el asesino de su esposa y la madre de Barry), apenas apareció en pantalla.  No obstante en el último y formidable episodio, lo vemos de una manera muy significativa, usando un traje que recuerda muy bien al que llevaba en su época de justiciero televisivo.
     Como era de esperarse, hay muchos momentos de gran emotividad en esta segunda temporada, así que el futuro espectador debe estar atento a este bombardeo de emociones que trae consigo.  Sin querer caer en el spoiler, mencionaré brevemente dos: primero la breve, aunque maravillosa, reaparición del personaje que murió al final de la temporada anterior.  Su monólogo resulta memorable y hace extrañarlo más que nunca dentro de los protagonistas.  Luego, aún con mayor carga emocional, viene a ser cuando Flash queda atrapado en la Fuerza de la Velocidad y allí debe pasar por una verdadera prueba espiritual para seguir siendo “El hombre vivo más veloz del planeta”.  En este bellísimo capítulo, llegamos a conocer más de este sitio y en él Barry se encuentra con sus “habitantes”, quienes toman la forma de sus seres más queridos para hablar con él (un recurso habitual en las historias de ciencia ficción y fantasía, como también lo podemos hallar en Contacto de Carl Sagan y con los llamados Profetas de Viaje a las Estrellas: Abismo Espacial 9). Es así que el último de estos seres que entabla conversación con nuestro superhéroe, toma la forma de su madre y resulta difícil no lagrimear un poquito durante tal escena.
     El sentido de la familia, la amistad y la lealtad, la culpa, el perdón y la redención continúan siendo temas caros a los guiones, lo que se refuerza gracias a la importancia que se le da en ellos a las relaciones interpersonales.  Queda de manifiesto que la idea de familia va mucho más allá que la consanguineidad, sino que ella está formada por todos aquellos que hemos escogido como parte relevante de nuestras vidas.  De igual manera, queda de manifiesto en esta serie, que la única manera de llegar a la plenitud es asumiendo nuestro papel en el mundo.  Por esto y más, The Flash es un programa lleno de valores y que invita a la reflexión, independientemente de toda la entretención que nos puede dar.
      La escena final del último episodio, nos deja como promesa que la tercera temporada estará inspirada en los acontecimientos de la miniserie Flashpoint.  Pues tal como en esta novela gráfica, acá Barry Allen vuelve al pasado para cambiar un importante hecho de su vida y con ello, sin proponérselo, causa una línea alterna de tiempo devastadora.  Veamos cómo retratan todo esto a partir de octubre de este año, cuando comiencen los nuevos capítulos.

El abominable...¡Rey Tiburón!

domingo, 11 de septiembre de 2016

Seamos justos con la versión cinematográfica de “Cell”.


       Luego de casi dos seguidas grandes decepciones en materias de adaptaciones audiovisuales, de algunos de mis universos ficcionales favoritos (de Marvel con la serie televisiva Agente Carter y la semana pasada no más con Star Trek: Sin Límites), preferí no hacerme muchas expectativas con la película estrenada este año sobre la novela Cell de Stephen King.  Teniendo presente que para su pesar ha recibido en general bastante malas críticas, he decidido mantener mi poca fe a lo que dicen aquellos que ni conozco y más si les pagan por ello; de tal modo que  preferí hacerme mi propia opinión, sobre esta más reciente versión de una obra de mi querido escritor preferido.
      Hace mucho que leí el libro, el cual fue publicado en enero de 2006 y de seguro lo hice en julio de ese año o al siguiente, luego de que me lo regaló mi comadrita Ledda para mi cumpleaños.  Como mi memoria es tan frágil, la verdad es que poco recuerdo de él, si bien se quedaron en mi cabeza algunos de sus mejores momentos o detalles.  En todo caso me atrevo a decir que para nada esta novela la encuentro entre las mejores de su autor, pero no le voy a negar que tiene varios puntos interesantes.  Entre ellas, que viene a ser el gran gusto que se dio King de escribir un libro sobre zombies, algo que antes solo había hecho a través de su cuento Parto en Casa; pues este es fiel devoto del subgénero; de igual manera adora La Noche de los Muertos Vivientes de George Romero, a quien le dedicó su libro Christine y de quien se hizo amigo, siendo que además el director se encargó de realizar dos de las mejores cintas en base a su trabajo literario (Creepshow y La Mitad Siniestra).  
       No obstante estamos hablando del “Rey del Terror”, de modo que sus zombies tenían que poseer su sello característico, lo bizarro y la originalidad, de modo que su origen en Cell resulta ser algo por completo distinto: son el producto de una señal de origen desconocida, que al llegar por celular a todos quienes en un mismo momento usaron tal aparato, sufrieron una especie de formateo de su cerebro que los convirtió en criaturas violentas y sin raciocinio.  Con posterioridad estos seres, en medio de un paisaje devastado tras todos los accidentes provocados el día de la catástrofe, comienzan a dar señales de comenzar a evolucionar como miembros de una mente colmena.
       Debe saberse que Stephen King en más de una ocasión ha admitido no poseer teléfono móvil o celular, porque según él no le gustan estos aparatos.  Por otro lado, al ser tales artefactos los  responsables de este singular apocalipsis de la sociedad humana, bien es posible hallarnos con una crítica a esta dependencia por la tecnología, al transformarla en una necesidad de primer nivel cuando no hasta hace mucho los celulares eran solo propios de las historias de ciencia ficción.
       El filme dirigido por Todd Williams, volvió a reunir a dos grandes actores dentro de los papeles protagónicos, John Cusack y Samuel L. Jackson, quienes ya antes habían trabajado juntos en otra adaptación de un texto de Stephen King (1408 de 2007).  Por otro lado, curioso puede ser tener conocimiento de que John en su juventud hizo un breve papel en la alabada Cuenta Conmigo (1986), considerada entre las mejores realizaciones cinematográficas inspiradas en una narración de King.
      En esta ocasión Cusack es un dibujantes de cómics, quien tras el evento con los celulares, realiza todo un periplo con la intención de hacer lo posible de reencontrarse con su único hijo, un pequeño de entre siete y diez años de edad, el cual se encontraba a kilómetros de distancia suya cuando sucedió la tragedia.  En su trayecto, que también significa escapar de las hordas descerebradas, conoce al conductor de ferrocarriles eléctricos interpretado por Jackson, quien se convertirá en su amigo y principal aliado para enfrentar los nuevos peligros de este mundo puesto patas arribas.   Estos dos conocen a otros sobrevivientes con los que llegan a cruzarse, entre los que destacan una muchacha cercana a los veinte años y un chico de extrema inteligencia, con los que los adultos llegan a encariñarse. 
      Si bien nunca llega a saberse el verdadero origen del pulso que ha causado todo,  la trama podría considerarse dentro de los terrenos de la ciencia ficción, hasta que comienza a aparecer la siniestra y muda figura de una especie de demonio con aspecto de joven “normal”, si bien demacrado, con quien sueñan todos los sobrevivientes.  Debe saberse que esta criatura se encuentra ligada al artista y además todo deja en evidencia que los mismos “locos del celular”, lo requieren a él, así como saben del paradero de su hijo.
       Teniendo a tan destacados actores en el casting, no habría porque prejuiciarse respecto a la supuesta mala factoría de este largometraje.  Se ha dicho que las actuaciones son malas ¿Cuáles? ¿Alguien osa decir que tanto Cusack como Jackson acá han hecho mal su labor? Pues para nada, incluso el histrión afroamericano nos regala uno de sus esperados monólogos, uno de hondo contenido religioso más encima, que denota el transfondo religioso de gran parte de la narrativa de S.K.   Además sumados a estos personajes de renombre, se encuentra el también veterano Stacy Keach, quien acá toma el rol de un anciano y sabio director de escuela privada, por un breve tiempo el único de los paraderos donde los viajeros encuentran algo de normalidad; es así que su papel ensalza aún más esta vapuleada película injustificadamente.  En cuanto a los personajes más jóvenes, la muchacha y el chico que en este caso toman gran relevancia, se encuentran tan bien realizados, que más de una vez llegan a emocionar sus intervenciones ante los acontecimientos dramáticos que se suceden, una y otra vez.  El resto de los secundarios tampoco queda mal, por muy escasa que haya sido su intervención en el metraje.
      Quien haya leído Cell, no puede olvidar su potente comienzo que corresponde a uno de los episodios más gores y espeluznantes salidos de la febril mente de su creador.  Puesto que el guión corrió en parte del propio Stephen King, no se le quita el cuerpo a tan potentes páginas y la masacre con la que empieza todo es escenificada con esmero.  ¡Incluso llegamos a ver al “loco del celular” que se echa sobre un perro para comérselo vivo! También aparece el cocinero loco que a diestra y a siniestra da tajos a todos con su gran cuchillo carnicero.  Gente cayendo desde las escaleras y hasta aviones estrellándose son parte de la pesadilla a la que nos invita esta película.  Por otro lado, al ser un filme de zombies (si bien sui generis) y conociendo el amor del escritor por el trabajo de George Romero, no podía faltar su homenaje a la famosa escena de desmembramiento y/o ataque grupal correspondiente a El Amanecer de los Muertos Vivos.
       Si director, productores y demás responsables hubiesen querido recurrir a recursos facilistas, sin esmerarse en hacer algo artístico y que le quitara su dimensión más épica a la historia original, habrían filmado todo en estudios.  No obstante varias veces se nos ofrecen diversos exteriores, ya sean de las calles desoladas producto de lo que ha ocurrido, como de preciosos paisajes naturales filmados con una cuidada fotografía, que son testimonio del viaje de los personajes hacia su destino.  Asimismo, las muchedumbres zombies llegan a tomar un carácter de inmensas proporciones, ya que no estamos hablando de entes aislados o grupos pequeños, sino que nos hacen ver que estos actúan en manada y a veces llegando a ser miles reunidos entre sí.
     Hay varios momentos que pueden ser considerados como los mejores logros de esta adaptación de Cell.  Ya se ha mencionado el principio, no obstante a este se debe agregar cuando se rebela el estadio, en el que yacen por la noche en un extraño letargo las monstruosidades humanas y lo que luego sucede con estos, así como con nuestros protagonistas cuando deciden deshacerse de sus enemigos.  De igual manera el segundo descubrimiento, de la evolución por la que está pasando esta nueva especie es aterrador, llevado a cabo con efectividad por Williams y compañía, lo que termina con una emotiva escena de despedida.  Cuando el personaje de Cusack logra llegar hasta su meta, resulta difícil no impresionarse ante la inmensa muchedumbre de zombies que aparecen, actuando tal cual lo que estos representan como símbolo de lo que podemos llegar a ser: prisioneros de nuestros instintos, del amor al materialismo y que en masas actuamos como bestias y sin sentido (tal cual las “barras bravas” del fútbol o los seguidores fanáticos de ideologías).
       Se trata de un filme que se torna bastante en serio todo, partiendo por su falta de humor y en especial ante la encrucijada por la que pasa el padre protagonista, quien carga con la culpa de no haber disfrutado a su hijo como correspondía, ni a su esposa; no habiendo estado además con ambos cuando se desató el Infierno en la Tierra.  De igual manera, la soledad y hasta orfandad de los personajes más jóvenes, incluyendo al rol del maquinista, los humaniza por cuanto no solo las extraordinarias circunstancias los unen, sino que mientras llegan a estar juntos se transforman en una verdadera familia.
     Quizás el único defecto que le veo a esta película (y el cual se lo perdono en todo caso), viene a ser su final ambiguo, que no deja claro qué pasó en realidad con el personaje de Joan Cusack.   No obstante no haré spoilers y dejaré que cada uno haga interpretaciones sobre qué le pasó en realidad.  Después de todo, si nadie es perfecto, una peli tampoco debe serlo para conseguir entretenernos ¿No?

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