miércoles, 7 de junio de 2017

Volver a leer a Pedro Lemebel.

      Desde la fatídica fecha en que lo despedimos de este mundo, en enero de 2015, que no leía a Pedro Lemebel.  Fue así que a manera de homenaje personal a este valioso artista nacional, sui generis y ave raris dentro de nuestra letras, repasé su colección de crónicas La Esquina es mi Corazón.  Y ahora en el presente por fin me he reencontrado con él, tras dedicarle el tiempo a otra de sus obras del mismo estilo (en su mayoría), en este caso Adiós mariquita linda (2004) y, tras terminarlo hace un par de semanas, ahora recién puedo compartir mis impresiones al respecto.
       Esta recopilación de sus textos híbridos entre las memorias, la narración periodística y el lenguaje más lírico y también visceral (o coprolálico), resulta ser bastante particular al comparársele con el resto de sus libros.  Pues por un lado incluye un (más o menos) extenso texto narrativo, a manera de intento suyo de novela (autobiográfica en todo caso, como buena parte de su prosa), también incluye una cuantas cartas de su autoría a diferentes destinatarios y hasta agrega unas algunas fotos (unas más artísticas que otras) de diferentes periodos de su vida.
        El lector que ya conoce su estilo, leivs motivs, temáticas y obsesiones, que convierten a la literatura de Pedro en la voz representativa de todos esos personajes de la vida real y que al menos en Chile hasta antes de él, apenas habían tenido oportunidad de hallar un sitio en nuestras letras, no deja de encontrarse con sus travestis, jóvenes prostitutos y marginados de bajo estrato social.  Lemebel se identifica con todos estos seres reales, pues los conoció en profundidad, compartió con ellos y en lo que concierne a sus propias experiencias, pasó por varias de sus mismas vivencias.
         Por lo tanto tras haberle leído con antelación y elegir mi continuar en la profundización de su pluma (que en materia de homosexualidad este concepto- pluma – pareciera un juego de palabras), no tenía razones para impresionar con el estilo “sin pelos en la lengua” de este escritor.  Y sin embargo tal repaso por tal volumen, me hizo recordar algo que ya me había sucedido con el texto anterior: que por mucho que lo admire y me guste su escritura, tanto “Lemebel” me cansa, pues estamos hablando de alguien con quien difícilmente comparto muchos intereses ¿Será acaso que su parecido con el proselitismo por su  estilo de vida, hasta cierto punto distinto al mío, me provoca anticuerpos? No hay que olvidar de que estamos hablando de una existencia muchas veces al borde del frenesí, algo que no es difícil considerarlo como autodestructivo.  Su gusto por los muchachos jóvenes callejeros, por el alcohol y la marihuana en exceso (que muchas veces consumía como antesala a otros placeres), además de su defensa de la misma marginalidad, bien choca con mi propia manera de ser.  No soy un santo y poseo mis propios vicios e historias propias, que me reservo como mucha gente, empero aún así veo a alguien como Pedro y me encuentro con una persona que en puntos claves me distancia de él…Y sin embargo escojo dejar de lado estas diferencias y valorar en él su valentía y convicciones, que hay que tener cojones para tantas cosas que hizo.
          Siendo un connotado maestro de la lengua (¿otro juego de palabras?) castellana, puede llamar la atención que el autor haya optado por titular este libro sin hacer uso de la coma (,) antes del vocativo (o sea, haber escrito “correctamente” Adiós, mariquita linda).  No obstante todo esto se puede entender como otro intento suyo transgresor, de hacer uso de la lengua más vernácula del castellano de Chile, el de los grafitis, de la juventud y aquel de los con escasa o nula educación, que pululan en estas páginas.  No obstante también debe saberse que Lemebel, le dedicó esta selección de sus trabajos a un/a queridísim@ amig@ suya, a quien le hizo una sentida despedida aquí incluida y un/a más de esas víctimas del VIH, en tiempos en los que tanta gente maravillosa moría por este triste flagelo.  Sin embargo, también el nombre elegido para esta obra corresponde a la de un viejo bolero de los años cuarenta, que para los gustos románticos, romanticones o kitsch de Pedro, calzaba justo (y ahora sí que estoy refiriéndome sin dudas a un juego de palabras) en su nombre con la identidad homosexual de este.
            En general los textos que comprenden este volumen no pasan de las 5 páginas, en los que abundan las descripciones homoeróticas y el garabateo, pero también un profundo lirismo que convive con todo esto, pues la lengua como idioma no deja de perder su belleza en el lenguaje coloquial y callejero que rescata Lemebel.  Como en la vida real, de la que se nutren estas letras, hay momentos para la propaganda política (Pedro era un destacado comunista), la crítica social, la sexualidad (que la verdad abarca bastante de este tomo), el humor y la sublimidad.  No todo el mundo podría llegar a apreciar la calidad estética de todo esto y más, que hasta para algunos de los que se consideran más tolerantes, puede resultar demasiado para sus preferencias (como me reconoció  un querido colega también comunista); yo mismo debo “dosificar” mis lecturas suyas, para no terminar por agobiarme de ese mundo que me parece tan lejos y a la vez tan cerca al mío. 
            Por esta vez no me referiré a crónica por crónica o texto por texto, si no que he decidido comentar de manera somera esta obra en general, para no caer en lo mismo de siempre y hacer más ágil la escritura y la lectura de esta entrada.  El libro está dividido según ciertos parámetros, que atienden a varios aspectos en la vida de Pedro Lemebel:

·         Pájaros que besan: Compuesto por 5 crónicas basadas en las aventuras amorosas de un ya maduro Lemebel, con distintos jóvenes, para los cuales hay un diferente capítulo y donde resalta como nunca la dimensión más sexual del artista.  Frente a la clara atracción homoerótica más animal, igual podemos hallar acá un lado más emotivo y hasta de romance maldito, condenado en su fugacidad y por la cualidad dispar de los amantes.
·         Matancero errar: Por medio de este apartado asistimos a 6 viajes de Lemebel, ya convertido en un escritor consagrado a través de nuestro país, destinos por medio de los cuales el cronista retrata tanto la belleza de esta tierra y la de su gente, así como expone las huellas aún sin borrar de lo peor de nuestro pasado inmediato como pueblo (la dictadura de Pinochet en el impactante texto Volando en el ala derecha).
·         Todo azul tiene un color: Su homenaje a Cuba, que comenzó la verdad en el último de los escritos agregados al apartado anterior, a través de una visita suya a esta isla.  Lemebel no escatima en elogios para referirse a tal lugar y a su gente, donde fue invitado a participar de un importante evento cultural, en el cual se sintió a gusto.  Sin embargo todo el carácter elegiaco de las 3 primeras crónicas, que forman parte de esta “tetralogía”, se contradice con lo que nos cuenta en El fugado de La Habana; en dicho texto nos cuenta sobre un amor imposible suyo, con un infectado de VIH y que nos revela la horrible existencia de sidarios en tal nación, donde mantienen obligados a sus pacientes a mantenerse lejos del resto de la comunidad…En otras palabras, el supuesto Paraíso que defiende tanto el autor no es tan Paraíso que digamos, si el derecho a la libertad está condicionado de esta manera.
·         A flor de boca: Siendo más exacto en el plano literario, los 3 textos que forman parte de esta sección son más bien ensayos que crónicas y a través de las cuales descubrimos al Lemebel más culto y poético.  En ellos aprovecha de sacar a colación nuestra identidad como latinoamericanos de habla hispana, mestizos y con una fuerte herencia indígena.  Los textos que aquí se agregan no dejan de ser además una demostración de su pensamiento político, que intentó abogar por la defensa de los derechos de los pueblos originarios de esta zona del mundo.
·         Chalaco amor (sinopsis de novela): Tal como dice su subtítulo a manera de explicación, se trata del escrito más “literario” que periodístico, de los que uno puede encontrar en este libro y en buena parte de la bibliografía de Lemebel.  No obstante tampoco se aleja de sus acostumbrados tintes autobiográficos, puesto que corresponde a la narración acerca de sus aventuras (amorosas) en Perú, durante su juventud a principios de los años ochenta.  El biotipo de hombre por el cual se sentía atraído Lemebel, queda más claro que nunca en este episodio novelístico suyo de sus años mozos.
·         Bésame otra vez, forastero: 4 cartas reales fechadas en distintos años de los noventa, breves, aunque cargadas de gran sensibilidad y nostalgia por parte de Pedro a otros 4 de sus jóvenes amantes y a los que no quepa duda de que llegó a amar.
·         Adiós, mariquita linda (resumidero): En la última parte de esta colección el escritor agrega la “dichosa” coma del vocativo, al que me referí más arriba y lo que deja constancia de su propósito tanto rupturista lingüísticamente hablando, como de homenaje a esas canciones que tanto le gustaban.  Acá hayamos 10 textos centrados en la homosexualidad citadina actual, de esta zona del mundo, en varias de sus facetas, desde lo más anecdótico y gracioso (Noche payasa y Un poquito de pintura para Bosé) a la misma crudeza de lo más marginal al respecto (Noche coyote y Ojeras de trasnochado mirar), entre otros interesantes aspectos a la luz de la mirada clínica del autor.  
Hermoso homenaje póstumo a Lemebel y basado en su propia iconografía personal.

5 comentarios:

  1. Saludos Elwin, aqui murinus2009.

    Mi desconocimiento de la Literatura Chilena es astronómico solo conozco a:

    Pablo Neruda
    Nunca he leído su obra, lo que se de el es lo que vi en la cinta El Cartero, incluso Bart Simpson dice conocer su obra.

    Gabriela Mistral
    Solo algunas obras que había en textos de Secundaria, que ya casi no recuerdo.

    Isabel Allende
    La Casa de los Espíritus, es de lo que mas sabia de ella, hasta una Entrada tuya Elwin, dedicada a ella.

    Roberto Bolaño
    Tampoco he leído nada de el, por la sinopsis de alguna de sus obras, se que esta ambientada en Ciudad Juarez, ciudad mexicana fronteriza con EEUU muy peligrosa e inhóspita.

    Guillermo Rios Alvarez.
    Tu colega bloguero de la Guillermocracia, lo mas que he leído de Ficción (y no Ficción) de un chileno es de el.

    Elwin Alvarez Fuentes.
    Aunque tu Trabajo es mas como Gran Recopilador de Mitologías Modernas y divulgación de la Literatura Universal, o hasta el momento no he visto algo de Ficción tuyo.

    Este escritor que presentas aquí, Pedro Lemebel, me deja indiferente, no creo que me acerque a su Obra, me parece que he conocido gente parecida a el, quizá no muchos homosexuales, (o no abiertamente, en Mexico la homosexualidad es despreciada y solo se le tolera a muy pocos que destacan, como el finado Juan Gabriel), pero si adictos al alcohol, a la marihuana y comunistas con gusto por la vida desordenada, la verdad es que nunca simpatice con ellos, tienden a ser gente que solo busca un puesto en la burocracia, o partido político, ya después olvidan sus "ideales" alguno es mi maestro y hasta ahí.
    Por las narraciones que Lemebel detalla en su obra, el ambiente de la homosexualidad marginal en Chile es parecido en algo al de México, aunque aquí ha de ser mas bestial la diferencia en tamaño, solo por la población: 120 millones de México, contra 15 o 20 millones de Chile, mucho de lo sórdido que describe, se parece a lo que se puede ver en Cd. de México, en lugares como Tepito (equivalente al Bronx estadounidense), o La Merced, la misma Ciudad Juarez de la que habla tu compatriota Bolaño y en general, muchos barrios marginales de cada estado, de los 32 que hay en México, incluso zonas de clase media alta como la Condesa tienen su cuota de eso.
    Notable lo que dices sobre Cuba, que siendo un "paraíso" del proletariado tiene campos de concentración de enfermos de VIH "sidarios" los llama el autor.

    Este es otro trabajo que da a conocer la literatura de tu gran pais Elwin, eso si, no creo que me acerque a la obra de Lemebel, porque al ser de la Barbarie, ya he visto algo de lo que describe, en tanto ambiente y gente, la verdad son ambientes y gente (alcoholicos, drogadictos, comunistas, marginales) con la que no soy afin, como sea, es una buena aportación al conocimiento de la literatura Chilena y Universal.

    Gracias Elwin y hasta pronto.

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  2. ¡Qué terrible! He intentado en dos ocasiones responderte este comentario y en ambas no he podido por problemas con mi note (definitivamente debo formatearlo, pero debo esperar darme tiempo para respaldar la información y que algún amigo me pueda ayudar). De puro no tonto no guardé lo que te escribí y ya había terminado la segunda vez cuando se desgració todo.
    Te había dicho que encuentro loable que le dedicaras tiempo a este post, sobre un autor que ya me quedó claro no es de tu gusto, que ojalá "mi gente" le diera al menos la mitad de ello a lo que aquí hago (y la mayoría con suerte lo hacen cada cambio de las estaciones del año).
    Sin querer caer en nacionalismos, te puedo decir como "especialista" que los chilenos poseemos una rica tradición literaria de reconocidos autores a nivel mundial (tanto como sucede con los mexicanos) y que viene desde los tiempos de la conquista española, gracias a ese verdadero clásico universal que es "La Araucana".
    Pedro es justamente uno de esos nombres, pese a lo "complicado" de sus letras y acá incluso está entre los autores recomendados por el Ministerio de Educación para los colegios (yo mismo se los he dado a mis alumnos en clases).
    Por cierto, por mucho que tal como supongo no quepa duda en este texto mío, el hecho de que haya sido comunista no lo veo como algo comparable a otros aspectos suyos mas bohemios, como la marihuana y el alcohol, que yo mismo tengo simpatías con esta ideología, si bien comunista no soy; además gente como Lemebel la hay en todas partes y vienen en todos los colores.

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  3. Saludos Elwin, aqui murinus2009 otra vez.

    Que curioso, lo del problema al responder mensajes, a mi me ha pasado algo parecido comentando mensajes tuyos y de Cidroq:
    -Escribo el mensaje
    -Cumplo los pasos para publicarlos (codigo captcha)
    -Publico
    -El mensaje aparece como "Publicado", hasta guardo capturas de pantalla para asegurarme y...
    Cuando vuelvo a cargar la pagina...
    ¡No aparece mi comentario!.
    Es algo frustrante, yo se lo atribuía al sistema de Blogger, que tus colegas de Elcuervoenteradillo.blogspot, un tiempo decían, (perdón por las altisonancias) ellos decían:
    "Tenganle paciencia al sistema de comentarios, ¡Es cabrón cuando quiere! y ¡quiere! a cada rato".

    Aunque ya que lo pienso podría sel la lap-top que uso, después de todo ya "murió" y la "resucite" una vez.

    Espero no se te haya perdido nada importante.

    Gracias por la recomendacion de: La Araucana, no había escuchado nunca de esa obra.
    Buen dato el que Lemebel este incluido entre las recomendaciones del Ministerio de Educación, me recuerda que tampoco he leído mucho de lo que aquí recomienda la Secretaria de Educacion y que tambien desconozco mucha de la Literatura de México.

    En cuanto a lo de que tu gente no le dedica tiempo al Gran espacio que has creado, uno de tus colegas dice que "es normal, nadie es profeta en su tierra". Personalmente creo también, que muchos que conocemos son mas sencillos de lo que aparentan, amigos con mas escolaridad que la mía, que se ven capaces de buena charla, con los que he intentado conversaciones mas allá de lo mundano, ponen cara de extrañeza y cambian de tema, al final basta llevar la platica con temas tipo: el clima, trabajo y todo bien, a veces basta el saludo.

    Gracias de nuevo Elwin y hasta pronto, si no surge algo mas.



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  4. Mi estimado amigo, ¿te he contado que yo conocí a Lemebel en la USACH?? No estamos hablando de firmar autógrafos y sonreir para la foto, era una especie de feria donde yo con un amigo llevamos fanzines, y él leyó algunos textos de su autoría. Andaba de muy buen humor.
    Pedro no siempre fue comunista; sin caer en la caricatura fácil de los fachos, hay que reconocer que el PC de Chile fue un partido harto homofobico, característica de algunos de sus militantes hasta hoy. Lemebel se hizo muy amigo de Gladis Marín, dirigenta muy conocida de ese partido politico.

    La prosa tan recargada y empalagosa, barroca, de este gran autor, me cansa, y te confieso que por eso no lo leo muy seguido. Pero tengo claro que fue uno de los más destacados escritores chilenos actuales, junto a Roberto Bolaño por ejemplo.
    Bonito tu reseña de un trabajo de esta inolvidable yegua del apocalipsis.

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  5. No tenía idea de esta experiencia tuya con Lemebel, que de seguro debe ser un lindo recuerdo tuyo; en cambio cuando le hablé la vez en que lo fui a ver a la FILSA, ni me tomó en cuenta (bien sabes lo divo/a que era), pero se lo perdono (que la foto con él y su autógrafo los atesoro).
    Gracias por compartir conmigo este texto.

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